Rural
Acaso uno de estos d¨ªas tu piel roce con la de los campos. All¨ª, tal vez, veas colores, formas, movimientos que por el esfuerzo de otros acaban convertidos en los alimentos que te mantienen vivo. Seguramente la presencia de arboledas dialogantes, de t¨ªmidos manantiales y hasta de p¨¢jaros, que escriben extra?as teor¨ªas en los cielos, te parezcan dignos de atenci¨®n y hasta de emoci¨®n.Qui¨¦n sabe, a lo mejor llegas a escuchar el silencio sin destrozos en tus atiborrados t¨ªmpanos y estereotipos. Si sumas algo m¨¢s de tu presencia al aire libre, podr¨ªa darse el caso de que descubrieras que los aires que respiras, el agua que bebes y hasta la calma son productos de lo alejado y ya ajeno a tu consideraci¨®n. Si la suerte est¨¢ de tu lado, incluso descubrir¨¢s que, como dec¨ªa Diderot, la variedad de nuestras invenciones jam¨¢s llegar¨¢ a aproximarse a una m¨ªnima parte de los ejemplos disponibles y ah¨ª dispuestos por lo espont¨¢neo. Es m¨¢s, la multiplicidad de lo contemplable jam¨¢s ser¨¢ captada m¨¢s all¨¢ de sus preliminares. De ah¨ª que, en realidad, esos espacios abiertos, siendo lo m¨¢s s¨®lido y concreto, en realidad esconden los verdaderos temas de la imag¨ªnaci¨®n. Porque all¨ª expande el borbot¨®n de lo misterioso, formidable y hasta incomprensible. Pero tambi¨¦n el alivio de que cabe entender el primer lenguaje, ¨¦se que se nos quiere hacer olvidar con las sucesivas interposiciones de otros sistemas de comunicaci¨®n que nos distancian del que es com¨²n a todo lo viviente.
El idioma de todas las formas vivas es sencillo, leve y bello, porque no pretende conquista alguna sino la inclusi¨®n de todas las realidades. Viene a ser eso que llaman poes¨ªa casi todos los que la escriben o la leen.
Lo abierto y lo rural coinciden. No hay ya naturaleza, al menos en nuestro derredor que no haya sido o est¨¦ siendo gestionada de alguna forma por la cultura. Lo que apreciamos, lo que puedes t¨² mismo percibir es que si nuestra actual cultura proviene indiscutiblemente del la que ha quedado impresa en los paisajes y en ese pu?ado de personas que a¨²n la trabajan, a cambio, a cambio no podemos destruir toda nuestra retaguardia.
Porque al lado de lo natural-rural caminan muchos afanes concretos, los sue?os de la mayor parte de las 420 generaciones de humanos que nos precedieron.
Nada que demostrar y por tanto evidente que en lo natural est¨¢ la cuna de todo lo que es y permite la vida. De all¨ª lo tom¨® a su cargo, y en ello sigue, la cultura rural, t¨¦rmino que a veces se usa como peyorativo. M¨¢s que injusto resulta aberrante ignorar la fuente de la que emana un incuantificable caudal que desemboca en casi todos: los alejados y sin embargo directamente beneficiados por la productividad del sector de nuestra sociedad que menos cuenta y menos gana, contamina, gasta o destruye. Los obsequiados por los incesantes trabajos de la naturaleza y de los que est¨¢n al cuidado de lo natural no podemos seguir negando. Se nos olvida demasiadas veces que todo destino adquiere valor si reconoce su procedencia. S¨®lo as¨ª el ciclo tiene coherencia. Cuando la tumba es ajena al nacimiento queda destrozada la capacidad de di¨¢logo, duraci¨®n, continuidad y de acrecentamiento continuo.
Sin embargo, el mundo rural, del que todo depende, depende ahora de su negador y contrario. El que regal¨® a manos llenas, recibe la limosna de que sus rentas proceden en un 50% de las subvenciones de todo tipo. Lo sostenible resulta as¨ª insostenible.
La inmensidad de los campos abiertos, de los aires, de las cosechas y de los seres vivos no domesticados, est¨¢ cercada y rindi¨¦ndose.Un imponente ej¨¦rcito de incomprensiones est¨¢ conquistando las ¨²ltimas posiciones de una cierta forma de armon¨ªa. Y cuando las realidades de los ¨²nicos capaces de crear realidades sustituyan del todo a la realidad, seguramente se apagar¨¢n todos los lenguajes.
Ponerle estabilidad al planeta y a la humanidad pasa por ser justos con lo rural. Ya que estamos todav¨ªa en verano y fugazmente fuera de los canales ¨²nicos de comunicaci¨®n, aceptemos, con Jorge Guill¨¦n, que es un buen momento para asaltar a la verdad.
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