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El marqu¨¦s de Gri?¨®n, en quien confluyen la ciencia y la experiencia por su doble condici¨®n de agr¨®nomo y de agricultor, public¨® en estas mismas p¨¢ginas, en ocasi¨®n de la extrema sequ¨ªa de 1995, un espl¨¦ndido art¨ªculo sobre las debidas t¨¦cnicas y adecuadas alternativas de cultivo para ahorrar agua en nuestros regad¨ªos. Iba a titularlo, seg¨²n me dijo, con el mismo t¨ªtulo que ahora yo empleo, t¨ªtulo que se perdi¨® en el trasiego de la composici¨®n y que ahora yo le pido prestado.El agua pura es siempre, como es sabido, una mezcla de agua ligera -dos mol¨¦culas de hidr¨®geno por una de ox¨ªgeno- y de muy peque?as cantidades de agua pesada y de agua hiperpesada, lo que trae como consecuencia que las constantes f¨ªsicas del agua sean anormales. El agua es el origen de la vida y por eso se nos encrespa la esperanza y la curiosidad de hallar otros seres vivos cuando se detecta su presencia en alg¨²n otro planeta de nuestra vecindad solar, o cuando, mirando m¨¢s lejos, nubes de vapor de agua parecen existir en los vac¨ªos del universo.
Pero para la vida en el planeta Tierra el agua no sobra. La masa de agua de los oc¨¦anos -los grandes almacenes del precioso elemento- representa s¨®lo una reserva para dos millones de a?os, muy poco tiempo a escala geol¨®gica. Gracias al ciclo del agua se renueva esa reserva constantemente y nos bendicen las aguas dulces de los r¨ªos y de los lagos y de los mantos subterr¨¢neos, que provienen en definitiva de los deshielos y de las precipitaciones de las nubes viajeras, y existen los valles dichosos.
Los ciclos clim¨¢ticos est¨¢n en el origen de los desiertos y en la mayor parte de las inundaciones y sequ¨ªas, cat¨¢strofes naturales que cuando abarcan periodos hist¨®ricos explican muchas veces la decadencia de pr¨®speros imperios. Los r¨ªos han sido las grandes arterias de esas civilizaciones y su biograf¨ªa -la historia diacr¨®nica y la geogr¨¢fica- es siempre apasionante. Ejemplo, la reciente Biograf¨ªa del r¨ªo Paran¨¢ que acaba de publicar el historiador y diplom¨¢tico venezolano Miguel Albornoz: la vida de un r¨ªo por cuyas aguas se hizo toda la conquista de Am¨¦rica del Sur y en cuyas riberas nacieron tantas grandes naciones iberoamericanas. El Paran¨¢ con el Amazonas, el Orinoco y el Misisip¨ª son los grandes cauces de Am¨¦rica, todos ellos descubiertos o explorados por gente espa?ola.
Pero la sed del mundo no encuentra l¨ªmite. Tienen sed las plantas, cuyos tejidos llegan a guardar un 95% de agua.
Administrativo de la Universidad Complutense Sebasti¨¢n Mart¨ªn-Retortillo es el gran especialista espa?ol en legislaci¨®n hidr¨¢ulica y acaba de lanzar -muy oportunamente el gran libro, Derecho de aguas, sobre la cuesti¨®n, y al que podemos considerar como la Biblia de estos asuntos. Ahora que se anuncia una nueva Ley de Aguas, ser¨ªa muy triste -y muy espa?ol- que los miembros del Gobierno, los funcionarios y los diputados y senadores que han de promulgarla, no leyeran antes esta obra y no tuvieran sus consejos muy en cuenta."El jurista", nos dice el autor, "a la vista de las alternativas con que se encuentra en estos d¨ªas, y que debe afrontar con una apoyatura institucional que le viene dada y que, en ocasiones, tiene un arraigo secular, se pregunta hasta qu¨¦ punto esas instituciones, esos principios son v¨¢lidos en el presente y en el futuro en un contexto -y no puede ser de otro modo- profundamente dominado por la t¨¦cnica y los criterios econ¨®micos. ?sa es la gran cuesti¨®n a considerar".
Gran ignorante en temas legales, no soy la persona m¨¢s id¨®nea para comentar este libro, aunque, como agr¨®nomo, me interesen los asuntos hidr¨¢ulicos. Pero quer¨ªa llamar la atenci¨®n con estas l¨ªneas sobre su decisiva importancia en esta hora en que se anuncian cambios en el ordenamiento legal de las aguas, ordenamiento -como se?ala el autor- que deber¨¢ cumplir "Ios preceptos constitucionales de equiparar el nivel de vida de todos los espa?oles y armonizar el desarrollo regional". Y muy sensatamente a?ade que "cabe exigir al legislador f¨®rmulas precisas y flexibles que puedan dar cabida a las innovaciones tecnol¨®gicas que se vayan presentando". Algo semejante hicieron los ingleses dejando siempre en sus leyes un margen y una elasticidad. Pero no oculta Mart¨ªn-Retortillo su mala opini¨®n sobre la Ley de Aguas vigente de 1985 por "la estrechez de sus planteainientos".
Mart¨ªn -Retortillo, apasionado amante del tema hidr¨¢ulico, no s¨®lo habla en su, tratado de las leyes que regulan el uso y abuso de las aguas, de su propiedad p¨²blica o privada, sino tambi¨¦n de su significaci¨®n en la historia de la humani dad. "El tema del agua", nos recuerda, "est¨¢ en el ¨²ltimo de los libros b¨ªblicos, el Apocalipsis. Uno de los signos de castigo y muerte que expresan los siete ¨¢ngeles manifestando el furor de Dios, es precisamente la desaparici¨®n del agua". Guard¨¦mosla, pues, mientras llega el quinto jinete apocal¨ªptico, el de la sed, con amor e inteligencia.
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