La corte de los milagros de Bor¨ªs
El libro de memorias del antiguo guardaespaldas del presidente ruso ofrece an¨¦cdotas sabrosas de la vida privada del l¨ªder y de su s¨¦quito
"Alexandr Vas¨ªlievich, despert¨® a Korzhakov Na¨ªna I¨®sifovna, la esposa del presidente: 'Bor¨ªs Nikol¨¢ievich se levant¨®, por lo visto quer¨ªa ir al ba?o... Pero se cay¨®, se orin¨® y yace sin moverse. ?No le habr¨¢ dado un infarto?-. As¨ª describe el exguardaespaldas de Yeltsin lo sucedido en el avi¨®n que el 30 de septiembre de 1994 llevaba al presidente ruso desde EE UU a Mosc¨² v¨ªa Irlanda. Na¨ªna Yeltsina, desconcertada por lo ocurrido, fue a despertar a Korzhakov antes que a los m¨¦dicos, lo que da una idea de cu¨¢n estrechas eran las relaciones entre el ex general y la familia del presidente.El libro de memorias de Alexandr Korzhakov Bor¨ªs Yeltsin: del amanecer al ocaso seguramente desilusionar¨¢ a quienes buscan revelaciones sensacionales sobre el l¨ªder ruso: no las encontrar¨¢ por la sencilla raz¨®n de que su afici¨®n por el alcohol nunca ha sido un secreto para nadie. En cambio, cautivar¨¢ a los kremnlin¨®logos y a los que buscan- detalles sabrosos y an¨¦cdotas sobre los personajes que rodean al presidente ruso.
Yeltsin aparece en las memorias de su guardaespaldas corno una persona un poco avara -no quer¨ªa pagar a los que le construyeron su casa de campo, a pesar de que le pidieron el precio m¨ªnimo, y finalmente lo hizo a rega?adientes-, a quien le gusta presumir, le encanta que le adulen y no soporta. que le critiquen. Cuando conduce se convierte en peligro p¨²blico -confunde los pedales-, y tambi¨¦n cuando le da por tocar una melod¨ªa con cucharas, ya que siempre golpea con ellas a quien se encuentre al alcance de su mano, aunque se trate de alg¨²n presidente, como sucedi¨® con Askar Ak¨¢iev, el l¨ªder kirguizo.
M¨¢s que odio por Yeltsin, algunas p¨¢ginas rezuman antipat¨ªa por el ex presidente sovi¨¦tico Mija¨ªl Gorbachov y, sobre todo, por su esposa, Ra¨ªsa, que se inmiscu¨ªa en todo y se paseaba por el Kremlin se?alando lo que hab¨ªa que reparar o cambiar. "En el despacho de su marido, por orden suya, el general Plej¨¢nov, jefe de la Seguridad del, presidente de la antigua URSS, deb¨ªa mover, en presencia de sus subordinados, de un lado para otro pesad¨ªsimas l¨¢mparas de bronce [ ...] . Quiz¨¢ por eso Plej¨¢nov traicion¨® a Mija¨ªl Sergu¨¦ievich en For¨®s. Son pocos los que perdonan las humillaciones".
Ahora, en lugar de Ra¨ªsa es Tatiana, la hija de Yeltsin, la que "manda en el Kremlin'.', constata Korzhakov. "Primero s¨®lo cambiaban las toallas y el papel higi¨¦nico en sus apartamentos del Kremlin. Despu¨¦s exigi¨® una cara vajilla para las recepciones que ella comenz¨® a organizar y finalmente pidi¨® cocineros y camareros presidenciales. Y todo esto sucedi¨® antes de que fuera nombrada asesora".
Bor¨ªs Berezovski, el millonario empresario que hoy es n¨²mero dos del Consejo de Seguridad, fue uno de los primeros que comprendi¨® que la mejor manera de influir en Yeltsin era a trav¨¦s de Tatiana. Esto no le fue dif¨ªcil, pues r¨¢pidamente comprendi¨® que la hija del presidente "adora los regalos". "Y Berezovski le obsequi¨® primero un Niva y despu¨¦s un Chevrolet".
