Mar¨ªas defiende con furia la vigencia de Faulkner
El escritor presenta "Si yo amaneciera otra vez", 12 poemas del gran autor sure?o
Recibir una bronca de Javier Mar¨ªas (¨¦l lo llam¨® "rega?ina") puede ser agradable, estimulante incluso. Sin alzar la voz, pero con furia y pasi¨®n, por escrito y de palabra, nos reprendi¨® ayer por no leer ni valorar ni disfrutar a William Faulkner. El jueves se cumplir¨¢ el centenario del nacimiento del escritor sure?o y Mar¨ªas y Alfaguara lo conmemoran con una doble aportaci¨®n: Si yo amaneciera otra vez, una selecci¨®n de poemas de Faulkner traducidos por Mar¨ªas, y la nueva versi¨®n de The reivers por su traductor Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Mu?oz, que le ha dado el t¨ªtulo de La escapada.
La fiesta de aniversario se celebr¨® en el Crisol de Juan Bravo (Madrid) y los numerosos asistentes (de nuevo se puso de manifiesto el insuficiente e inc¨®modo aforo de la sala) se dejaron re?ir con alegr¨ªa. Y aplaudieron."Este tipo de celebraciones, con los peri¨®dicos dedicando p¨¢ginas y p¨¢ginas al centenario de Faulkner, y a¨²n siendo yo contribuyente a ello, me produce un sentimiento un poco ambiguo. Es como una coartada para que el resto del tiempo no se le haga demasiado caso", dijo Mar¨ªas. "Me produce desaz¨®n que el centenario de Faulkner llegue en un momento de cierta indecisi¨®n sobre su posteridad. Muchos escritores no tuvieron empacho en reconocer su influencia, reconociendo que hab¨ªan empezado a escribir gracias a Faulkner". Ahora, a quienes admiten su herencia se les tacha de "epigonales". "Ahora Faulkner es un pesado, desesperante. No era un novelista como es debido, se dice". Claro, "no era convencional, no era ortodoxo". No se le juzga por sus textos, por su literatura, sino por razones esp¨²reas: era var¨®n, era blanco, era anglosaj¨®n y era machista. Y, adem¨¢s, est¨¢ muerto.
"Cualquiera que tenga curiosidad por la novela del siglo XX en cualquier idioma tiene la obligaci¨®n de leer a William Faulkner". Su nombre, que han pronunciado bien alto, autores como Cabrera Infante, Garc¨ªa M¨¢rquez, Onetti, Rulfo, Vargas Llosa, Borges o Juan Benet, "no deber¨ªa estar nunca entre par¨¦ntesis, como pretenden algunas escuelas de las grandes universidades norteamericanas". La intervenci¨®n de Mar¨ªas tuvo el mismo tono que el pr¨®logo que firma en Si yo amaneciera otra vez, en el que arremete contra "cr¨ªticos perezosos" y "escritores imb¨¦ciles y mediocres".
Un regalo para los amigos
Oficiaron junto a Mar¨ªas el editor y especialista Manuel Rodr¨ªguez Rivero y el poeta y memorialista Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n. Rodr¨ªguez Rivero cont¨® la historia "tan sencilla" de Si yo amaneciera otra vez. Un entusiasmo (Alfaguara). Hace 17 o 18 a?os, Mar¨ªas tradujo unos poemas de Faulkner, se publicaron en una revista y pasaron sin pena ni gloria. Faltaban casi 12 meses para el centenario del escritor norteamericano, cuando a Mar¨ªas se le ocurri¨® costear una edici¨®n de 200 ejemplares para rendir homenaje al autor de novelas como El ruido y la furia, Santuario o ?Absal¨®n, Absal¨®n! y para regalarlo a sus amigos. Alfaguara tambi¨¦n estaba por la labor y llegaron a un acuerdo "Mar¨ªas puso condiciones: ser editor del libro en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, desde el dise?o al contenido. "Es falso", replic¨®, Mar¨ªas: "No puse condiciones, ni peros, yo s¨®lo suger¨ª que...".
La sangre no lleg¨® al r¨ªo y el resultado aqu¨ª est¨¢: es una belleza, en tapa dura, papel satinado de lujo, con un dise?o que har¨¢ las delicias de los fetichistas del libro como objeto, y un precio que no asusta (2.100 pesetas). Y, para los lletraferits, lo mejor, su contenido: 12 poemas procedentes de A green bough, traducidos por Mar¨ªas y en edici¨®n biling¨¹e (ingl¨¦s - espa?ol), un pr¨®logo y dos perfiles del escritor (William Faulkner a caballo y Faulkner habla), obra tambi¨¦n de Mar¨ªas, y un art¨ªculo de Rodr¨ªguez Rivero, Notas de viaje por Faulkner, Misisip¨ª, que nos catapulta al m¨¢gico Yoknapatawpha.
Faulkner muri¨® en la madrugada del 6 al 7 de julio de 1962. Ese verano, Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n se hallaba en su tierra, Albacete. La noticia le impresion¨®, tanto que sinti¨® la necesidad de escribir un art¨ªculo "lamentable, imperfecto, muy sentido". Luego, explic¨® ayer, le dedic¨® muchas horas y se convirti¨® en uno de sus autores "de cabecera". Por dos razones: "por su car¨¢cter seminal" -influy¨® "en un c¨²mulo de gemos"- y por su indagaci¨®n de las sombras, por la estructura y estilo de sus novelas, sobre todo, "por la tensi¨®n po¨¦tica, el alto voltaje, que recorre toda su obra, y por la econom¨ªa y el rigor de su prosa que te invitan a leerlo una y otra vez. Esto ocurre con Faulkner y no con el 99% de escritores".
Abri¨® el acto Juan Cruz, director de Alfaguara, que elogi¨® a los traductores, a los de Faulkner en particular (desde Mar¨ªas a L¨®pez Mu?oz o Ana Ant¨®n Pacheco) y a todos en general. "Traducir es una aventura memorable", dijo. L¨®pez Rivero ley¨® un texto enviado por Cabrera Infante, tan lleno de elogios para Mar¨ªas, que ¨¦ste, entre risas, dijo: "A¨²n no es mi centenario. Estamos hablando de Faulkner".
"El mejor homenaje a un escritor es leer sus textos". Mar¨ªas se cal¨® unas gafas negras, se hab¨ªa dejado las otras en casa, y recit¨® tres poemas de Si yo amaneciera otra vez. C¨®mo dice el subt¨ªtulo de libro fue un entusiasmo. Su voz pausada impuso silencio en la bulliciosa algarab¨ªa de un Crisol de domingo. "Si hay dolor, que s¨®lo sea lluvia, / y ¨¦sta s¨®lo de dolor de plata por el dolor en s¨ª, / si estos verdes bosques sue?an aqu¨ª para despertar / en mi coraz¨®n, si yo amaneciera otra vez".
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