La libertad paraliza el cine del este de Europa
Algunos nuevos filmes, como 'Kolya' y 'Underground', presagian su resurgimiento
Mientras Mosc¨² mand¨® en la Europa del Este, los directores de cine de la zona sab¨ªan a qu¨¦ atenerse. Si hac¨ªan pel¨ªculas conformistas, ten¨ªan asegurada financiaci¨®n oficial; y si romp¨ªan las reglas, eran prohibidas. Cuando en los a?os sesenta y setenta el control pol¨ªtico se afloj¨® en Checoslovaquia, Polonia y Hungr¨ªa, r¨¢pidamente surgieron directores de la categor¨ªa de Milos Forman, Roman Polanski, Istv¨¢n Szab¨®, Andr¨¦i Konchalovski y m¨¢s tarde Krysztof Kieslowski. Sin embargo, la llegada de la libertad tras el fin de los reg¨ªmenes comunistas no ha generado la nueva oleada de pel¨ªculas que se esperaba del cambio pol¨ªtico, aunque filmes como Kolya y Underground la presagian.
Los ¨²ltimos ocho a?os han cambiado el este de Europa hasta hacerlo irreconocible. Estas viejas tierras han redescubierto su identidad y se han creado nuevos estados. La mayor¨ªa ha elegido libremente a sus gobiernos y muchos se han adaptado a las bondades y a la codicia de la econom¨ªa de mercado. Pero en el cine, la m¨¢s exportable de las artes, las expectativas se han frustrado por ahora. ?Es que la democracia es peor musa que la dictadura?La llegada de la libertad supuso un impacto para los directores de cine de la zona: ya no estaban amordazados, pero como las subvenciones estatales fueron bruscamente recortadas o suprimidas y tuvieron que luchar por encontrar dinero incluso para producciones de bajo coste. Nuevas cadenas de televisi¨®n, canales por cable y el auge de la venta de filmes en v¨ªdeo empezaron a captar al p¨²blico que antes acud¨ªa a los cines, lo que oblig¨® a cerrar cientos de salas estatales.
Las grandes salas que lograron sobrevivir -adem¨¢s de un pu?ado de nuevos multicines- pasaron a proyectar casi exclusivamente pel¨ªculas de Hollywood. Luego estaba la dif¨ªcil situaci¨®n a la que llegaron los directores que hab¨ªan sido silenciados u obligados a transmitir su mensaje en entrelienados c¨®mplices con el p¨²blico. "Cuando no te permiten hablar, sabes lo que quieres decir", explica Forman, el director checo que durante la Primavera de Praga, a mediados de los sesenta, se dio a conocer con Los amores de una rubia y que se exili¨® a Estados Unidos tras la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia en 1968. "La censura nos indicaba de qu¨¦ merec¨ªa la pena hablar. Pero cuando eres libre, tienes que decidir qu¨¦ es lo importante. Y eso es m¨¢s dif¨ªcil".
Hubo m¨¢s sorpresas desagradables. Bajo el comunismo, el p¨²blico europeo y estadounidense acogi¨® con avidez pel¨ªculas sovi¨¦ticas escapadas a Occidente: Forman y Jiri Menzel (Trenes rigurosamente vigilados), de Checoslovaquia; Polanski (El cuchillo en el agua) y Andrzej Wajda (Cenizas y diamantes), de Polonia; Istv¨¢n Szab¨® (Mephisto), de Hungr¨ªa.
Colonia de Hollywood
Luego, casi de la noche a la ma?ana, las pel¨ªculas del este de Europa tuvieron que luchar, al igual que otros pa¨ªses de lengua no inglesa, para encontrar distribuidores en EE UU y en Europa Occidental. Si en el pasado la aureola m¨¢gica de la disidencia pol¨ªtica bastaba, en la actualidad tienen que dar la talla como pel¨ªculas de entretenimiento. Sin embargo, aunque desde 1989 hubo momentos donde casi perdieron la esperanza, los directores de cine del este de Europa no se rindieron, sobre todo en la Rep¨²blica Checa, Polonia y Hungr¨ªa, pa¨ªses con tradiciones fuertes.En el pasado, los gobiernos decid¨ªan el presupuesto de las pel¨ªculas; ahora, los productores independientes deben reunir a un conjunto de socios capitalistas que incluyen inversores nacionales y de Europa Occidental, el Fondo Eurimages del Consejo de Europa y, sobre todo, empresas de televisi¨®n que se han enriquecido en los ¨²ltimos a?os. La gran mayor¨ªa de las pel¨ªculas realizadas desde 1990 son olvidables: ecos baratos de pel¨ªculas de acci¨®n estadounidenses y abundantes filmes de pomo blando.
A pesar de todo, hay algunos indicios alentadores: directores serios han empezado a abordar los grandes temas intocables del ¨²ltimo medio siglo, desde la ocupaci¨®n nazi y el Holocausto hasta el tedio y la opresi¨®n de los a?os comunistas. Algunos, entre ellos el recientemente fallecido Krzysztof Kieslowski -director polaco que alcanz¨® reconocimiento internacional por El Dec¨¢logo y la trilog¨ªa Azul, blanco y Rojo-, han analizado las nuevas cuestiones morales planteadas por la embestida del capitalismo salvaje.
Buena parte del p¨²blico del este europeo prefiere la evasi¨®n de las pel¨ªculas de acci¨®n de Hollywood a la incomodidad de tener que enfrentarse a un pasado desagradable y a un presente confuso. En todo caso, lo que se lleva son los ¨¦xitos de taquilla, porque los due?os de las salas se sienten m¨¢s seguros programando pel¨ªculas estadounidenses, que ahora suponen m¨¢s del 90% de la recaudaci¨®n. Adem¨¢s, el dram¨¢tico descenso en el n¨²mero de salas (por ejemplo, de 3.081 en 1989 en Bulgaria a s¨®lo 209 en 1996) significa que las pel¨ªculas serias pueden ser vistas por muy poca gente incluso en sus pa¨ªses de origen.
T¨ªpico es el caso de Bolshe Vita, del debutante h¨²ngaro Ibolya Fekete, que obtuvo una buena acogida en varios festivales, pero cuando el pasado a?o se estren¨® en Hungr¨ªa s¨®lo fue vista por 4.700 personas en 10 semanas. En cambio, Three Guardsmen in Africa, de Istvan Bujtor, comedieta sin contenido pol¨ªtico, atrajo a 207.000 personas, pero pese a ello s¨®lo logr¨® el octavo lugar en las recaudaciones, muy por detr¨¢s de pel¨ªculas estadounidenses como Independence Day y Twister.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.