El jard¨ªn de plantas carn¨ªvoras
En el Pa¨ªs Vasco se ha producido una peque?a revoluci¨®n. Contra el miedo, pero tambi¨¦n contra la mentira consentida: contra la supercher¨ªa. Ambas cosas van unidas. El gesto de los ertzainas quit¨¢ndose las capuchas y abraz¨¢ndose con los manifestantes simboliza esa voluntad mayoritaria de resistencia frente al miedo. Las consignas y hasta la est¨¦tica de la masiva movilizaci¨®n contra ETA y HB demuestra que la mayor¨ªa no traga ya con esa falacia del contencioso hist¨®rico, de la responsabilidad compartida en el tr¨¢gico desenlace, del odio a lo vasco y de las profundas razones pol¨ªticas que impiden llamar asesinos a los asesinos.Tal vez haya que interpretar la negativa de la gente a retirarse tras las manifestaciones como un gesto de desconfianza: de temor a que su desmovilizaci¨®n significase volver a lo de antes: al silencio resignado frente a la impunidad de los amigos de ETA, justificada por la magnitud de la opresi¨®n secular. Esa combinaci¨®n entre voluntad de combatir el miedo y deseo de trazar una raya, de decir hasta aqu¨ª hemos llegado y ya no vamos a creernos m¨¢s cuentos, es lo que define a esta peque?a revoluci¨®n vasca contra el poder f¨¢ctico articulado en torno a ETA.
Se hab¨ªa retrocedido tanto que la simple exigencia de aplicaci¨®n de la ley, de que la polic¨ªa actuara como tal, y los jueces tambi¨¦n, parec¨ªa una postura extremista. Esta revoluci¨®n permitir¨¢ desbloquear una situaci¨®n pol¨ªtica cada vez m¨¢s confusa y dar¨¢ a algunos partidos -y a ciertas personas con relevancia social- la oportunidad de salirse de los laberintos absurdos en que se hab¨ªan metido por su tendencia a adaptarse a la dictadura impuesta por ETA y HB. Adaptaci¨®n: la expresi¨®n es de Hannah. Arendt, a prop¨®sito de la actitud de sectores de la sociedad alemana frente al ascenso del nazismo. Adem¨¢s de los c¨®mplices directos hab¨ªa existido una categor¨ªa de pol¨ªticos, profesores, eclesi¨¢sticos, jueces, que, sin compartir las atrocidades de los seguidores de Hitler, se "acomodaron" a la nueva situaci¨®n, "adapt¨¢ndose" a ella a la vez que la hac¨ªan posible.
En Euskadi , la gente ha dicho a los pol¨ªticos que hay cosas que no entiende, y que no est¨¢ dispuesta a seguir pasando por alto: por ejemplo, que el asesino de dos ertzainas est¨¦ en libertad; o que pocos d¨ªas despu¨¦s del asesinato de Gregorio Ord¨®?ez, otros pol¨ªticos confraternic¨¦n sonrientes con los dirigentes de HB en las conversaciones de Elkarri; o que el presidente de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento vasco acceda a entrevistarse en la c¨¢rcel con uno de los jefes de una conocida organizaci¨®n terrorista que, seg¨²n se ha sabido ahora, se propon¨ªa secuestrar, entre otras personas, a ese mismo presidente de comisi¨®n.
En Euskadi hay un nacionalismo democr¨¢tico, mayoritario, y un nacionalismo antidemocr¨¢tico, minoritario pero con gran capacidad de intimidaci¨®n por su relaci¨®n con un grupo terrorista. Si la principal amenaza para la convivencia de Euskadi deriva de la existencia de ese nacionalismo fascista, el democr¨¢tico deber¨ªa intentar ante todo reforzar la confianza de los ciudadanos en las instituciones y evitar aquellas iniciativas que no hay duda de que van a ser interpretadas por el otro nacionalismo como una incitaci¨®n a utilizar la fuerza. Pero si partidos como el PNV y EA (con el refuerzo de IU) consideran justo apelar a los tribunales internacionales de derechos humanos -la m¨¦dida m¨¢xima imaginable antes de pasar a la resistencia armada- para denunciar la pol¨ªtica penitenciaria del Gobierno, por no haber ¨¦ste atendido las exigencias de los terroristas al respecto, ?c¨®rno extra?arse de que ETA y HB, siempre a la b¨²squeda de pretextos para seguir en lo suyo, consideren leg¨ªtimo el secuestro y asesinato de funcionarios de prisiones?
Hubo el rodeo de la guerra sucia, que, con el pretexto de acelerar el desenlace, lo retras¨® durante una generaci¨®n. Desde hace cuatro o cinco a?os estamos en otro rodeo, el del intento de apaciguar a ETA mediante concesiones pol¨ªticas, que tambi¨¦n nos ha alejado de la salida. Egibar dice ahora que a su partido no se le entiende, que ellos fueron los primeros en plantar cara a ETA. Tiene raz¨®n en ambas cosas: fueron de los primeros en movilizarse contra ETA y no se entiende su. posterior giro; que no s¨®lo act¨²en como si ETA no estuviera ah¨ª sino que hayan renunciado a su propio programa y elegido como estandartes de su afirmaci¨®n frente al poder central las banderas puestas en circulaci¨®n por HB: en el horizonte, la negociaci¨®n pol¨ªtica sobre la base de la autodeterminaci¨®n; en lo inmediato, la batalla por el acercamiento de los presos, planteada como si no hacerlo supusiera un genocidio. Con los resultados que est¨¢n a la vista.
La paradoja del caso es que no hace ni diez anos, y precisamente contra quienes todav¨ªa so?aban con soluciones fulgurantes tipo GAL, el PNV sosten¨ªa que ser¨ªa el pueblo vasco, mediante su movilizaci¨®n y rechazo al mundo violento, quien har¨ªa renunciar a ETA: cortando la yerba bajo sus pies. Lo que ahora ha planteado esta peque?a revoluci¨®n ciudadana, y lo contrario de lo que se ha venido haciendo ¨²ltimamente: actuar en funci¨®n de las razones a legadas por ETA para impugnar el marco pol¨ªtico actual, y supeditar la unidad de las fuerzas democr¨¢ticas a la de los partidos nacionalistas, dem¨®cratas o fascistas. Ahora parece haber unanimidad en el rechazo a los pactos municipales con HB, pero en diciembre pasado el principal te¨®rico del giro del PNV sosten¨ªa (en Eg¨ªn) que su partido deb¨ªa "buscar acuerdos tambi¨¦n con HB", porque "no s¨¦ por qu¨¦ podemos llegar a acuerdos con el PP y no se puede producir un acuerdo entre nacionalistas".
Una movilizaci¨®n no es un plebiscito, pero s¨®lo un sordo puede ignorar que la respuesta mayoritaria ha sido ¨¦sta: porque no queremos que pact¨¦is y confraternic¨¦is con los fascistas que nos amenazan, agreden, secuestran y asesinan. Respuesta que contiene el germen de un programa: poner los medios para acabar con la impunidad de ese mundo: que se les aplique la ley, que es lo contrario del linchamiento; y regresar al consenso democr¨¢tico en torno a los principios de Ajuria Enea. Ojal¨¢ que el fin de este rodeo est¨¦ril clausure tambi¨¦n por una temporada la soberbia de quienes respondieron con un qui¨¦nes son ¨¦sos para darnos lecciones de democracia a nosotros, a las personas que les advirtieron del jard¨ªn (de plantas carnivoras) en que se estaban metiendo.
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