Por amor al arte
Serenidad ambiental en torno a la pintura de Men¨¦ndez Rojas. Todos podemos ser gambas para ?lvarez Cascos y C¨ªa.
El arte amansa a las gacetilleras, y hoy llego a ustedes hecha una Mar¨ªa Ostiz insular por obra, y nunca mejor dicho, de los cuadros que la noche del martes admir¨¦ en el Centre Cultural Contemporani Pelaires. Les cuento. Desde hace siete a?os, el conocido galerista Josep Pinya tiene como norma inaugurar una exposici¨®n en agosto, lo cual le da a este mes un punto de distinci¨®n (violines). El sitio es ideal, antes palacio, despu¨¦s convento y hoy recinto art¨ªstico (entran dos cellos). Hay, adem¨¢s, amplias posibilidades (acordes esperanzados a cargo de una flauta o dos) de encontrarse con lo mejorcito de Mallorca y parte del extranjero en el anochecer de autos. Y, lo que a¨²n resulta m¨¢s excitante: los artistas que exponen suelen merecer la pena. El joven Men¨¦ndez Rojas y su exposici¨®n, titulada Aqva, no defraud¨® (trombones y trompetas) las expectativas. Sus formas humanas resolvi¨¦ndose en t¨²neles l¨ªquidos (campanillas) me parecen estupendas, llenas de fuerza (ta-ch¨¢n) y vigor (ta-ta-tach¨¢n). En serio, vale la pena.Como lo vali¨® codearse con lo m¨¢s de la isla: Cristina Macaya (que ser¨¢ anfitriona de Carlos Fuertes un d¨ªa de estos y a quien envidi¨¦ su gargantilla de siete pisos); el nuevo director de la Fundaci¨®n Mir¨®, Aurelio Torrente, que es un gran amante de la naturaleza (creci¨® en Venezuela, rodeado quiz¨¢ de serpientes: ideal para luego moverse a gusto en el mundo del arte); Joan Punyet, nieto de Joan Mir¨® y muy simp¨¢tico; Camilo Jos¨¦ Cela Conde, escritor y navegante en la Hispaniola en las ¨²ltimas regatas reales; el nuevo director literario de Editorial Planeta, Basilio Baltasar; el escritor y poeta Biel Mesquida; nuestro amado y premiado Fernando Schwartz, y un largo etc¨¦tera de pintores y escultores, entre los que destacaban Yannick Vu y Ben Jakober, Ram¨®n Canet, Mar¨ªa Carbonero ...
M¨¢s tarde, en la villa italianizante propiedad de Pinya se desarroll¨® una selecta cena. Entre los pinos, distribuidos en las diferentes p¨¦rgolas y picoteando de un bufete aut¨®ctono, los invitados nos dimos contento los unos a los otros en un ambiente de elegancia y cordialidad.
Digno colof¨®n de una jornada beat¨ªfica, en cuyo transcurso tambi¨¦n se despidi¨® de la audiencia -aunque no para siempre, me temo- la teletrituradora Nieves Herrero, que podr¨ªa volver, si el Popocatepelt no nos alcanza milagrosamente antes, para hacerse cargo de uno de esos programas de tarde en los que una locutora presenta fen¨®menos que no querr¨ªa ver expuestos si pertenecieran a su familia. Sin embargo, por mucho que a m¨ª el arte me haya serenado el ¨¢nimo y por mucha frivolidad que podamos admitir e incluso fomentar en esta ¨²ltima p¨¢gina, en este rinc¨®n no vivimos al margen del resto del peri¨®dico. No: y no quiero despedirme hoy de ustedes sin pedirles que dediquen un pensamiento emocionado a los rebecos que ayer entregaron su vida para el s¨®lo placer de los cazadores que, amparados por la Sociedad Astur de Caza, se saltaron la legalidad en el coto Carombo-R¨ªo Mel¨®n, en pleno parque nacional de los Picos de Europa. No quisiera olvidar tampoco, aun a riesgo de ponerme demag¨®gica, a los trabajadores temporales (eternamente temporales, a lo que parece) de tierra y de Iberia que hacen huelga de hambre en el aeropuerto de Ibiza, y a quienes la compa?¨ªa no ha atendido, al menos hasta el momento de escribir esto.
Y para terminar, mi solidaridad m¨¢s absoluta para con los trabajadores y propietarios del Mes¨®n de la Portela, de Sanl¨²car de Guadiana (Huelva), que fueron arrasados por el vicepresidente ?lvarez Cascos; su esposa, Gemma, y numerosas personalidades del PP, en lo que podr¨ªa denominarse como una degustaci¨®n gratuita sin precedentes de los manjares locales, como el jam¨®n o las gambas. Lo que les sucedi¨® a los mesoneros, que les comieron condumios por m¨¢s de 75.000 pelas y luego nadie afloj¨® la pasta de la factura, puede ocurrirnos a nosotros. Es m¨¢s, creo que nos est¨¢ sucediendo, s¨®lo que a¨²n no hemos echado las cuentas. Cualquier d¨ªa nos despertamos para encontrarnos con que nos han quitado la gabardina, se nos han comido la cola y, encima, nos est¨¢n chupando la cabeza.
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