El cuento
Me refiero a los cuentos que nos contaban de ni?os, aquellos que terminaban con "?quieres que te lo cuente otra vez?". Si quer¨ªas, all¨¢ iba, hasta que oyente o narrador navegaban en sue?os. Ahora, cuando la repetici¨®n de la noria de la fiesta te fuerza a la duermevela, cada vez que la dureza del asiento te despierta, te est¨¢n contando el mismo cuento. Extra?a unanimidad de toreros que se suceden a s¨ª mismos y de toros que nunca mueren, borregos negros sobre un albero bostezante.C¨¦sar Rinc¨®n fue una nana permanente. Tore¨® al primero sin abandonar su zona de seguridad. No hubo, en ning¨²n momento, el menor atisbo de comunicaci¨®n con el toro. Un mon¨®logo con sue?o y mutis.
En el cuarto empez¨® con un poquito de chispa. ?Se acuerdan de aquel torero que se cruzaba y embarcaba de largo? Pues no tiene nada que ver con ¨¦ste. Todo el tiempo actuando desde tierras lejanas, entre pasos y paseos. Una voltereta impresionante, tras haber hecho caso omiso a dos advertencias, conmovi¨® la plaza.
Rojas / Rinc¨®n, Aparicio, Cordob¨¦s
Cinco toros de Gabriel Rojas, 1?, 2? y 5? anovillados; 3? y 4?, algo m¨¢s cuajados. Uno de Carmen Borrero, al uso.C¨¦sar Rinc¨®n: estocada tendida (saludos); estocada tendida (oreja). Julio Aparicio: estocada trasera y dos descabellos (silencio); media estocada baja y atravesada y descabello (bronca). Manuel D¨ªaz, 'El Cordob¨¦s': estocada desprendida (oreja); estocada baja y descabello (oreja). Plaza de la Malagueta, 20 de agosto. 7? de feria. Un tercio de entrada.
Falta de fuerza
Al primero de Aparicio debieron haberlo picado a lo pamplonica, con un peri¨®dico doblado, tal era la falta de fuerza del novillo. Muy al contrario, el castigo fue inmisericorde y ah¨ª se acab¨® la historia. ?Quieres que te la cuente otra vez? Pues que Julio presentaba la muleta con gran ceremonia, y el toro, respondiendo con lentitud, pasaba. Pasaba el toro y no pasaba nada.
En el quinto, cuento. De buenas a primeras, el toro no lo pudo resistir y se ech¨®. Aparicio se descompuso en sus actores primos. M¨¢s detalles podr¨ªan llegar a herir la sensibilidad.
Resulta que la mejor historia la cont¨® El Cordob¨¦s por ver¨®nicas, en las que jug¨® bien los brazos y dej¨® quietos los pies. Las dos faenas fueron de m¨¢s a menos, compensando la segunda con los consabidos alardes.
Es inexplicable que toree erguido con la capa y que sea una alcayata con la muleta, hu¨¦rfano de calidad y forzado. Por contraste, me acord¨¦ de Antonio Bienvenida. Y me puse a so?ar.
A tales toreros, tales toros. Lo del ganado, perdido. No entiendo ni s¨¦ de letras, pero soy de la opini¨®n de que el toro no puede llegar a ser una categor¨ªa de la nada.
Los animalitos salen boyantes, aguantan dos carreras y se convierten en un trapo de fregar usado. Un puyazo, un espada, y -todo lo m¨¢s- media faena.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.