"No nos iremos de Ermua, aqu¨ª est¨¢ nuestro hijo y no podemos dejarle solo"
Miguel Blanco sigue viviendo en Ermua (Vizcaya) de su trabajo de alba?il y sigue siendo un hombre t¨ªmido y el miembro menos conocido de la familia de Miguel ?ngel Blanco a pesar de ser su padre. Apenas se le ha visto en estos meses de explosi¨®n de solidaridad ciudadana, aunque siempre ha estado junto a su hija, Mari Mar, y su esposa, Consuelo, con la que se cas¨® en el pueblo hace 35 a?os.?l hab¨ªa llegado desde Junqueira de Espada?edo, en Ourense, cuando s¨®lo ten¨ªa 24 a?os: "Me vine porque me dijeron que hab¨ªa m¨¢s movimiento aqu¨ª, m¨¢s trabajo, y no me arrepent¨ª porque he sido muy feliz con mi mujer y mis hijos". Por eso dice que nunca podr¨¢ comprender lo que pas¨® el 12 de julio, lo que ETA hizo con Miguel ?ngel.
Miguel ha dudado, sudoroso y tr¨¦mulo, al iniciar la conversaci¨®n: "No es que no quiera, es que no puedo. Si es que no duermo, si es que lo tengo siempre delante... Es que tengo mal la cabeza; que si voy por el pan me lo dejo o no llevo dinero o doy 5.000 pesetas. Ella [por su mujer] habla mejor que yo, ?sabe?".
Ella, Consuelo, rubia, serena, ajada, est¨¢ a su lado. Le apoya, apostilla sus ideas, le ayuda a cerrar las frases. Ella y Mari Mar, su hija, silenciosa ahora, apenas una sombra fuerte en la dolorida debilidad de su padre... Miguel se remueve en el sill¨®n, se retuerce las manos, se aprieta la cara y apenas puede contener las l¨¢grimas a lo largo de la entrevista. No lo consigue, pero parece no importarle, ajeno a la presencia del periodista, cuando recuerda que sinti¨® el orgullo m¨¢s grande de su vida cuando ¨¦l, un alba?il, "siempre con ropa barata", vio a Miguel ?ngel "con corbata y la carrera [Econ¨®micas] terminada".
Pregunta. Se han cumplido dos meses del asesinato de su hijo por parte de ETA; dos meses en los que casi no han tenido tiempo de estar solos.. . ?Es dif¨ªcil asumir la realidad de su ausencia?
Miguel Blanco. S¨ª, es muy dif¨ªcil. Era un ser querido muy grande. Y para m¨ª, un compa?ero. Hab¨ªa cosas que le preguntaba a ¨¦l. Nos llev¨¢bamos como compa?eros, no como padre e hijo s¨®lo. Incluso estuvo trabajando conmigo bastante tiempo antes de colocarse. Hab¨ªa ocasiones en las que me dec¨ªa: 'Pues ahora descansa un poco, que yo sigo'. ?l trataba s¨®lo de llevar la vida adelante y era cari?oso con todos. En la calle era una persona que amaba a toda la gente. No s¨¦... Era muy normal. Muchas veces andaba conmigo, entr¨¢bamos en un bar y ¨¦l era el que dec¨ªa: 'Venga, pon algo a mi padre'. Ya digo, como si fuera una cosa grande. En estos dos meses no ha pasado ni un minuto sin que me acuerde de ¨¦l. Creo que esto cambiar¨¢ porque, si no, es una vida muy dura de vivir. Con la ayuda de Dios seguiremos adelante y lucharemos por ¨¦l. A ¨¦l no le gustaba sufrir ni que sufri¨¦ramos nosotros. Si nos est¨¢ viendo, no le gustar¨¢ que suframos.
P. ?Imaginaban que la muerte de su hijo causar¨ªa una reacci¨®n tan grande?
M. B. Yo, nunca. Y ¨¦l, tampoco. Era un chaval muy sencillo.
Consuelo Garrido. Era un chaval mucho m¨¢s sencillo que cualquiera. Era un m¨²sico desde los 13 a?os que ten¨ªa sus amistades, algunas muy altas, pero que conservaba sus amigos del barrio. Para ¨¦l eran m¨¢s los de abajo que los de arriba.
M. B. Para m¨ª, fue una cosa muy grande. No solamente aqu¨ª, en Ermua, sino en toda Espa?a, empezando por aldeas peque?as, todo el mundo se ech¨® a la calle.
P. ?Y, realmente, les consuela, les vale para algo todo ese apoyo?
M. B. S¨ª, nunca nos ha faltado nada. La gente nos ha apoyado en esos momentos cr¨ªticos. Nunca nos dejaron solos, nunca. Ha estado ah¨ª d¨ªa y noche.
