La nueva Orquesta Joven de Euskal Herria

Son¨® en la Quincena de San Sebasti¨¢n por vez primera la nueva Joven Orquesta de Euskal Herria, de la que es director titular el m¨²sico alav¨¦s Juan Jos¨¦ Mena. Con anterioridad, tan s¨®lo seis d¨ªas antes, tuvo lugar en Vitoria la presentaci¨®n absoluta de este nuevo y notable conjunto sinf¨®nico vasco, que ha sido aplaudido ahora por el p¨²blico, buen conocedor de la m¨²sica, que asiste estos d¨ªas a la sede de la Quincena donostiarra, llenando en cada concierto el teatro Victoria Eugenia.La creaci¨®n de nuevas orquestas de m¨²sicos j¨®venes durante los ¨²ltimos 20 a?os ha sido uno de los fen¨®menos m¨¢s positivos que le ha ocurrido al desarrollo de nuestra m¨²sica, junto con la multiplicaci¨®n de las sinf¨®nicas profesionales, de la construcci¨®n de nuevos auditorios y de la recuperaci¨®n de antiguos teatros y salas aptas para acoger m¨²sica cl¨¢sica en concierto.

Euskadi, por el empe?o del Gobierno vasco, canalizado a trav¨¦s de su departamento de Cultura, y con el apoyo de diversas entidades bancarias y financieras, se acaba de incorporar a este movimiento, que har¨¢ posible -en parte lo est¨¢ haciendo ya- la existencia de una cantera de instrumentistas bien formados y avezados.

Me parece que Juan Jos¨¦ Mena, que es compositor, pedagogo y director y que estudi¨® con Carmelo Bernaola, Garc¨ªa Asensio y Celibidache, es una personalidad id¨®nea para afrontar la dif¨ªcil tarea, a juzgar por los primeros y brillant¨ªsimos resultados que ha obtenido en su concierto del viernes.

El programa abordado presentaba dificultades de todo orden y estilos fuertemente contrastados, desde la cherubiniana obertura de Los esclavos felices, de Arriaga, hasta el nacionalismo posrrom¨¢ntico y un tanto brahmsiano, de Dvorak en la S¨¦ptima sinfon¨ªa, en re menor, pasando por la magia prodigiosa, la sutil¨ªsima po¨¦tica musical de Mauricio Ravel en Mi madre oca, cuentos infantiles que adquieren en la imaginaci¨®n y el saber del m¨²sico vasco-franc¨¦s una fantas¨ªa ilimitada.

Los tres autores y las obras interpretadas exig¨ªan a los j¨®venes m¨²sicos de Euskal Herria un notorio esfuerzo y una muy recta orientaci¨®n. Que la poseen qued¨® bien demostrado, pues si en la gracia ligera de Arriaga todo nos lleg¨® n¨ªtido y luminoso, los cuentos ravelianos fueron una mezcla equilibrada de narraci¨®n, plasticidad y movimiento.

Cada dise?o, cada frase, estuvieron en su lugar y tuvieron su sentido. Del mismo modo que la amplitud sonora de Anton Dvorak, la matizaci¨®n colorista de una orquesta que a veces responde a incitaciones populares, alcanzaron una l¨®gica discursiva, un bien planeado juego de tensiones y en suma todo cuanto conforma una realizaci¨®n art¨ªstica bella e inteligente.

En lo que se adivina de su trabajo previo de maestro, en la conducci¨®n segura sobre el escenario del teatro Victoria Eugenia, firme y clara de gesto, en la disposici¨®n din¨¢mica y en muchos otros aspectos, Juan Jos¨¦ Mena evidenci¨® la posesi¨®n de una gran sensibilidad ac¨²stica y un especial y singular poder de comunicaci¨®n.

El ¨¦xito fue inmenso y la nueva formaci¨®n se despidi¨® de la Quincena Musical de San Sebasti¨¢n con una excelente versi¨®n de una Melod¨ªa vasca de Jes¨²s Guridi y el tradicional Agur Jaunak, seg¨²n la orquestaci¨®n de Tom¨¢s Arag¨¹es.