'Diguem no' otra vez: una reflexi¨®n sobre las libertades
Diguem no -Digamos no- fue una canci¨®n de Raimon por la libertad y contra la dictadura. Fue un s¨ªmbolo para reivindicar una forma de vivir como personas y no como s¨²bditos. Fue una canci¨®n contra aquella excrecencia de modelo de sociedad que propugnaba el franquismo. La Constituci¨®n sent¨® las bases para que ya no tuviese sentido decir aquel no. Desde luego que en un r¨¦gimen democr¨¢tico decir no es siempre un derecho protegido; y hay motivos en la sociedad que nos rodea para expresar la oposici¨®n a muchas cosas. Pero con una diferencia respecto al pasado: a nadie le privar¨¢n de libertad por ello. La Constituci¨®n puso tambi¨¦n los cimientos de algo muy importante para la convivencia como fue el reconocimiento del car¨¢cter plurinacional de Espa?a fundado en la diversa identidad pol¨ªtica de los pueblos que la integran. Esto era y es una condici¨®n necesaria para el futuro de la democracia. Y viene bien recordarlo cuando la otra noche, en la plaza de Las Ventas de Madrid, en un acto organizado por la libertad, la tolerancia y contra el terrorismo, se abroncaba a Raimon por cantar la canci¨®n Pa¨ªs Basc en catal¨¢n y se insultaba al actor Jos¨¦ Sacrist¨¢n por comunista. ?Ah¨ª es nada! El inolvidable cantante valenciano se expresaba en su propia lengua, el catal¨¢n; el actor recitaba un c¨¦lebre poema antinazi de Brecht. Ambos ejerc¨ªan dos derechos constitucionales, y un sector importante del p¨²blico asistente los insult¨® cuando minutos antes se llenaba la boca de tolerancia.Llueve sobre mojado. Es una cuesti¨®n muy importante, y no puede despacharse afirmando que es una manifestaci¨®n de la libertad de expresi¨®n (?en un acto por la libertad!) ni minimiz¨¢ndolo con aquello de que era cosa de una minor¨ªa, argumento que, a la inversa, expele el tufo propio de las adhesiones inquebrantables de tiempos no tan pret¨¦ritos para algunos. O probablemente para demasiados.
Estos hechos y las derivaciones del asesinato por ETA del concejal popular de Ermua vuelven a poner sobre el tapete dos temas de importancia vital para el sistema democr¨¢tico: la salvaguardia de las libertades y el respeto por la identidad nacional de Catalu?a y Euskadi. Esto es as¨ª porque, tras las importantes y positivas manifestaciones del mes de julio de rechazo a la violencia de ETA y HB en todo el pa¨ªs, se ha podido constatar en sectores importantes de la opini¨®n p¨²blica, y tambi¨¦n en algunos poderes del Estado, la peligrosa tendencia a penalizar el r¨¦gimen de las libertades y el nacionalismo como leg¨ªtima expresi¨®n de la propia identidad pol¨ªtica.
Por ejemplo, en la manifestaci¨®n de Barcelona, muchos ciudadanos que salieron indignados a la calle para mostrar su rechazo a ese binomio que conforman ETA y HB lo hac¨ªan en defensa de la vida, la libertad y, desde luego, tambi¨¦n de la autonom¨ªa del pueblo vasco. Sin embargo, junto a ello, las expresiones autoritarias de manifestantes en pro de restablecer la pena de muerte y de meter en un mismo saco cualquier expresi¨®n de nacionalismo con la violencia etarra preocuparon a muchos dem¨®cratas. Preocupaci¨®n que han acentuado las medidas de modificaci¨®n del C¨®digo Penal -como la rebaja de la edad penal o el tratamiento del derecho de manifestaci¨®n- que parecen responder m¨¢s bien a una pol¨ªtica de gestos que a otra cosa. Gestos que, por otra parte, no s¨®lo se quedan en eso, sino que en algunos casos pueden incurrir en inconstitucionalidad. Y eso, aparte de no ser de recibo, otorga una baza pol¨ªtica a quien se mueve como pez en el agua cuando las libertades se restringen. Preocupaci¨®n tambi¨¦n por el ejercicio del derecho a comunicar informaci¨®n que aparece de nuevo cuando la primera cadena Televisi¨®n Espa?ola, al d¨ªa siguiente del acto de Las Ventas, en su informativo de mediod¨ªa, nada dice de la ignominia cometida con Raimon y Sacrist¨¢n. No es la primera vez que ahora y en el pasado democr¨¢tico se instrumentaliza en provecho propio la televisi¨®n p¨²blica, pero ello no legitima ning¨²n atropello a las libertades. Y no es un caso aislado: en la misma l¨ªnea se inserta la reciente y masiva sustituci¨®n en el Canal 9 de la televisi¨®n valenciana de periodistas fijos en las funciones informativas, como ha informado la prensa recientemente.
La cuesti¨®n del nacionalismo y el tratamiento que en ocasiones recibe es particularmente preocupante. Porque el consenso constitucional se bas¨® en el expl¨ªcito acuerdo que supuso la voluntad colectiva de resolver este contencioso hist¨®rico facilitando, dentro de la diferencias, la incorporaci¨®n de Catalu?a y Euskadi a un proyecto estatal ¨²nico. Con todas las dificultades y disfuncionalidades habidas, el camino recorrido ha sido importante, y, sobre todo, es irreversible. Ello hace que la Constituci¨®n legitime y proteja -en el marco de las reglas de juego democr¨¢ticas- diversas ideas sobre Espa?a y su unidad. Ideas que pueden ser antag¨®nicas, pero que, si respetan la regla de la mayor¨ªa expresada pac¨ªficamente, todas tienen cabida. ?ste es un patrimonio democr¨¢tico colectivo intangible. Por ello, es muy importante, por ejemplo, que la gente se manifieste diciendo "Vascos s¨ª, ETA no". Pero, por la misma raz¨®n, es impresentable que a estas alturas se abronque a quien se expresa p¨²blicamente en catal¨¢n y a quien se adscribe a una ideolog¨ªa que como la que m¨¢s luch¨® por el restablecimiento de la democracia en este pa¨ªs.La dignidad ¨¦tica y el civismo democr¨¢tico de Raimon y Sacrist¨¢n contrastan con las ansias de aprovechamiento partidista de una solidaridad que no tiene otros destinatarios que todas las v¨ªctimas de la violencia. De una violencia que no es la de unos revolucionarios que han perdido el norte, sino la de un grupo que ha hecho suyas las pr¨¢cticas de las hordas fascistas. La libertad y la dignidad del Diguem no permiten a su autor y a la mayor¨ªa de ciudadanos seguir afirmando que "nosotros no somos de este mundo". De aquel mundo que le cantaba a la se?ora del dictador en el festival de Navidad, de aquel mundo que ahora practica la amnesia hist¨®rica porque entonces se dedicaba a estudiar. De aquellos que trivializan la vida.
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