Berezovski constantemente contaba las barbaridades que, seg¨²n ¨¦l, dec¨ªa su principal rival -que, hoy es su aliado-, el jefe del grupo financiero Most, VIad¨ªmir Gusinksi, sobre Yeltsin. Todos estos cotilleos llegaban a o¨ªdos de Yeltsin a trav¨¦s de Tatiana. Por eso no es de extra?ar que un buen d¨ªa Yeltsin estallara en c¨®lera y recriminara a Korzhakov, que no hiciera nada contra Gusinski.
"Busque un pretexto, pers¨ªgalo por todas partes, no le deje tranquilo. Cr¨¦ele una atm¨®sfera tal que sienta que la tierra arde bajo sus pies", orden¨® entonces a Korzhakov. Y ¨¦ste cumpli¨®: organiz¨® aquella famosa persecuci¨®n de fines de 1994 que termin¨® frente a la Casa Blanca rusa, cuando los hombres del general, hoy ca¨ªdo en desgracia, detuvieron a todos los guardaespaldas de Gusinksi, a quienes tuvieron durante horas inmovilizados en la nieve. Aquel episodio desencaden¨® las protestas de los banqueros y de la prensa, pero Berezovski consigui¨® su objetivo y Gusinski se refugi¨® en Londres durante cinco meses.
Berezovski -que a pesar de tener como empresario una dudosa reputaci¨®n fue introducido en el Kremlin por Valent¨ªn Yum¨¢shev, el actual jefe de la Administraci¨®n presidencial ten¨ªa dos temas de conversaci¨®n infalibles. Uno era c¨®mo deshacerse de Gusinski; del alcalde de Mosc¨², Yuri Luzhkov, y del asesor de ¨¦ste, l¨®sif Kobz¨®n, que es tambi¨¦n empresario y famos¨ªsimo cantante. El otro era "sus enciclop¨¦dicos conocimientos sobre la vida privada de cualquier persona famosa, ya fuera pol¨ªtico, banquero o artista".
Korzhakov no s¨®lo deja muy mal parados a muchos de los personajes que actualmente tienen influencia en el Kremlin, sino tambi¨¦n a otros que hoy han pasado a segundo plano, pero que en su ¨¦poca desempe?aron un papel fundamental en la historia moderna de Rusia. Es el caso, por ejemplo, de Guennadi B¨²rbulis, que pudo haberse convertido en el candidato de Yeltsin para la vicepresidencia de Rusia.
Pero cuando Yeltsin todav¨ªa no hab¨ªa tomado la decisi¨®n definitiva, "el mismo B¨²rbulis ech¨® a perder su carrera". Un d¨ªa que estaba comiendo con los Yeltsin, "bebi¨® m¨¢s de la cuenta y en presencia de las mujeres de Na¨ªna y Tatiana-, durante el brindis, comenz¨® a soltar tacos", cosa que Yeltsin no soporta. Por si fuera poco, B¨²rbulis "se sinti¨® mal debido al alcohol, se fue a un rinc¨®n de la habitaci¨®n y all¨ª mismo vaci¨® su est¨®mago; despu¨¦s continu¨® su brindis como si nada".
"Nunca hab¨ªa visto yo nada semejante. Las mujeres se quedaron petrificadas y soportaron lo sucedido como una humillante, tortura. Y B¨²rbulis, que se las daba de sagaz psic¨®logo, no comprendi¨® que en ese minuto firm¨® su sentencia definitiva se?ala Korzhakov.
Casi nadie se salva de los mordaces comentarios de Korzhakov: el primer ministro, V¨ªktor Chernomirdin, es un hip¨®crita en el que no se puede confiar; V¨ªktor Iliushin, quien durante a?os fue el principal asesor de Yeltsin, un adulador, un cobarde y un amante del lujo; Viacheslav K¨®stikov, ex secretario de prensa de Yeltsin y ex embajador en el Vaticano, un d¨¦bil homosexual que llen¨® la oficina de prensa del presidente "con representantes de las minor¨ªas sexuales". Y si sucediera "un milagro" y se publicara la lista, s¨®lo de los soplones del KGB que el pueblo "puede reconocer por su cara, estallar¨ªa una crisis pol¨ªtica". "A la pregunta de qui¨¦nes son nuestros l¨ªderes, quien nos gobierna, la respuesta ser¨ªa inequ¨ªvoca: agentes de los servicios secretos".
