?L¨ªder o militarote?
Armada atribuy¨® a Milans la condici¨®n de l¨ªder del Ej¨¦rcito y Guti¨¦rrez Mellado emple¨® el t¨¦rmino "militarote" para describirlo, pero estos juicios no eran contradictorios y ambos ten¨ªan raz¨®n. Muy condecorado y a cargo de algunas de las m¨¢ximas responsabilidades militares, Jaime Milans del Bosch era considerado en el momento de la muerte de Franco como uno de los generales m¨¢s brillantes del Ej¨¦rcito espa?ol. En un informe del que puede haber sido autor Luis Diez Alegr¨ªa y recibi¨® don Juan de Borb¨®n aparece como uno de los tan solo cinco generales de Divisi¨®n -hab¨ªa 40- con verdadero, prestigio. En ese texto se menciona su condici¨®n de mon¨¢rquico, que le ven¨ªa de familia.Pero otro Milans del Bosch estuvo al lado de Alfonso XIII cuando ¨¦ste acept¨® el golpe de Primo de Rivera en 1923 y su pariente nunca ocult¨® una actitud muy reticente frente a la transici¨®n. Se quej¨® de la influencia de la izquierda, de los Estatutos Vasco y Catal¨¢n y de las actuaciones de los partidos. Fue responsable de que un incidente de insubordinaci¨®n ante Guti¨¦rrez Mellado fuera liquidado sin sanci¨®n. No dudaba incluso en mantener un pugilato personal con algunos de los dirigentes pol¨ªticos del momento: altas autoridades del Estado recuerdan todav¨ªa c¨®mo no acud¨ªa a recibir a Su¨¢rez al aeropuerto de Valencia cuando el presidente acud¨ªa all¨ª en visita oficial. Estando al frente de la Divisi¨®n Acorazada suger¨ªa tan a menudo que iba sacar los carros de combate a la calle que alguien le repuso que se notaba que no pagaba el combustible. En todo ello -que permite conceptuarle como "militarote"- no resultaba en absoluto excepcional. Hoy en d¨ªa parece obvio que la resistencia de los generales de entonces a admitir la transici¨®n hacia la democracia fue mucho mayor de la que se admiti¨® en aquellos mismos momentos.
?C¨®mo se explica, entonces, que ocupara tan altos puestos? La respuesta a este interrogante se encuentra en que los habr¨ªa alcanzado de mucho mayor rango si su condici¨®n de l¨ªder no se hubiera visto doblada por la de "militarote". En condiciones normales hubiera llegado a la Jefatura del. Alto Estado Mayor o a la Capitan¨ªa General de Madrid. Sus quejas se pod¨ªan interpretar, con benevolencia, como un intento de poner un techo m¨¢ximo al cambio hacia la democracia. Luego se vio que no era tan s¨®lo ¨¦so. Pero los dirigentes de la transici¨®n ten¨ªan poco donde elegir. Como dec¨ªa Guti¨¦rrez Mellado, "no se puede sacar una manzana de un cesto de fresas".
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