C. G. Ahora que hemos vuelto al pueblo, la gente nos ve, nos para en la calle y nos dice que hay que seguir. La gente sigue ah¨ª.
M. B. Pero, claro, la falta del hijo no la puede suplir nada. Es imposible.
P. Imagino que alguna vez Miguel ?ngel les informar¨ªa de su decisi¨®n de participar en la pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco, de meterse en el Ayuntamiento de Ermua... ?Qu¨¦ les pareci¨® esa idea?
M. B. El tema de ¨¦l era la m¨²sica. La pol¨ªtica no le interesaba mucho. Pero se dijo 'voy a entrar aqu¨ª, a trabajar por las cosas del pueblo, por las amistades'.
Tambi¨¦n empezaba a buscarse un trabajo, un futuro en su carrera. S¨ª, le importaban todas las cosas del pueblo: que si las calles, que si un polideportivo... Pero de pol¨ªtica nunca nos coment¨® cosa alguna.
P. Pero, viendo c¨®mo estaban las cosas en Euskadi, ?nunca le recomendaron que tuviera cuidado, que no se metiera en l¨ªos?
M. B. Yo nunca pens¨¦ que iba a pasar nada de esto porque era un simple concejal.
C.G. En las v¨ªsperas de su secuestro, yo le dec¨ªa que dejase la pol¨ªtica. Y ¨¦l me contestaba: 'S¨ª, ama [madre], la voy a dejar. No me voy a presentar m¨¢s [a las elecciones]'. A m¨ª me preocupaba, y mucho . Y a ¨¦l, tambi¨¦n. Pero con la juventud nunca se sabe. Creo que ¨¦l no se hubiera presentado m¨¢s, que habr¨ªa vivido de la m¨²sica y de su trabajo. En fin, yo le insist¨ªa. Pero ¨¦l segu¨ªa. Miedo no ten¨ªa. Me dec¨ªa: '?Qu¨¦ van a hacer? ?Para qu¨¦ me quieren a m¨ª? ?Qu¨¦ van a hacer conmigo? De ir, ir¨¢n a por otro m¨¢s alto. Yo no soy nada para nadie'.P. Sin duda, nunca pensaron, al decidirse a venir de Galicia al Pa¨ªs Vasco a buscar trabajo, que ETA iba a poner su punto de mira en una familia tan sencilla como la suya, ?no?
M. B. Yo vine aqu¨ª porque hab¨ªa m¨¢s movimiento y trabajo. Por lo dem¨¢s, siempre he vivido tranquilo y nada m¨¢s. Llevo aqu¨ª 35 a?os y siempre me he encontrado muy a gusto. No pens¨¦ nunca en que esto podr¨ªa suceder. Este es un pueblo muy tranquilo, la gente siempre ha sido muy tranquila. El mismo Miguel ?ngel estaba muy a gusto. Siempre defendi¨® a este pueblo. Adem¨¢s, hab¨ªa nacido aqu¨ª, en una casa particular. Cuando ese d¨ªa llegu¨¦ de trabajar, ?c¨®mo iba a pensar que le hab¨ªan secuestrado? Nunca lo pens¨¦. Me dijeron: 'Sube para casa, que ya te aparcamos el coche'. Y yo cre¨ª que algo hab¨ªa pasado cuando vi tanta gente: un robo... Jam¨¢s pude pensar en lo otro. Nos toc¨® a nosotros por desgracia.
C. G. Si es que nosotros tenemos muchos amigos de aqu¨ª, vascos de aqu¨ª, que son amigos amigos. Para nosotros, en el pueblo de Ermua somos todos amigos. O, por lo menos, cre¨ªamos que eran todos amigos. Eran todos amigos, menos algunos.
M. B. Apartando a ¨¦sos, yo aprecio mucho a todo el pueblo de Ermua, a todos los vascos. Digo a todos los vascos, solamente... Mi tierra me tira y me sigue gustando darme una vuelta por all¨ª. Pero
aqu¨ª se portan muy bien. Yo aqu¨ª estoy en mi casa. Yo soy mitad de aqu¨ª, mitad de all¨ª. Tengo el coraz¨®n repartido. Pero mis hijos son muy vascos, muy de su Ermua.P. ?C¨®mo han ido viviendo la violencia etarra, sus consecuencias? ?Pensaban que era algo que no les afectaba?
M. B. Nunca nos imaginamos que esto podr¨ªa llegar. Siempre hicimos nuestra vida. Y Miguel ?ngel, igual. Intento no pensar en esas cosas, pero no puedo.
C. G. Preocupados, como ciudadanos, s¨ª, pero tambi¨¦n como una cosa que nunca nos iba a llegar. No hab¨ªa motivos para que llegara a nuestra casa. Si lo hubi¨¦ramos visto de otra manera, nos habr¨ªamos ido de aqu¨ª.