Ataque canino a un vecino ilustre
El edificio sito en el bulevar de Oto?o, donde se encuentra el piso de los Yeltsin, fue construido especialmente por orden. del presidente y ¨¦l mismo aprob¨® la lista de sus inquilinos. La idea de quien acab¨® con el comunismo en Rusia era, parad¨®jicamente, vivir en una especie de comuna. Pero no hubo que esperar a que expulsaran del Kremlin a los generales Alexandr Korzhakov y Mija¨ªl Barsukov para que el idilio terminara. En realidad, ¨¦ste nunca existi¨®.Hab¨ªa por los menos dos habitantes del famoso edificio que se odiaban desde un comienzo: Lev Suj¨¢nov, asesor de Yeltsin, y Valent¨ªn Yum¨¢shev, el actual jefe de la presidencia, quien, seg¨²n Korzhakov, siempre anda desali?ado. Incluso su piso, donde reina el desorden, huele mal.
La causa de la enemistad de Suj¨¢nov y Yum¨¢shev eran los pastores alemanes que ten¨ªan, que en cuanto se ve¨ªan se lanzaban el uno contra el otro. En una de estas peleas, Suj¨¢nov le dio una feroz patada a Fil, el perro de Yum¨¢shev. Craso error, como luego se vi¨®.
Una tarde en que Suj¨¢nov regresaba de buen humor, vio que Ira, la esposa de Yum¨¢shev, hab¨ªa sacado a pasear a Fil, y decidi¨® acerc¨¢rsele y tratar de entablar buenas relaciones con el perro.
En el lugar m¨¢s ¨ªntimo
"Bueno Fil, ?cu¨¢ndo vamos a hacemos amigos, cuando dejar¨¢s de pelear con mi Krass?", empez¨® a decir Suj¨¢nov, acariciando al perro. Este baj¨® las orejas, escuch¨® con paciencia el discurso conciliador y repentinamente mordi¨® al estupefacto asesor presidencial entre las piernas, en el lugar m¨¢s ¨ªntimo. Ira, con dificultad, logr¨® hacer retroceder al perro, pero Fil se solt¨® y lo mordi¨® de nuevo. El pobre Suj¨¢nov cay¨® al suelo y sus pantalones r¨¢pidamente se mancharon de sangre. La esposa de Yum¨¢shev llev¨® corriendo a su perro a casa y despu¨¦s condujo en su coche a la v¨ªctima al Hospital Cl¨ªnico Central, que se encuentra a dos minutos de nuestro edificio", escribe Korzhakov.
Aunque la operaci¨®n que le hicieron a Suj¨¢nov fue todo un ¨¦xito, su furia no pasaba. Lo que m¨¢s le indignaba era que Ira, camino del hospital, le dijo ir¨®nicamente. "?Qu¨¦ le preocupa tanto, Lev Yevgu¨¦nievich? S¨ª usted ya no iba a tener hijos". Suj¨¢nov estuvo unas dos semanas hospitalizado y, cuando regres¨® a casa, comenz¨® a recoger firmas para una carta que hab¨ªa redactado contra Fil, con el fin de expulsar del edificio a los Yum¨¢shev y a su perro. A prop¨®sito, Korzhakov tiene un pastor alem¨¢n, Berta, hermana de Fil.
Entre los otros pol¨ªticos que 'viven en el edificio figuran el presidente del Gobierno, V¨ªktor Chemomirdin, y el alcalde de Mosc¨², Yuri Luzkov; el ex primer ministro Yegor Gaidar; y los ex ministros P¨¢vel Grachov y Oleg Soskovets, a quien odia Chemomirdin.
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