Ostracismo
Cuando el curso pol¨ªtico se despide, conviene reflexionar algo m¨¢s sobre su punto de inflexi¨®n culminante: la catarsis causada por el asesinato de Miguel ?ngel Blanco. La movilizaci¨®n ciudadana ha demostrado que el carisma del m¨¢rtir es mucho m¨¢s poderoso (que el de la eficacia b¨¦lica en que se basa la estrategia terrorista. Por eso es probable que ahora ETA busque provocar alg¨²n m¨¢rtir propio con el que volver a recuperar los restos de su menguante apoyo social; y es de esperar que fracase, dado el exquisito cuidado que, sin duda, pondr¨¢n las autoridades democr¨¢ticas para evitarlo. Pero, en todo caso, los efectos del 12-J son ya irreversibles, determinando un aut¨¦ntico giro copernicano que impone un inequ¨ªvoco mandato popular: el de privar a HB de su restante apoyo social, reduci¨¦ndolo al ostracismo.Se trata de aislar a los simpatizantes del terrorismo, evitando todo contacto con ellos hasta que no rectifiquen renunciando a su desprecio por los derechos ajenos. Por eso, el ostracismo ha de ser sobre todo civil, afectando en particular a los votantes de Herri Batasuna: no hay que volver a reconocerlos y tratarlos como a seres humanos (amigos, parientes o vecinos) hasta que su rec¨ªproco reconocimiento de los derechos de sus semejantes no les haga dignos de ser tratados como personas de nuevo. Pero el ostracismo ha de ser tambi¨¦n institucional y pol¨ªtico. Hay que cortar todos los contactos formales o informales con el tejido asociativo que ha proliferado como una letal met¨¢stasis desde el magma de KAS, incluyendo aqu¨ª no s¨®lo a las organizaciones formales y a los movimientos sociales (partidos, sindicatos, etc¨¦tera), sino a todo el resto del tejido comunitario: asociaciones voluntarias, clubes deportivos, sociedades gastron¨®micas, hermandades recreativas. Incluso sus votantes deben ser p¨²blicamente ex comulgados, pues si quien aborta es expulsado de la comunidad cristiana, ?c¨®mo no ha de serle, quien vota a ETA, confesando as¨ª su complicidad criminal? Afortunadamente, este mensaje de ostracismo ya ha sido hecho suyo por los partidos democr¨¢ticos, empezando por el nacionalismo vasco que lidera la vertebraci¨®n moral del tejido comunitario. Pero ?por cu¨¢nto tiempo? ?Cu¨¢nto tardar¨¢ en rutinizarse este vendaval de carism¨¢tica denuncia? ?Cu¨¢nto tardar¨¢ en volver a surtir sus insidiosos efectos la guerra psicol¨®gica en que los etarras son consumados maestros? Por eso, para cuando llegue el momento en que el recuerdo de estos d¨ªas- se desgaste hay que estar preparados para que no por ello la voluntad de ostracismo decaiga, decline o se olvide. Y a fin de evitarlo, hay que dotar de funciones a la Mesa de Ajuria Enea para que dise?e un programa espec¨ªfico ole guerra contrapsicol¨®gica, provisto de suficientes recursos concretos encaminados a la b¨²squeda de un solo objetivo estrat¨¦gico: reducir al ostracismo a los violentos.
En particular hay que prevenir el peor peligro de todos: y es que el c¨¢lculo electoral o pol¨ªtico aconseje a los partidos deponer u olvidar su voluntad de reducir a KAS al ostracismo. Hoy el PNV, EA e IU creen conveniente para sus intereses desmarcarse por completo del mundo de HB, al que consideran un apestado para los electores actuales. Pero ?qu¨¦ suceder¨¢ en adelante, cuando crezca la indecisi¨®n de los votantes? De ah¨ª la importancia decisiva del papel del Gobierno, cuya estrategia antiterrorista ha brillado hasta ahora por su ausencia. Y todo porque sus concesiones para alcanzar el pacto del cupo y el concierto vascos se hicieron s¨®lo a cambio de apoyo del PNV a la guerra del f¨²tbol digital. Eso impidi¨® que se condicionase la aprobaci¨®n del cupo y el concierto al previo apoyo del PNV al relanzamiento de la Mesa de Ajuria Enea. Y como no se hizo as¨ª, el PNV, con el cupo y el concierto en el bolsillo, se sinti¨® con las manos libres para aproximarse a HB en la Comisi¨®n de Derechos Humanos. ?sta es la clase de operaciones que eran posibles antes, pero que ya no debieran serlo despu¨¦s. Nunca m¨¢s, o el 12 ole julio habr¨¢ sucedido en vano.
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