La dictadura del pasado y del miedo
Mondrag¨®n lucha contra ETA y contra su propio simbolismo en la historia de la banda terrorista
Hay lugares donde los muertos que nunca mueren siguen vigilando desde una colina. Hace 10 a?os, el 8 de marzo de 1987, cinco sacerdotes concelebraron en Mondrag¨®n (Guip¨²zcoa) un funeral al que asistieron 50.000 personas -el doble de la poblaci¨®n local-, encaramadas algunas a las copas de los ¨¢rboles y otras a las rejas de los balcones. Se rindieron honores de h¨¦roe: una bandera y un himno cubrieron el f¨¦retro.El muerto se llamaba Txomin Iturbe Abasolo. Su ocupaci¨®n, m¨¢ximo dirigente de la organizaci¨®n terrorista ETA. Sobre la bandera, el hacha y la serpiente; en las bocas de la gente emocionada, el Eusko gudariak, que es el himno de los soldados vascos. Una mujer, ltxiar Aizpurua, de la Mesa Nacional de Herri Batasuna (HB), dijo unas palabras que entonces sonaron a epitafio: "Aunque est¨¦s aqu¨ª, yaciente, no eres un ¨¢rbol muerto".
Hoy se sabe que aquella oraci¨®n no fue tierra para una tumba, m¨¢s bien se convirti¨® en semilla para el futuro. Desde que Txomin muri¨® en Argelia -se cay¨® del tejado de la casa que le serv¨ªa de refugio- y fue enterrado en su pueblo natal, ETA ha matado a 233 personas, entre ellas algunos ni?os. La memoria de aquel entierro -y el hecho de que m¨¢s de 30 de los terroristas, encarcelados nacieran all¨ª- ha marcado la ¨²ltima d¨¦cada de Mondrag¨®n.
Los vecinos, de acuerdo o no con HB, han aceptado resignadamente sus designios y, todav¨ªa hoy, con menos de un tercio de los esca?os -tienen 6 concejales de un total de 21-, gobiernan con la autoridad del pasado y del miedo; con el respaldo de los muertos que nunca mueren. S¨®lo los ¨²ltimos cr¨ªmenes de la banda terrorista -la tortura de Ortega en un zulo del pueblo, la vileza del asesinato de Miguel ?ngel- han provocado una cierta reacci¨®n, aunque mucho m¨¢s tibia que en Ermua, San Sebasti¨¢n o Madrid. La historia de Mondrag¨®n -como la del Pa¨ªs Vasco desd¨¦ que ETA empez¨® a matar en 1968- se sigue escribiendo sobre los espacios blancos de las esquelas.
-Usted no puede pretender que un pueblo cambie tanto en 10 a?os... Mondrag¨®n est¨¢ muy politizado; es la cuna de ETA.
Francisco Garc¨ªa es concejal del PSOE y trabaja en la Fagor, una de las empresas de la Mondrag¨®n Corporaci¨®n Cooperativa (MCC), la mayor cooperativa del pa¨ªs, fundada en 1943 por el sacerdote Jos¨¦ Mar¨ªa de Arizmendiarrieta y compuesta hoy por un conglomerado de 100 empresas y 30.000 trabajadores. Garc¨ªa est¨¢ convencido de que la gente tiene miedo a ETA y a las reacciones de HB. "Aqu¨ª", advierte, "el etarra puede ser un vecino o un compa?ero de trabajo, y le aseguro que no es una frase hecha".
No lo es. Francisco Garc¨ªa todav¨ªa se recupera de la, impresi¨®n que le produjo la detenci¨®n de Jos¨¦ Miguel Gaztelu, uno de los cuatro secuestradores de Ortega Lara: "?l era mecanice, de mantenimiento en la Fagor, igual que yo, y me enter¨¦ de su detenci¨®n porque no vino a trabajar la ma?ana de la liberaci¨®n. Ha sido uno de los mayores varapalos de mi vida. Sab¨ªa que era de HB, pero nunca me pude imaginar... Me hizo infinidad de favores, y yo a ¨¦l. ?ramos algo m¨¢s que compa?eros".
No se puede pretender, por tanto, que la vida en el vivero de ETA se desarrolle igual que en Bilbao o en cualquier otro lugar de Euskadi, donde la presi¨®n,con ser importante, es mucho menor. Luis Echevarria-Artegui, el presidente de Eusko Alkartasuna en Mondrag¨®n, ten¨ªa el jueves la cara abotargada de no haber pegado ojo. Ni a ¨¦l ni a sus tres concejales les pareci¨® plato de gusto presentar la moci¨®n de censura contra Xabier Zubizarreta, el alcalde de HB. "Mire", dice Luis en la sede de EA, "aqu¨ª todos tenemos miedo, miedo f¨ªsico, y no s¨®lo por nosotros, tambi¨¦n tenemos miedo por nuestros coches, que est¨¢n ah¨ª fuera, y por nuestras familias, que tienen que seguir viviendo aqu¨ª". "Ellos", y ahora Luis se refiere al entorno de HB, "no olvidan".
El local de EA conserva las pruebas de la buena memoria de los radicales. "Las cristaleras", explica Luis Echevarria-Artegui, "fueron rotas dos veces en 15 d¨ªas, y en el interior se recogieron tornillos que s¨®lo pudieron ser lanzados por arcos. En una ocasi¨®n, el camarero salv¨® la vida porque hab¨ªa salido de la barra para servir un caf¨¦. ?Cree que tenemos motivos de miedo?".
De los 25.000 habitantes de Mondrag¨®n, la mitad habla euskera y el ¨ªndice de paro -el 16%- se sit¨²a tres puntos por debajo del resto de Euskadi. M¨¢s del, 50% de la poblaci¨®n ocupada trabaja en la industria, gracias a la Mondrag¨®n Corporaci¨®n Cooperativa. Uno de sus fundadores, Jos¨¦ Mar¨ªa Ormaechea Uribechevarria, dice que la situaci¨®n actual de Mondrag¨®n, es producto de un "error". "No me gusta hablar de crimen", se explica, "sino: de un error del que hay que salir para evitar que se produzcan nuevos cr¨ªmenes". Y a?ade: "Yo estoy convencido de que la respuesta contra ETA de este pueblo es profundamente silenciosa".
Pero el silencio es a veces c¨®mplice. Algunos de los pol¨ªticos de Mondrag¨®n consultados por este peri¨®dico -entre ellos el candidato a alcalde, Jos¨¦ Mar¨ªa Loiti, del PNV- mantienen que sus vecinos est¨¢n dispuestos a que contin¨²e HB en la alcald¨ªa con tal de mantener una cierta tranquilidad. Sorprende, por ejemplo, que -al margen de algunas pintadas aisladas, una de ellas en la fachada de la sede del PNV- Mondrag¨®n soporta un nivel de vandalismo callejero mucho menor que el d¨¦ otros pueblos: las cabinas de tel¨¦fonos permanecen intactas, los cajeros autom¨¢ticos, tambi¨¦n; y las numerosas empresas de Mondrag¨®n no suelen ser objeto de atentado. No hay que olvidar que al menos dos de sus trabajadores -Jos¨¦ Miguel Gaztelu, en chirona; Xabier, Zubizarreta, en la alcald¨ªa pertenecen, a ETA y a HB, respectivamente.
A veces sucede en algunas pel¨ªculas del Oeste: los vecinos m¨¢s pac¨ªficos entregan la estrella de sheriff al pistolero m¨¢s r¨¢pido.
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