Peque?eces
Los camiones surcaban las carreteras entre M¨¢laga y Sevilla, haciendo viajar la reedici¨®n de la obra del padre Coloma, donde se nos dice que trap¨ªo, trapacer¨ªa y tr¨¢pala vienen de la misma ra¨ªz. Si las reses que se lidiaron fueron como fueron, no quiero pensar en las que volvieron a la dehesa.Al mirar la tablilla del peso, me ten¨ªa que frotar los ojos: nunca he visto gatos tan grandes. Todo es relativo ya que, desde el ruedo, la opini¨®n es muy otra y el peligro cierto, pero no es lo mismo chocar contra el expreso que contra el carrillo de los helados, frase de Ruiz Miguel.
A Emilio Mu?oz, de la calle Pureza, le sientan mejor los aires andaluces que los mesetarios; acaso tambi¨¦n los toros. Los primeros ol¨¦s brotaron el capote trianero, al recibir y quitar por ver¨®nicas.
Rojas, Gonz¨¢lez / Mu?oz, Tato, Canales
Tres toros de Gabriel Rojas, 1?, 2? y 3?, y tres de Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez, todos ellos faltos de trap¨ªo, fuerza y pitones. Emilio Mu?oz: estocada baja (oreja); media estocada baja y perpendicular (saludos). Ra¨²l Gracia, 'E] Tato': estocada trasera desprendida y rueda de peones aviso- (oreja); estocada trasera (petici¨®n y dos vueltas, la segunda protestada). Jos¨¦ Antonio Canales Rivera: estocada (saludos); dos pinchazos y un descabello (silencio).Plaza de la Malagueta, 19 de agosto 6? a corrida de feria. Un cuarto de entrada.
Comenz¨® con ayudados por alto y fue desgranando tandas por ambos lados, en las que funcionaba mejor el temple que la estrechez. El toro, un n¨²?ez de los sesenta, iba y ven¨ªa y, a veces, se postraba de rodillas y a sus pies. La faena vino a menos cuando el instrumento enmudeci¨® y se encarg¨® el torero de rodear al toro.
?l cuarto manse¨® y derrib¨® el caballo del reserva, con tan gran peligro que Mu?oz ni se molest¨® en acudir al quite, ocupado en pedir el cambio tras el severo castigo de un puyazo. Con la muleta, son¨® un ol¨¦ tras un derechazo. La res, me cuesta llamarla toro, falleci¨® en chiqueros.
Falta de argumento
El Tato es torero recio, capaz de lucir con el toro a base de poder¨ªo. Para equilibrar la balanza, aunque el hombre sali¨® infiltrado, deber¨ªan haberle atado una mano, la derecha, a la espalda. Dom¨® la violenta embestida del segundo templando por ambos lados, hasta dejarlo convertido en un astado de carril, de v¨ªa estrecha, claro est¨¢. En el quinto volvi¨® a empezar con br¨ªo, se bien picote¨® mucho m¨¢s. Ambas faenas fueron cayendo poco a poco por falta de argumento.
El tercero estaba cojo como el pirata Patapalo. Canales tore¨® el aire en innumerables series, de ninguna de las cuales guardo memoria. En el ¨²ltimo, su labor estuvo presidida por la voluntad en ausencia de mayor bagaje.
El personal se complaci¨® mucho con tan lucido espect¨¢culo. De haberse lidiado toros, ni les cuento.
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