El beso

Un beso, el de lady Di, sigue siendo la noticia del verano, por m¨¢s esfuerzos que han hecho los palestinos poniendo bombas y pese a la voluntad de Maruja Torres de arrimar la sardina informativa a este pa¨ªs. Por mucho que pretendamos, no se puede comparar un beso de lady Di con el divorcio de Isabel Sartorius o con los pantalones cortos del presidente Aznar.El verano pasado fue Ducruet, el ex marido y ex guardaespaldas de Estefan¨ªa de M¨®naco, aunque lo de ¨¦ste no fue solamente -un beso, sino todo un recital de arrumacos y posturas dignas de la mejor tradici¨®n de las pel¨ªculas de los viernes del Canal +. Pero ni aun ¨¦stas podr¨ªan competir con el apasionado beso de Lady Di. Ducruet era un parvenue y ¨¦sta es una princesa, y las princesas, ya se sabe, cuando besan es que besan de verdad.

En Espa?a, mientras tanto, nuestras infantas siguen intactas, una mirando a Marichalar y la otra preparando su boda para este oto?o con un adonis del balonmano que, aparte de ser de aqu¨ª, ni siquiera tiene amigos peligrosos. As¨ª no vamos a ning¨²n lado. Ya se pueden besar lo que ellos quieran, que nadie les va a hacer caso.

Uno piensa, en su osad¨ªa, que ya que tenemos una familia real, deber¨ªamos al menos exigirles. No basta con que paseen sus palmitos bronceados por Mallorca. Deber¨ªan alimentar los sue?os de todo el pueblo, que para eso es el que les paga, y eso ya no se consigue con bodas, aunque sean con f¨®lcl¨®ricas y toreros incluidos. La gente hoy quiere espect¨¢culo y, si no lo tiene aqu¨ª, lo va a buscar a otro sitio. Por eso el ¨¦xito de Lady Di. Por eso y porque ella sabe, al rev¨¦s que nuestras infantas, que en el fondo todos somos unos ni?os que seguimos pensando que cualquier d¨ªa una princesa nos besar¨¢ y nos volver¨¢ de sapos en pr¨ªncipes.

Eso s¨ª que es patriotismo.