La otra cara de Moscu

Hay mendigos en Mosc¨², pero no m¨¢s que en Madrid, incluso contando a los m¨²sicos de repertorio m¨ªnimo que se resguardan con su acorde¨®n en los pasos subterr¨¢neos. Pero abundan los vendedores ambulantes que luchan por malvivir, las viejecitas con su bolsa de fruta o sus flores, pocas, procedentes de un raqu¨ªtico huerto de las afueras, o las filas de mujeres ante las estaciones de metros que ofrecen una mercanc¨ªa m¨ªnima: unas cajetillas de tabaco, un ramillete de perejil o un peri¨®dico.Es esa otra Rusia, ese otro Mosc¨² alejado del dinero f¨¢cil y no siempre limpio de los nuevos ricos, el Mosc¨² de las pensiones de 6.000 pesetas, de los pisos compartidos por varias familias con s¨®lo una cocina y un ba?o, de los magros salarios sin cobrar durante meses.

Mucho se ha hablado de la escalada del crimen en Rusia. M¨¢s de 30.000 muertes violentas al a?o, las mismas que en Colombia (r¨¦cord mundial), aunque con una poblaci¨®n cinco veces superior. Hay al a?o m¨¢s de 600 asesinatos por contrato, casi todos impunes. Pero Mosc¨² no es el Chicago de los a?os treinta, aunque haya que tomar precauciones, sobre todo si se tiene dinero. En los primeros siete meses de este a?o ha habido 852 asesinatos en la ciudad, 100 menos que el a?o pasado. Y Luzhkov, cuando habla del tema, prefiere fijarse m¨¢s en la relativa reducci¨®n que en la cifra absoluta. Desde 1995, la tasa de criminalidad, asegura, ha bajado en un 30%.