Autoestima

Supongo que debe ser muy duro que llegue agosto y que los vestidos de torear apenas hayan salido del armario. Luego, cuando una carambola empresarial te permite hacer el pase¨ªllo, te viene la imposici¨®n del arte ahora Fija y del examen que te abre y cierra puertas. Puede ser que el mismo torero s¨®lo crea en su sombra de higuera negra, en la polilla de sus vestidos y en la carcoma del coraz¨®n. De otra forma no se explica que se tenga tan baja opini¨®n de uno mismo y que se desaproveche algo tan ins¨®lito hoy como un toro bravo. Falta de costumbre.Pepe Luis Mart¨ªn encontr¨® las dos caras de la moneda. Su primer toro fue de una bravura excepcional. Con la capa estuvo correcto, con cierto regusto cam pero, cuando se hace lo necesario para que la faena sea efectiva. Pepe Luis puso pinturer¨ªa donde ten¨ªa que haber rebosado la hondura. Tard¨® en verle, en bajarle la mano, en utilizar la izquierda, en ejercer el mando en plaza. Tard¨® tanto que perdi¨® el tren del triunfo. La otra cara de la moneda fue la mansedumbre del cuarto. Entr¨® cinco veces al caballo, le tir¨® cornadas al cuello y se abalanz¨® sobre ¨¦l cuando divis¨® en franquicia la popa del jaco. Menos mal que fue breve.

A Chiquil¨ªn le correspondi¨® otra joya de la. corona y, como era de rara perfecci¨®n, la engarz¨® en lata. Casi imposible estar m¨¢s lejos. Tanto desatino acab¨® por aburrir al astado. Si el quinto fue m¨¢s que potable, Chiquil¨ªn le respondi¨® con las mismas cualidades del agua: incoloro, inodoro e ins¨ªpido.

S¨®lo Juan Jos¨¦ Trujillo parec¨ªa confiar en sus posibilidades. Despu¨¦s de una larga cambiada, se evidenciaron dificultades ciertas. Una l¨¢stima. Complet¨® un gran tercio de banderillas en el sexto, porfi¨® con la muleta y se volc¨® al entrar a matar. La conclusi¨®n se expresa en una gran corrida de toros y en un matador que, de creer en s¨ª mismo, puede llegar a donde quiere ir.