El torbellino de Jalabert
La mayor¨ªa de los favoritos se ven condenados a seguir el gui¨®n del franc¨¦s
Todos andan m¨¢s justos de fuerzas de lo que se creen. Y ya no corren los tiempos del dispendio y la recuperaci¨®n milagrosa el d¨ªa siguiente. El arsenal qu¨ªmico de m¨¦dicos y masajistas se ha reducido. Ya es m¨¢s dif¨ªcil llegar a septiembre despu¨¦s de haber hecho Tour, Giro o lo que sea y seguir comport¨¢ndose como si fuera mayo. Y algunos a¨²n lo creen. El pesimista lanza el debate.Dispendios, lo que se dice dispendios, pocos corredores los han hecho. S¨®lo alguno de los favoritos -Jalabert, Olano, Dufaux, Escart¨ªn- y los del Estepona Toscaf. El franc¨¦s, m¨¢s tranquilo ayer, arranca en todo repecho que se le cruce. Arranca y vuelve a arrancar, y otra y otra vez. Tambi¨¦n sprinta en las metas volantes. Es su estilo,, una forma de correr que hace da?o, que algunos califican de suicida, otros de sadomasoquista y otros de justa y necesaria. El caso es, dice Dufaux, que al final se sienta diciendo uf, transmitiendo el sufrimiento. Y el caso sigue siendo que a¨²n no ha logrado romper el grupo, el objetivo que con tanta facilidad lograba otros a?os. Siete segundos de bonificaci¨®n es toda su renta.
Olano, dicen los que van por delante del pelot¨®n, s¨®lo tiene ojos para la rueda de Jalabert. A cada ataque r¨¢pido y brutal del franc¨¦s responde con prontitud, rompiendo con las normas de su estilo diesel, negado para los repechos explosivos. Un esfuerzo. exagerado, dicen algunos. Dufaux, m¨¢s ligero, tambi¨¦n est¨¢ siempre atento a los movimientos de Jalabert. Tiene, adem¨¢s, a todo su equipo Festina pendiente de la cabeza. Y Escart¨ªn, otro que tal. Se a?ade en su caso, adem¨¢s, el miedo cerval que tiene a verse cortado otra vez en un abanico. Se obliga a viajar siempre cerca de la cabeza, todo el d¨ªa en tensi¨®n.
Mientras los cuatro se desgastan -uno intentando romper y los otros tres pegar- otros favoritos marchan inadvertidos. Son Tonkov y Z¨¹lle. No vigilan ninguna rueda. Si Jalabert intenta irse, otros se encargan del trabajo sucio. Ni una pedalada de m¨¢s.
Jalabert lleva las riendas de la Vuelta y fuerza a los dem¨¢s a entrar en su terreno. Si la cosa le sale mal, morir¨¢ matando. "S¨ª, puede ser as¨ª", dice Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri. "Puede que estemos ayudando a Tonkov entrando en el juego de Jalabert, pero nosotros tenemos mucha m¨¢s responsabilidad en esta Vuelta. Nosotros tenemos que ganarla; ¨¦l puede permitirse ir tranquilo". Tambi¨¦n Bruno Roussel, director del Festina, ve clara la jugada y tampoco ve otra alternativa. "'Ese es el estilo de Jalabert y ya lo conocemos", dice. "Pero Dufaux tiene que estar ah¨ª. Y tampoco es tanto el gasto".
Todos, sin embargo, echan un vistazo a lo que queda por delante y hacen sus cuentas. Hoy, entre Jerez y M¨¢laga, se encontrar¨¢n con el primer puerto de segunda y con un terreno de toboganes y repechos aptos para la emboscada. Despu¨¦s llegan Sierra Nevada y C¨®rdoba. Para entonces todos esperan conocer el qui¨¦n es qui¨¦n de la Vuelta.
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