El fervor por el cine de los escritores del 27 choc¨® con el desd¨¦n de la generaci¨®n del 98
Un curso opone el miedo de Baroja y Machado a la pasi¨®n de Lorca y Alberti
"Yo nac¨ª, respetadme, con el cine". El c¨¦lebre verso de Alberti -incluido en -su segundo libro, Cal y canto- fue m¨¢s que una declaraci¨®n de principios. Seg¨²n sugin¨® ayer Vicente Molina Foix en El Escorial, fue el grito de libertad de la vanguardia de 27, que se rinde a " la magia del cine" y se aleja de los tristes pr¨®ceres de 98, literarios irreductibles como Miguel de Unamuno (1864-1936), Antonio Machado (1875-1939) o P¨ªo Baroja (1872-1956) que s¨®lo sienten miedo de ese "invento moderno". Don P¨ªo, seg¨²n su sobrino P¨ªo Caro, "tem¨ªa acatarrarse en las salas oscuras".
Pero, como pasa siempre, las cosas no fueron blancas o negras. Los veteranos del 27, como Guill¨¦n y Salinas, jam¨¢s compartieron la pasi¨®n de los j¨®venes por el cinemat¨®grafo. Y Azor¨ªn (1874-1968) se pasaba las tardes en las sesiones dobles del cine Gong ante el pasmo de Baroja, que no se lo explicaba. ?O s¨ª?: "Dado su hieratismo", cita P¨ªo Caro a su t¨ªo, "Azor¨ªn ten¨ªa la necesidad de ver el paso vertiginoso de las im¨¢genes, y eso le ha c¨ªa ir al cine o sentarse en la estaci¨®n de Sevilla a ver el metro".El asunto era serio. La divisi¨®n que suscit¨® el cine lleg¨® incluso a las familias. Cuando Antonio Machado a¨²n escrib¨ªa de la 'ri?o?er¨ªa cin¨¦tica" y proclamaba "el movimiento no es est¨¦ticamente nada", hac¨ªa 10 a?os que su hermano Manuel (1874 -1947) -considerado, como dijo Molina Foix, "el hermano tonto durante 40 a?os"- hab¨ªa intuido que "la acci¨®n del cine entre tiene mucho m¨¢s que el abuso de palabras de la literatura".
Pero para la mayor¨ªa de los empedernidos literatos de mesa camilla y brasero, el cine fue lo que hoy es Internet para tanta gente -un traurria- Molina Foix describe as¨ª los recelos de Unamuno y Machado: "A?os intentando despegarse de la lo cura rom¨¢ntica, buscando un sentido estable a la vida y el tiempo, y de repente llega ese medio sin codificar, inestable y ef¨ªmero-'Pasa y no queda nada', dijo Kafka-, todo velo cidad, apariciones y desapariciones, luces y sombras... Y les da miedo, claro".
Los nuevos autores -"Lorca y Alberti, sobre todo, pero tambi¨¦n Aleixandre, Ayala, Jarn¨¦s o Arconada...- iban a convertir ese temor -al mismo tiempo que en Francia- en atracci¨®n f¨¦rtil y motor intelectual. Una explicaci¨®n de Molina Foix es que "el cine mudo abundaba en eso que Paul Virilio llam¨® la pignolepsia, esos momentos raros de abstracci¨®n, de cesura, en los que uno desaparece de una situaci¨®n o pierde el hilo de la conversaci¨®n... Los j¨®venes ven en las veloces im¨¢genes de Keaton, Chaplin o Harold Lloyd el poder de una caja de magia".El fervor inunda la Residencia y sus alrededores. Antes de que llegue el sonoro y algunos se apeen del entusiasmo, Corpus Barga descubre un beso de cine y dice: "Nunca nos hab¨ªamos besado as¨ª". Fernando Vela, Rosa Chacel o Antonio Espina elogian desde Revista de Occidente la infantilidad y el frescor... Pero es Alberti el m¨¢s r¨¢pido en llevar al papel esa sensaci¨®n de "escamoteo de la realidad" que surge de las pantallas, al tiempo que introduce lo que Molina llama la "cl¨¢usula generacional": en su primer libro, Marinero en tierra (1924) -Del cinema al aire libre vengo, madre.-; en el poema de Cal y canto, y en su libro m¨¢s cin¨¦filo, Yo soy tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos.La afici¨®n de Federico Garc¨ªa Lorca, "m¨¢s constante que la de Alberti, se dej¨® ver con sus m¨¢s y sus menos". Entre lo segundo, la insinuaci¨®n de que Bu?uel y Dal¨ª le dedicaron Un perro andaluz. En lo positivo, Molina Foix cita "las referencias de Poeta en Nueva York" y dos ejemplos de "aplicaci¨®n de la narrativa del cine a la literatura": su "peque?a y deliciosa obra" El paseo de Buster Keaton y el gui¨®n El viaje a la luna.
Babelia
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