El brit¨¢nico Alan Rickman y el americano Paul Schrader muestran cine de alta calidad
Phyllida Law y Emma Thompson, madre e hija en la pantalla y la vida, rozan lo perfecto
ENVIADO ESPECIALAyer sigui¨® llegando gran cine a Venecia. Un actor brit¨¢nico metido a director, Alan Rickman, traslad¨® su talento ante las c¨¢maras a unos metros m¨¢s ac¨¢, detr¨¢s de ellas; y, con balbuceos perdonables en un primerizo en el oficio de dirigir, compuso The winter guest, una delicada e inteligente pel¨ªcula en la que dos formidables mujeres, Phyllida Law y Emma Thompson -madre e hija en la ficci¨®n y en la vida-, hacen maravillas consigo mismas y entre ellas. Algo parecido a lo que el estadounidense Nick Nolte logra en Affiction -arrolla y transmite la fort¨ªsima convicci¨®n con que act¨²a a trav¨¦s de una seguridad y una fusi¨®n con la imagen insuperables-, un duro y conmovedor filme escrito y dirigido por Paul Schrader que, paso a paso, se est¨¢ encaramando en el ¨²ltimamente casi despoblado olimpo del cine norteamericano.
No es dif¨ªcil recordar el rostro de Alan Rickman, su mirada gris, hipn¨®tica y con tendencia a reflejos apesadumbrados, que parece incrustada en carne dura como la piedra. Recu¨¦rdese el malo de Robin Hood, pr¨ªncipe de los ladrones, el padre de familia de Sentido y sensibilidad, el personaje Eamon de Valera de Michael Collins. Se adivina en ¨¦l una gran fuerza ir¨®nica contenida y dotes contundentes para la expresi¨®n directa, sarc¨¢stica e incluso con tintes tr¨¢gicos. Y algo de todo esto trasvasa a su primer trabajo de direcci¨®n, The winter guest.Pero combina estas dotes adivinables a primera vista con otras de signo contrario inesperadas en un rostro como el suyo: un fort¨ªsimo -por mucho pudor que interponga entre el espectador y la pan t a
lla- instinto l¨ªrico y una evidente soltura para. desenvolverse en el misterio de la geometr¨ªa del matiz, en la matem¨¢tica de la construccion interior, pincelada a pincelada, de los ocho espl¨¦ndidos personajes que entrelaza en The winter guest.
Los buenos actores, si adem¨¢s son inteligentes y sobre todo generosos, suelen ser buenos directores de actores. Conocen por dentro y al dedillo el riesgo moral que conlleva interpretar, entregar el propio cuerpo a una abstracci¨®n ajena e incorp¨®rea. Es el riesgo -algo suicida, pues pone en juego la autoestima- que todo verdadero actor -que es aqu¨¦l capaz de encarnar una ficci¨®n sin fingirla, de ser otro sin simularlo- respeta, cuida, incluso mima cuando traslada su oficio detr¨¢s de las c¨¢maras y dirige a sus colegas.
Emoci¨®n
El duro, el p¨¦treo actor brit¨¢nico Alan Rickman es de esta estirpe y pone con fuerza su sello en The winter guest, logrando extraer de sus colegas int¨¦rpretes y, en especial, de Emma Thompson y la veterana (y, sin duda, genial) Phyllida Law, que bordan un d¨²o hija-madre de los que merecen pasar a una antolog¨ªa de esa peculiar¨ªsima emoci¨®n por contagio directo que s¨®lo una pantalla verdaderamente viva es capaz de proporcionar, una emoci¨®n tan sutil y gratificadora que s¨®lo a pel¨ªcula pasada nos permite descubrir la compleja y minuciosa elaboraci¨®n y la enorme acumulaci¨®n de informaci¨®n que lleva dentro, por debajo de su discurrir aparentemente espont¨¢neo.
Tres cuartos de hora de r¨¦plica y contrarr¨¦plica entre Emma Thompson y Phyllida Law nos desvelan no s¨®lo los recovecos de dos caracteres y dos identidades enormemente cre¨ªbles, sino tambi¨¦n el signo de dos vidas enteras encerradas en un mundo peque?o, ¨ªntimo, que poco a poco se va ensanchando hasta hacerse met¨¢fora del mundo, gracias a la capacidad de interrelaci¨®n rec¨ªproca que nos regalan estas dos fascinantes mujeres de escenario y de pantalla.
Y no puede, en absoluto, considerarse aqu¨ª irrelevante el hecho de que este d¨²o madre-hija de la ficci¨®n alimente su credibilidad, su agilidad y su fuerza de convicci¨®n del hecho de que es tambi¨¦n un d¨²o madre-hija real, ver¨ªdico, pues la para nosotros casi desconocida Phyllida Law, esposa de Eric Thompson, es madre (y maestra) de la c¨¦lebre Emma.
Desgarro
Fuera de concurso nos lleg¨® Affliction, pel¨ªcula n¨²mero 14 que dirige Paul Schrader -el formidable guionista de Taxi driver y Toro salvaje-, que ha tardado en poner sus dotes de director de cine a la altura de su maestr¨ªa en la escritura cinematogr¨¢fica. Ya en su anterior pel¨ªcula, Light sleeper, que rod¨® hace seis a?os, logr¨® por fin ese delicado equilibrio, que ahora consolida en Affliction, un filme de notable austeridad y desgarro, que permite al c¨¦lebre Nick Nolte -bien apoyado por Willem Dafoe, Sissy Spaceck y James Coburn- lograr una creaci¨®n memorable, de extrema dificultad y no obstante conseguida con la precisi¨®n y la agilidad propia de los grandes c¨®micos.
Arrolla Nolte en Affliction y transmite la fort¨ªsima convicci¨®n con que act¨²a a trav¨¦s de una seguridad de gesto y una fusi¨®n con la imagen insuperables. Tan convencido estaba de que era necesario para ¨¦l hacer este trabajo que renunci¨® a cobrar su salario de estrella y se enrol¨® en la pel¨ªcula a precio de secundario. Era imprescindible para Schrader hacer esta pel¨ªcula -dram¨¢tica y pol¨ªticamente muy radical; sin la menor concesi¨®n al conservadurismo dominante- sin las cesiones de libertad que exige el dinero de Hollywood, y Nolte le sigui¨® a ciegas, enriqueciendo su carrera con un empobrecimiento de su cuenta corriente.
Y comportamientos de entrega como ¨¦ste -recu¨¦rdese a Charlton Heston en Sed de mal y Mayor Dundee: por ah¨ª pas¨® a la historia del cine, aunque entonces ingresase en la ruina- los atrapa, nadie sabe c¨®mo, la pantalla y quedan fijados en ella como la parte m¨¢s secreta y enigm¨¢tica de la pasi¨®n de crear pel¨ªculas.
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