Alardes
Este verano he visitado Fuenterrab¨ªa comprobando con alivio que su clima civil ha cambiado mucho comparado con. el de otros a?os, pues ni siquiera se ven aquellos ominosos signos externos (pintadas, carteles, pancartas) de sost¨¦n a ETA que antes ensuciaban su bulevar. Se trata, por supuesto, del efecto Ermua: la nueva correlaci¨®n de fuerzas vigente en Euskadi tras la masivas movilizaciones de protesta contra el asesinato de Miguel ?ngel Blanco.Pero hoy es la Virgen de Guadalupe, patrona de Hondarribia, y ha de celebrarse su famoso desfile del Alarde, que es casi tan notorio como el de San Marcial en Ir¨²n, al caracterizarse ambos por ser las ¨²ltimas fiestas populares de Euskadi donde se discrimina a las mujeres, impidi¨¦ndoles desfilar como escopeteras en el Alarde. El de Ir¨²n tuvo lugar el 30 de junio, antes del crimen de Ermua, y termin¨® como el rosario de la aurora por la negativa de los mandos del Alarde a acatar el auto del Tribunal Superior de Justicia del Pa¨ªs Vasco que les obligaba a integrar a las mujeres, confirmando as¨ª resoluciones an¨¢logas del Ararteko (Defensor del Pueblo) y el Parlamento vascos. Pero el Alarde de Hondarribia se celebra hoy, es decir, despu¨¦s del 12 de julio. Y la pregunta que me hago es ¨¦sta: ?hasta qu¨¦ punto el nuevo esp¨ªritu de Ermua habr¨¢ contribuido a calmar, si es que no a superar o resolver, el viejo conflicto de los Alardes del Bidasoa?
El contencioso se plantea entre dos derechos contradictorios. De un lado, el de la mayor¨ªa de ciudadanos (hombres y mujeres) de Ir¨²n o Fuenterrab¨ªa que reivindican la conservaci¨®n intacta, con discriminaci¨®n femenina incluida, de una tradici¨®n ritual s¨®lo inventada a finales del siglo pasado. Y del otro, una minor¨ªa de ciudadanas, agrupadas en el colectivo Mujeres del Bidasoa, que reivindican su voluntad de participar en una fiesta popular sin resignarse a ser discriminadas. Jur¨ªdicamente, la cosa est¨¢ clar¨ªsima: la voluntad de la mayor¨ªa no puede imponer una discriminaci¨®n que atenta contra un derecho fundamental (de igual modo que la pena de muerte, la explotaci¨®n de los menores o la d¨ªscriminaci¨®n de los inmigrantes tampoco pueden imponerse ni aunque as¨ª lo decidiera una mayor¨ªa).
Pero pol¨ªticamente las cosas est¨¢n m¨¢s confusas, pues los irundarras se lamentan de que fuera del Bidasoa, en Madrid, Gasteiz o Donostia, no les entienden; y se resisten a aceptar que les impongan un cambio exclusivamente formal que contradice su santa voluntad, legitimada por su uso habitual. Y lo mas curioso es que en esto coinciden con una reciente decisi¨®n del Tribunal Constitucional que da preferencia a los varones sobre las mujeres en la sucesi¨®n nobiliaria, arguinent¨¢ndolo a partir de su car¨¢cter tradicional y meramente simb¨®lico, desprovisto de todo contenido material. Esta aut¨¦ntica aberraci¨®n contradice cinco sentencias previas del Supremo, y s¨®lo puede comprenderse, aunque no justificarse, como un falaz intento de apuntalar la dudosa ley s¨¢lica de acceso al trono prevista por nuestra Constituci¨®n.En cuanto al conflicto de los Alardes del Bidasoa, representa una esperp¨¦ntica alegor¨ªa de la situaci¨®n pol¨ªtica vasca, aunque aqu¨ª las alineaciones est¨¦n invertidas: los partidos de orden (PNV, PSOE y PP) apoyan el ritual discriminatorio mientras los partidos radicales (lU, EA y HB) sostienen con oportunismo la reivindicaci¨®n igualitaria. Pero que las fuerzas vivas pretendan conservar una discriminaci¨®n decimon¨®nica demuestra qu¨¦ dif¨ªcil resulta sostener en Euskadi la primac¨ªa del imperio de la ley sobre la voluntad arbitraria, por mayoritaria que sea ¨¦sta en una comarca determinada., Y lo que a ciertas gentes les cuesta tanto admitir es algo bien sencillo: nadie tiene derecho a hacer su santa voluntad sin respetar los derechos ajenos Pues el derecho de autodeterminaci¨®n, como el que se reclama para estos alardes de machismo, no es admisible cuando hay que discriminar a alguien, para poder ejercerlo. Por eso cabe esperar que, cuando los Alardes ya no discriminen a nadie, algo m¨¢s que un s¨ªmbolo habr¨¢ cambiado en Euskadi.
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