La energ¨ªa y el misterio de 'El gran macabro' de Ligeti entusiasman al p¨²blico de Salzburgo
Peter Sellars presenta un audaz montaje futurista de la ¨®pera del compositor h¨²ngaro
Ambientaci¨®n de ciencia-ficci¨®n estilizada en un clima posnuclear; referencias a situaciones de opresi¨®n cotidiana; grandes esculturas futuristas con luces parpadeantes de ne¨®n y un atormentado caballo movido por 10 figurantes; ritual de gestos y movimientos corales en una especie de danza ceremonial con apuntes orientales. La primera representaci¨®n en el Festival de Salzburgo de El gran macabro, de Gyorgy Ligeti, fue un ¨¦xito el lunes tanto para el director de escena, el norteamericano Peter Sellars, como para el director de orquesta, el finland¨¦s Esa-Pekka Salonen, al frente de la Philharmonia de Londres. Pero el gran triunfador de la noche fue el compositor h¨²ngaro y su gran partitura llena de contrastes, misterio y energ¨ªa. Las ovaciones de un p¨²blico puesto en pie alcanzaron los 10 minutos largos de duraci¨®n.
En su primera temporada como director art¨ªstico del Festival de Salzburgo, Gerard Mortier pro gram¨® San Francisco de As¨ªs de Messiaen en una producci¨®n encabezada por Esa-Pekka Salonen en la parte musical y Peter Sellars en la esc¨¦nica. Hubo encendida divisi¨®n de opiniones con rechazos y v¨ªtores expresados a pleno pulm¨®n.Cinco a?os despu¨¦s, Mortier ha vuelto a reunir a la pareja feliz Salonen-Sellars para una apuesta como m¨ªnimo tan osada como la anterior, teniendo en cuenta el p¨²blico al que va dirigida. Incluso ha dado una vuelta de tuerca m¨¢s, eligiendo la sala grande del Palacio de Festivales para las representaciones de El gran macabro de Ligeti, en una nueva versi¨®n musical efectuada por el autor a partir de la ¨®pera compuesta entre 1974 y 1977, sobre una obra dram¨¢tica de 1934 del escritor expresionista Michel de Ghelderodes. En esta ocasi¨®n no ha habido, sin embargo, enfrentamientos, ni siquiera protestas. Los que no estaban de acuerdo abandonaron en silencio sus localidades. Ligeti, aclamado con serenidad y sin histerias, se convirti¨® en. el gran triunfador de una noche que dej¨® huella.
Tirantes horas previas
El ambiente estaba que echaba humo en las horas previas. Los m¨¢s pesimistas apuntaban que un fracaso en El gran macabro le pod¨ªa costar el puesto a Mortier. La evoluci¨®n de la venta de entradas -lo ¨²nico que la Administraci¨®n salzburguesa no perdona- no era precisamente para tirar cohetes y contrastaba, por ejemplo, con espect¨¢culos como La flauta m¨¢gica, agotados desde hace tiempo. ?Ser¨ªa posible que no se llenase ni la premiere? Las dudas empezaron a disiparse en la conferencia que, sobre la ¨®pera de Ligeti, dieron al alim¨®n Mortier y Sellars una hora antes de empezar la primera representaci¨®n. Asistieron m¨¢s de 1.000 personas, fascinadas por las explicaciones.Es dif¨ªcil no rendirse ante una partitura tan diab¨®lica, rica de contrastes, llena de tensiones y de suspiros, evocadora y con sentido del humor, misteriosa y rebosante de energ¨ªa como es El gran macabro de Ligeti. Excesiva, claro, como casi todas las ¨®peras, concentra su desarrollo musical en cuatro cuadros (algo menos de dos horas), donde lo grotesco convive con lo ir¨®nico y el suspense de las horas previas al fin del mundo, en que se mueve la acci¨®n, se ve realzado por un colorido musical en que las trompetas del apocalipsis o el lirismo mel¨®dico de una pareja de enamorados alternan con secciones instrumentales tan ins¨®litas como una sonata para bocinas de autom¨®vil o un intermedio para timbres de puerta. El teatro del absurdo que contiene se enriquece con momentos de sensualidad salvaje, incluida una escena sadomasoquista, o con personajes en el l¨ªmite de lo burlesco. La mujer que interpreta a Venus aparece totalmente desnuda en escena, algo ins¨®lito en los espect¨¢culos de Salzburgo.
El equilibrio y la dosificaci¨®n de todos los elementos musicales y dram¨¢ticos se ve beneficiado por la versi¨®n que Ligeti ha construido para Salzburgo. La realizaci¨®n musical fue impres¨ªonante, tanto en el apartado orquestal con una espl¨¦ndida Philharmonia de Londres como en el vocal con un reparto sin ning¨²n altibajo en el que figuraban Willard White, Grahan Clark, Jard van Nes, Sibylle Ehlert o Derek Lee Ragin, entre los solistas, y el coro de la Opera de Viena, tan disciplinado en lo musical como en lo esc¨¦nico. Salonen se ha apoderado de esta m¨²sica con una entrega de militante a la antigua y la transmite con una pasi¨®n y una fuerza verdaderamente admirables.
?C¨®mo respondi¨® Peter Sellars a este desafio? El trabajo es impecable y tiene algunos hallazgos visuales impactantes, pero no acaba de sacar a la luz todo ese aire de triunfo de la muerte que la ¨®pera de Ligeti posee. Ubicarla en unas coordenadas precisas es limitar su alcance, por muy narrativo y onginal que este enfoque sea. Lo parad¨®jico es que el clima teatral venga dado m¨¢s por la m¨²sica que por las im¨¢genes que se nos muestran. La concreci¨®n y contenci¨®n de Sellars, llevadas a cabo seguramente por su admiraci¨®n a Ligeti, han ido en contra de una fantas¨ªa multiplicadora de est¨ªmulos.O tal vez es que Sellars se ha hecho ya un cl¨¢sico de est¨¦tica tan reconocible como eficaz en su mezcla de transgresi¨®n temporal con necesidad de sorprender. El p¨²blico del 28 de julio recibi¨® su presencia en los saludos finales con una sonora ovaci¨®n. Y es que la noche era una noche de fiesta sin fisuras, de interrelaci¨®n escenario-sala que ni los propios int¨¦rpretes esperaban en semejante grado.
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