50.000 personas vibran con U2
Alrededor de 50.000 efervescentes espectadores acudieron anoche al concierto de U2 en el estadio Vicente Calder¨®n de Madrid, que cont¨® igualmente con breves actuaciones de Placebo y Howie, B. Un concierto diferente que se sald¨® con oleadas de satisfacci¨®n gracias a la intensidad interpretativa del grupo irland¨¦s. La siguiente actuaci¨®n de la gira Pop Mart ser¨¢ el jueves en Lisboa y U2 se despedir¨¢ de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica el s¨¢bado en Barcelona.
Es la guerra, amigo. Las noticias de cancelaciones y pinchazos en la etapa estadounidense de la gira Pop Mart, de U2, aparte de las (comparativamente, bajas) ventas de su disco Pop, han llenado de gozo a los que resienten que estos cuatro pardillos dublineses se hayan aprendido tan bien las reglas de supervivencia en la Liga de las Estrellas multimedia. Enfrente, los detractores tienen a unos militantes estruendosos que consideran a los m¨²sicos de U2 como los garantes de las nuevas est¨¦ticas sonoras y reciben cada una de sus acciones con la reverencia debida a las ocurrencias de los grandes genios.En medio, U2 se divierte -a estas distancias, no se aprecia si sus sonrisas se han quedado congeladas- y venden la pescadilla con tenacidad: "El reto est¨¢ en convertir un show de estadio en una experiencia ¨ªntima" (y lo dicen como si realmente pudieran realizar el milagro de los panes y los peces). Por si acaso, su poderoso departamento de promoci¨®n escupe cifras apabullantes para deslumbrar a los paganos. Que, tal como recuerda Bono en un momento del concierto, es quien subvenciona -entradas madrile?as a 5.600 y 7.600 pesetas- tan pintoresco delirio posmoderno. En Pop Mart la m¨²sica parece a punto de sucumbir. Pero no.
Los m¨²sicos de Placebo, efectivamente invisibles a la luz del d¨ªa, insistieron con su pop taladrante. ?Es posible que haya artistas o discogr¨¢ficas o representantes que paguen grandes cantidades por la indignidad de ejercer de teloneros? Es sorprendente pero cierto.
Howie B. pinch¨® una selecci¨®n de discos espl¨¦ndidos e intensos pero -vaya revelaci¨®n- el respetable en general s¨®lo vibr¨® con Walking on sunshine, el archiconocido ¨¦xito veraniego de Katrina and the Waves; las exquisiteces de la dance music no funcionan en estos estadios.
Emocionante y absurdo
El celebrado montaje de Pop Mart oscila entre lo emocionante y lo absurdo. A esa ¨²ltima categor¨ªa corresponden momentos sonrojantes como la invitaci¨®n a cantar Sugar, sugar, de los ilustres Archies, en versi¨®n karaoke; no cuesta mucho demostrar, como lo hacen las televisiones todos los d¨ªas, que los humanos gozamos con la basura. Algo parecido se podr¨ªa comentar respecto al celeb¨¦rrimo lim¨®n gigante, que se convierte en nave plateada para desplazar a U2, seguramente el medio de transporte m¨¢s ineficiente inventado en los a?os noventa; hasta Michael Jackson hubiera rechazado tan pat¨¦tico truco.
Por el contrario, U2 conserva el suficiente sentido com¨²n para enhebrar una astuta selecci¨®n de sus viejas cl¨¢sicas y su nuevo material. Es curioso que los ¨¦xitos de los a?os ochenta, capaces de desencadenar oleadas de mecheros y cantos multitudinarios, parecen ahora extra¨ªdos todos del mismo patr¨®n. En aquellos tiempos, U2 ten¨ªa una misi¨®n (humanitaria) que ahora han decidido desechar; sin embargo, la carga emocional y colectiva de ese repertorio consigue que el estadio est¨¦ a punto de levitar.
Las composiciones m¨¢s recientes, caracter¨ªsticas de la versi¨®n reciclada de U2 que acelera durante la presente d¨¦cada, permite reconocer a un grupo que salta barreras y explora formas musicales anteriormente vedadas. Esa yuxtaposici¨®n de himnos corales y canciones de exploraci¨®n hace evidente que U2, a pesar de su alegre cinismo, todav¨ªa tiene sentido. Bono ya no se identifica expresamente con el toro cuando los espectadores le gritan lo de torero. No obstante, el ardor que esas 50.000 personas demostraron en la segunda mitad del concierto consigui¨® que olvid¨¢ramos hasta las pavorosas contradicciones, las concesiones a la modernidad idiotizante, los absurdos de la situaci¨®n. Si algo elevaba a U2 sobre sus coet¨¢neos era la capacidad de convertir su m¨²sica en bola de fuego; anoche, la bola de fuego despeg¨® en media docena de ocasiones.
Babelia
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