P. Estaban muy orgulloso de que Miguel ?ngel hubiera hecho la carrera de Econ¨®micas. ?Qu¨¦ signific¨® para ustedes?
M. B. Para m¨ª, mucho. Porque el oficio nuestro es muy duro. Siempre intent¨¦ dar a mis hijos una cosa mejor. Cuando vi a Miguel ?ngel as¨ª [con la carrera terminada], ni toc¨¢ndome una quiniela de 100 millones me habr¨ªa puesto m¨¢s contento. El d¨ªa que la acab¨® fue muy grande. Yo, por ejemplo, por eso de mi oficio, tengo que andar con una ropa mala. Por eso, cuando le vi con corbata y trabajando en lo suyo...
P. Quiz¨¢ ha habido otros casos de gente m¨¢s lanzada, m¨¢s vehemente de car¨¢cter, m¨¢s beligerante a la hora de expresar sus ideas pol¨ªticas. Su hijo no era un broncas como se suele decir, ?no?
M. B. No, no; mi hijo se llevaba bien con todo el mundo, se tomaba chiquitos con todo el mundo. Se llevaba bien con todos los concejales.
P. ?Incluso con el de HB?
M. B. Incluso con el de HB, pues le ve¨ªa muchas veces. Si hab¨ªa que tomarse un trago con todos los del Ayuntamiento, lo hac¨ªa sin distingos.
P. ?Ha venido a visitarles?
M. B. No, no; nosotros no le conocemos y no ha venido por casa. Y eso que Miguel ?ngel era muy pac¨ªfico, muy cari?oso con todos. La verdad es que ten¨ªa un car¨¢cter muy alegre.
P. Entonces, ?por qu¨¦ ¨¦l?, ?por qu¨¦ fueron a por ¨¦l?
M. B. No lo sabemos. Esa pregunta nos la hacemos nosotros tambi¨¦n. Repito que me parece imposible lo sucedido. ?C¨®mo le tocar¨ªa a mi¨² hijo? No quisiera que le tocara a nadie, a nadie.
P. Ermua no es muy grande, todos se conocen, se ven, se cruzan por las calles... ?Les va a resultar muy duro encontrarse con los de HB, que no han condenado el asesinato de su hijo?
M. B. Yo voy a andar a mi aire. No tenemos nada contra nadie. Voy a hacer mi vida. A ver lo que pasa.
C. G. No tenemos nada contra nadie y no nos imaginamos esas cosas, no queremos pensar en ellas.
P. ?No les queda rencor?
M. B. Yo no puedo contestar a eso nada.
P. ?Creen que alguna vez se acabar¨¢ la violencia que marca a Euskadi?
M. B. Ojal¨¢. Y cuanto antes, mejor. Yo deseo todo lo mejor del mundo. Nos ha tocado a nosotros la mala suerte. Pero desear¨ªa que fuera el final y que pudi¨¦ramos vivir en paz todos, andar libres y tranquilos.
P. Ustedes han podido sentir un apoyo, un calor popular sin precedentes. ?Pero les ha acercado el asesinato de su hijo al dolor de cientos de familias an¨®nimas, tambi¨¦n v¨ªctimas del terrorismo, que no se han visto tan respaldadas?
C. G. S¨ª, s¨ª; yo he estado con algunas de estas familias. Estoy con ellas. Todos somos iguales y todos debemos sentimos apoyados.
M. B. Apoyar¨¦ siempre que pueda a todas esas familias. Como si se tratara de mi hijo. Igual, porque es una muerte m¨¢s. Quisiera estar con ellos y hablar; que nos apoyemos y que estemos todos juntos.
C. G. Que sea lo de m¨ª hijo lo que haya hecho rebosar el vaso. Alguno ten¨ªa que ser. Pero el dolor es igual. Todos son iguales, todos.
P. ?Han pensado marcharse del Pa¨ªs Vasco despu¨¦s de lo ocurrido?
C. G. Yo no veo motivos. Porque lo que est¨¢... ya est¨¢, como suele decirse. Si un d¨ªa nos dan motivos o quieren que nos vayamos por lo que sea y nos lo dicen, nos iremos de aqu¨ª. De lo contrario, no.
M. B. Yo lo veo exactamente igual. Vamos a seguir trabajando. Aqu¨ª nos encontramos a gusto. Si alg¨²n d¨ªa tratan de echamos por alguna cosa, bien. Yo estoy muy a gusto con la gente, que se ha volcado siempre con nosotros. Tenemos muchos amigos. Y tengo aqu¨ª a mi hijo tambi¨¦n. No puedo dejarle solo.
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