Par¨ªs reconstruye la historia del tut¨² como s¨ªmbolo de la danza
Pina Bausch quiere bailarinas con gabardina; Jean-Claude GaIlota en calcetines; Karine Saporta, desnudas; y Philippe Decouffl¨¦ las viste de Kasperle, pero todos esos core¨®grafos modernos andan peleados con el tut¨², esa m¨ªtica faldita vaporosa que durante tantos a?os fue el s¨ªmbolo de la danza. Ahora, y hasta el 15 de septiembre, la ¨®pera de Par¨ªs, en su sede del Palais Garnier, reconstruye la historia del tut¨² desde Luis XIV hasta nuestros d¨ªas.La g¨¦nesis del tut¨² es larga. El llamado Rey Sol era un gran bailar¨ªn y enamorado de la danza. ?l fij¨® una serie de c¨®digos vestimentarios que Luis XV y Luis XVI perfeccionaron, introduciendo sedas, gasas y muselinas en las faldas, pero siempre sobre un pantaloncito. La Revoluci¨®n hizo triunfar las transparencias,, dej¨® los hombros desnudos e hizo de las bailarinas personajes reci¨¦n salidos de la antig¨¹edad cl¨¢sica, a veces con el pecho al aire y sencillas t¨²nicas.
La restauraci¨®n mon¨¢rquica con Luis XVIII consagra el blanco, color de la corona, y alarga las faldas. Sosth¨¨ne de la Rochefoucauld, director de la ¨®pera, exige que lleguen hasta los tobillos, que, las chicas lleven una suerte de malla y algo as¨ª como una braga suplementaria. El tut¨² propiamente dicho nace con la representaci¨®n de La Sylphide, con el vestuario ideado por Eug¨¨ne Lami para Marie Taglioni, la ?talo-sueca que impuso la t¨¦cnica de bailar de puntas. Lami dej¨® desnudos el cuello y la espalda de, Marie, envolvi¨® su cuerpo con un corpi?o de seda y cubri¨® sus piernas, con una falda de cr¨ºpe doblada de muselina.
Un ideal de fragilidad
El tut¨² rodea el cuerpo de la bailarina de una nube, transmite la sensaci¨®n de inmaterialidad, de ligereza, un ideal de fragilidad. Con Giselle (1841), el invento se convierte en uniforme y la danza se. llena de espectros, fantasmas y de palidez de resucitadas. En la ¨®pera de Par¨ªs todo es sublime y las bailarinas-estrella tienen derecho a un trato digno de su condici¨®n de diosas, pero el resto de los cisnes son patitos feos que cosen y recosen su ropa, la lavan, almidonan y planchan cada noche para seguirse imaginando et¨¦reas.. En los teatros de variedades, las gasas, muselinas o tules se encogen, las mallas y braguitas suplementarias desaparecen, y los viejos verdes compran butacas de primera fila. Nace el nombre de tut¨², seg¨²n unos, diminutivo del costoso tul, seg¨²n otros, apelativo entre infantil y procaz con el que se designa el ano.
La exposici¨®n explora todas las posibilidades del tut¨², tan pronto concebido como indumentaria po¨¦tica como sin transici¨®n convertido en mono de trabajo. En realidad ?es un s¨ªmbolo de castidad y pureza o de exhibicionismo y lubricidad, la: encarnaci¨®n huidiza de la danza o su t¨®pico m¨¢s repetido? Las fotos, dibujos, grabados y testimonios restituyen la historia de esta prenda ligera de peso, pero cargada de significaci¨®n.
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