El toro descastado
Daba grima estar en la plaza de Guadalajara. Daban na¨²seas ser c¨®mplice pasivo de semejante atropello en el que dos individuos -art¨ªstas del couch¨¦ por mas se?as-, con un sentido de la dignidad que habr¨ªa sonrojado a los toreros de verdad, compon¨ªan posturas simulando majeza y gallard¨ªa delante de unos animalitos aturdidos, moribundos y descoyuntados.Los cabales siempre han dicho que para los toros mansos existe un toreo de recurso, no exento de belleza y plasticidad; para los descastados, lo ¨²nico factible es jugarse la barriga, aunque lo ideal ser¨ªa pasaportarlos a la charcuter¨ªa.
El toro descastado es el reflejo del fracaso ganadero y llevarlo a una plaza -como ayer hicieron Borja Domecq y Jos¨¦ Luis Pereda- es un abuso de la buena fe del respetable.
Jandilla / Litri, Rivera, Morante
Tres toros de Jandilla (resto rechazados en el reconocimiento), 1? devuelto por inv¨¢lido, 2? y 6? anovillados, descastados y flojos. Tres y sobrero de Pereda, justos de presentaci¨®n, bien puestos de cuerna, descastados, salvo 4% inv¨¢lido.Litri: media desprendida (petici¨®n y salida al tercio); media ca¨ªda y tres descabellos (silencio). Rivera Ord¨®?ez: seis pinchazos y tres descabellos (pitos); estocada tendida (oreja). Morante de la Puebla: dos pinchazos -aviso- y media atravesada (palmas); dos pinchazos -aviso- y descabello (palmas). Plaza de Guadalajara, 21 de septiembre. 4? y ¨²ltima corrida de feria. Lleno
El toro descastado que sali¨® por chiqueros adulteraba la m¨¦dula de la fiesta. Falseaba la ra¨ªz de la lidia y la convert¨ªa en un espect¨¢culo pat¨¦tico y bochornoso.Con semejante ganado, Litri estuvo hecho un acelerado pegapases. El de Huelva es excelso pegador de derechazos. Su vocaci¨®n derechista tiende al infinito. Estuvo pretendiendo endi?¨¢rselos al primero mucho m¨¢s tiempo que al segundo, y si no consumaba el acto es porque su concepto del arte de torear es nulo.
Lo que consideran derechazos consisti¨® en una surrealista serie de enganchones. Pero apenas importaba. All¨ª estaba Mangui jaleando a su artista: "?Que no enganche!, ?Rec¨®gelo, rec¨®gelo!, ?B¨²scalo bien, p¨®nsela!. ?Muy bieee¨¦n, torero!" Pero de muy poco serv¨ªa la arenga. Litri era incapaz de templar y ligar los pases. Era superior a sus fuerzas.
Rivera Ord¨®?ez, el otro artista del couch¨¦, tampoco enmend¨® la plana. A su primer borrego con la marca de Jandilla no quiso ni verlo. Sin embargo, a su segundo le desarroll¨® una faena pl¨²mbea y vulgar, llena de trucos -abusando del pico, rectificando terrenos, codilleando, y¨¦ndose al costillar-, y manej¨® el acero con cierta precisi¨®n.
El joven Morante de la Puebla, muy por encima de los dos maestros, aguant¨® la embestida de su primero de Pereda, y la templaba con mando. Consumaba completa la suerte, parec¨ªa mejorar la condici¨®n del toro y provocaba calurosos oles. Aunque los m¨¢s t¨®rridos agasajos estuvieran dedicados a sus dos compa?eros de terna. Iron¨ªas del destino.
Sobre los muchos m¨¦ritos del de La Puebla, en su otro oponente sobresalieron el pundonor y el temperamento, el arte y la valent¨ªa. para sacarle pases a un Jandilla con vocaci¨®n de burra. Y, adem¨¢s, lig¨¢rselos, y construir una faena con orden y concierto, hasta el punto de que cuaj¨® los mejores muletazos de la tarde. Y aqu¨ª radica el misterio. Si es un torero muy joven y maestros no quedan, ?de d¨®nde sac¨® el fundamento y el aroma, la regla y la esencia de la tauromaquia?
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