De Ellsberg a Perote
El Tribunal Militar Central conden¨® hace quince d¨ªas al coronel Perote a siete a?os de prisi¨®n por un delito de revelaci¨®n de secretos relativos a la seguridad y la defensa nacionales. Ciertamente, la peculiaridad de la jurisdicci¨®n militar (circunscrita por mandato constitucional al ¨¢mbito estrictamente castrense), la eventual contaminaci¨®n de algunos vocales del tribunal y la celebraci¨®n a puerta cerrada de la vista oral podr¨ªan crear problemas procesales al veredicto. Sin embargo, la sentencia tiene el m¨¦rito de esclarecer parcialmente una s¨®rdida historia de felon¨ªas, venganzas y ambiciones, protagonizada por esp¨ªas traidores, banqueros extorsionadores y periodistas corruptos; alzado s¨®lo a medias el tel¨®n, cabe vislumbrar, sobre un escenario todav¨ªa mal iluminado, los desleales comportamientos de quien fuera jefe de la Agrupaci¨®n Operativa de Misiones Especiales (AOME) de 1983 a 1991 y sustrajo documentaci¨®n secreta del Cesid gracias a su cargo: nada sabemos, por ahora, de las contrapartidas dadas al coronel Perote por Mario Conde y el diario El Mundo a cambio del bot¨ªn.La sentencia reconstruye con minuciosidad las incidencias de ese innoble relato. En la primavera de 1990, el coronel Perote orden¨® a un sargento la microfilmaci¨®n de las mil doscientas notas de despacho que recog¨ªan sus reuniones con el director del Cesid, sin que ni un solo precedente pudiese justificar tan an¨®mala y sospechosa operaci¨®n. Conocedor de su pr¨®ximo relevo (cuyas verdaderas razones contin¨²an siendo un misterio), el jefe de la AOME orden¨® m¨¢s tarde a una secretaria la destrucci¨®n de los originales en papel de los documentos microfilmados, hasta entonces guardados en un armario de seguridad, pero se qued¨® con la nota de despacho del 28 de septiembre de 1983 como muestra de la autenticidad de las restantes reproducciones. Al abandonar el Cesid, el coronel Perote ocult¨® a su sucesor el doble episodio de las notas microfilmadas y los originales triturados, firm¨® una declaraci¨®n donde afirmaba no conservar en su poder ning¨²n documento del servicio y se llev¨® las microfichas a su casa.
A comienzos de 1992, el coronel Perote se vio forzado a devolver el material sustra¨ªdo -tras un periodo de tiempo m¨¢s que suficiente para copiarlo- a requerimiento del Cesid; su sucesor al frente de la AOME hab¨ªa sido finalmente informado de la ins¨®lita destrucci¨®n de los originales de las notas de despacho y de la misteriosa desaparici¨®n de las microfichas que las reproduc¨ªan. Tres a?os despu¨¦s de ese rosario de filmaciones an¨®malas, trituraciones injustificadas, ocultamientos traicioneros y sustracciones dolosas, los contenidos de las notas de despacho relacionadas con las operaciones de guerra sucia desencadenadas contra ETA entre 1983 y 1986 fueron utilizados por Mario Conde para intentar extorsionar al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. En sus libros Vendetta (Plaza y Jan¨¦s, 1996) y El farol (Temas de Hoy, 1997), Ernesto Ekaizer reconstruye la historia de ese chantaje contra las instituciones del Estado de derecho.
El Mundo, elegido por Conde para publicar ese material comprometedor, bautiz¨® los documentos extorsionadores con el nombre de papeles del Cesid a fin de regalarles un inmerecido paralelismo con los papeles del Pent¨¢gono, el trabajo sobre la estrategia estadounidense en Vietnam de 1947 a 1967 encargado por el secretario de Defensa McNamara que Daniel Ellsberg (un licenciado de Harvard y especialista de la Rand Corporation que hab¨ªa colaborado en el proyecto) filtr¨® en 1971 a The New York Times por razones de conciencia. Ser¨ªa deseable que la sentencia del Tribunal Militar Central impidiese a partir de ahora comparar el infame comportamiento del coronel Perote con la honrada conducta de Daniel Ellsberg y equiparar la instrumentalizaci¨®n informativa de los papeles del Cesid por el diario El Mundo al servicio de un chantaje con la contribuci¨®n a la libertad de prensa realizada por The New York Times al publicar los papeles del Pent¨¢gono.
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