Una mirada a la periferia
"Chevrolet es una road-movie cuando se han acabado las carreteras", afirm¨® en una ocasi¨®n Javier Maqua para definir esta su segunda incursi¨®n en el largometraje comercial, a m¨¢s de 15 a?os de su deb¨² en Tu est¨¢s loco, Briones. Novelista, periodista, dramaturgo, ensayista y, por encima de todo, poseedor de una mirada libre de las trabas a que obligan las componendas, Maqua es un hombre libre de pactos y suficientemente osado como para hacer que un psiqui¨¢trico, en su primer filme, y ahora un coche abandonado terminen convirti¨¦ndose en profundas met¨¢foras de un desencanto social frente al cual, en ocasiones, desviamos nuestros ojos.No otra cosa es Chevrolet que la invitaci¨®n a que los tengamos bien abiertos. Personajes como El Brujas o esa conmovedora Luc¨ªa con la que Isabel Ordaz obtiene un papelazo est¨¢n entre nosotros, como igualmente entre nosotros anidan esos bestias del bastonazo y la Naci¨®n Blanca, esos negros inmigrantes que se apelotonan en cualquier antro, esos personajes sin ma?ana y sin pasado, presente puro hecho de pinchazos y ausencia de cualquier esperanza...
Chevrolet
Direcci¨®n: Javier Maqua. Gui¨®n: J. Maqua y Montxo Armend¨¢riz, seg¨²n la obra teatral Coches abandonaos. Fotograf¨ªa: Juan Carlos G¨®mez. M¨²sica: Angel Enfedaque. Producci¨®n: Luis A. Ram¨ªrez y Gaizka Urresti, Espa?a, 1997. Int¨¦rpretes: Javier Albal¨¢, Isabel Ordaz, Manuel de Blas, Mario Zorrilla, Alfonso Asenio, Mariola Fuentes. Estreno en Madrid: cines Cristal, Albufera, Liceo, Victoria, Ideal, Real Cinema.
Expectativas
La c¨¢mara de Maqua se mueve para hacernos reflexionar, para que sintamos empat¨ªa por personajes que est¨¢n en nuestras inc¨®modas ant¨ªpodas, pero que en el fondo tienen expectativas no muy diferentes de las nuestras: la b¨²squeda del amor, la necesidad del contacto con otro cuerpo; la determinaci¨®n de transitar por ese campo de minas en que se ha convertido la vida cotidiana en el tardocapitalismo. Con un ritmo a veces demasiado vacilante, pero con la convicci¨®n de quien quiere llegar hasta el final de unas vidas rotas, el director organiza un discurso recorrido enteramente por la reivindicaci¨®n de sentimientos tan poco frecuentes en las pantallas como la solidaridad, la comprensi¨®n; por qu¨¦ no, tambi¨¦n la piedad.
As¨ª, las vidas de un fracasado director de cine (De Blas), de su amigo proteg¨¦ y actual drogodependiente (Albal¨¢) y de la mujer de barrio que sufre porque tiene a su madre internada en un asilo (Ordaz) terminan interseccionando para construir un discurso que nos recuerda que todos somos, potencialmente, candidatos a vivir en un viejo coche abandonado, en el fondo de una calle sin salida de cualquier ciudad.
Contundente y en ocasiones tierna, Chevrolet se eleva por encima de sus debilidades para convertirse en un filme duro y sin afeites, tr¨¢gico en una dimensi¨®n antigua y respetable, consciente como s¨®lo lo puede ser el producto de un creador inteligente.
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