La monarqu¨ªa brit¨¢nica se va contra los arrecifes
La feria en que se ha convertido la Casa de Windsor hace pensar a la mitad de los brit¨¢nicos que no llegar¨¢ al a?o 2050
"Los mon¨¢rquicos sol¨ªan decir que la familia real brit¨¢nica era la envidia del mundo. ?Si alg¨²n extranjero la quiere, av¨ªsenos, por favor!". Con esta petici¨®n, publicada ayer en el editorial del dominical The Observer, concluye una semana de pol¨¦micas en torno a la Casa de los Windsor. A las cr¨ªticas de la prensa se une tambi¨¦n la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos, que, seg¨²n una encuesta publicada el pasado martes, piensa que la Monarqu¨ªa desaparecer¨¢ en los pr¨®ximos 50 anos.La Monarqu¨ªa brit¨¢nica ha superado crisis en el pasado, incluida la abdicaci¨®n, por cuestiones de amor, de Eduardo VIII, el difunto duque de Windsor. Pero en v¨ªsperas del nuevo milenio, cuando los medios de comunicaci¨®n informan sobre cada movimiento de la supuestamente familia modelo, los brit¨¢nicos se muestran esc¨¦pticos sobre el futuro de esta antiqu¨ªsima instituci¨®n.
El 52% de los entrevistados para la encuesta opina que la Monarqu¨ªa quedar¨¢ abolida antes del 2050. El porcentaje de los que se oponen a la continuidad de la familia real contrasta con la media del 70% que sal¨ªa a favor en sondeos similares realizados entre 1987 y 1994. Las causas de la vertiginosa ca¨ªda tienen su origen en el comportamiento de los hijos y nueras de la reina Isabel, a la que cada d¨ªa sorprende la princesa Diana con un nuevo golpe, el ¨²ltimo de los cuales es su fotografiada pasi¨®n amorosa con Dodi al Fayed, el playboy hijo del due?o de los emblem¨¢ticos almacenes Harrod's, proveedores de la casa real. Diana, de 36 a?os, comenz¨® ayer otra temporada de vacaciones en aguas griegas, esta vez sin Dodi, de 41, a quien su anterior novia, la norteamericana Kelly Fisher, acusa de hacerle el amor por la noche mientras dedicaba las horas del d¨ªa a Diana. Ya hasta el pr¨ªncipe Guillermo, de 15 a?os, ,el. primog¨¦nito de Carlos y Diana, es objeto de persecuci¨®n. Ayer, un organizador de fiestas infantiles para la clase alta brit¨¢nica dijo poseer fotos en que Guillermo besa a una amiguita, si bien aseguro que nunca las har¨¢ p¨²blicas.
Pero m¨¢s que el continuo culebr¨®n en, que se han convertido las idas y venidas de Diana, lo que m¨¢s est¨¢ da?ando a la instituci¨®n es el cinismo del heredero de la Corona.
Al confesar su adulterio por televisi¨®n, en la entrevista del a?o pasado, el pr¨ªncipe Carlos asest¨® un, golpe mortal a la Monarqu¨ªa. Sus palabras demostraron a muchos brit¨¢nicos que su boda con Diana no fue un impulso de amor, sino un ardid para lograr descendencia que se materializ¨® con el nacimiento de Guillermo y Enrique. Desde entonces, su amante, la divorciada Camilla Parker-Bowles, es la figura m¨¢s impopular del entorno Windsor. La encuesta del martes confirma esta opini¨®n generalizada al demostrar que tres cuartas partes de, los consultados se niegan a, aceptarla como reina consorte.
La maquinaria para rehabilitar a Camilla funciona este verano a todo gas. El propio Carlos abona el terreno para favorecer la aparici¨®n en p¨²blico de la pareja y su aceptaci¨®n por parte de los brit¨¢nicos, y el mes pasado permiti¨® que se dieran a conocer sus planes sobre la fiesta que prepar¨® con motivo del 50? cumplea?os de ella. ?l tiene 48.
La estrategia del pr¨ªncipe est¨¢ dando resultados., Seg¨²n la consulta, el 55% de los brit¨¢nicos desea que se case y herede la Corona, frente al 44%, que defend¨ªa esta doble premisa el a?o pasa do. Igualmente ha descendido el porcentaje de opiniones, del 45% al 40%, que, se niegan a reconocerle como el futuro rey.
Pero si el talante de los brit¨¢nicos parece mejorar, la relaci¨®n sentimental del pr¨ªncipe fomenta graves divisiones en el seno de la Iglesia anglicana. Un tercio de los curas entrevistados recientemente afirma que negara su juramento al heredero. Y tres cuartos de los consultados se oponen a que la Iglesia. sancione una segunda boda de Carlos.
Estos resultados est¨¢n en l¨ªnea con la doctrina anglicana, que desaprueba el divorcio -la princesa Ana tuvo que viajar a Escocia para celebrar su segundo matrimonio- as¨ª como las relaciones extramaritales que Carlos mantuvo mientras conviv¨ªa con Diana. Sin embargo, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica cierra los ojos a la vida privada del pr¨ªncipe de Gales a pesar de que altos representantes -el archidi¨¢cono de York, George Austin, entre ellos- critican esta actitud ben¨¦vola.
El arzobispo de Canterbury rompi¨® finalmente su silencio el pasado d¨ªa 5, durante una visita a Australia. Si el heredero de la Corona se vuelve a casar, se?al¨® George Carey, "crear¨¢ una crisis en la Iglesia". La jerarqu¨ªa anglicana, seg¨²n Carey, aceptar¨¢ a un rey divorciado como jefe supremo espiritual y defensor de la fe, prerrogativa de los monarcas brit¨¢nicos, pero no coronara a un rey recasado.
La crisis que acarrea una segunda boda de Carlos conlleva un dilema constitucional que posiblemente concluir¨¢ con la separaci¨®n del Estado y la Iglesia. El divorcio de ambas instituciones romper¨¢ con una tradici¨®n poco acorde con la actual estructura de la sociedad brit¨¢nica. El propio pr¨ªncipe parece aceptar esta anomal¨ªa y ha dicho que desea ser "jefe de las fes", es decir, no s¨®lo de la cristiana, sino tambi¨¦n de la musulmana y la jud¨ªa hacia las que Carlos ha tenido ya gestos.
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