De Cardiff a Gibraltar por Montserrat
Los vientos autonomistas que soplan en Escocia, Gales e incluso Irlanda del Norte, han sembrado confusi¨®n en la colonia brit¨¢nica de Gibraltar como si. de una tramontana mediterr¨¢nea se tratara. El Ejecutivo gibraltare?o ha debido pensar que, con estos aires y con la pena causada en Londres por la retrocesi¨®n de Hong Kong, el momento era propicio para poner sobre el tapete una reivindicaci¨®n de nuevo cu?o para cambiar la situaci¨®n del Pe?¨®n, y, desde la descolonizaci¨®n y la autonom¨ªa, reivindicar un lugar ya no como colonia, dentro, o casi, del Reino Unido.El Gobierno brit¨¢nico ha manifestado -con una claridad sin precedentes- que la llave del cambio de estatuto de Gibraltar la tiene Espa?a, en virtud del Tratado de Utrecht de 1713. ?Responde esta nueva pedagog¨ªa brit¨¢nica a que tras Hong Kong y la tragedia volc¨¢nica en la isla de Montserrat, Tony Blair, al parecer, ha pedido una revisi¨®n general de los territorios dependientes del Reino Unido? Bien pudiera ser.
La situaci¨®n no es, sin embargo, favorable a Espa?a, a juzgar por el aparente escaso avance que se ha producido frente al escollo del pe?¨®n en las negociaciones sobre la reforma en profundidad de la estructura militar de la OTAN y la plena integraci¨®n de Espa?a en ella. Espa?a pide la supresi¨®n del mando de cuarto nivel en Gibraltar, pero el Reino Unido se resiste y exige, a cambio, el levantamiento de restricciones a¨¦reas y navales que pesan sobre el pe?¨®n, pese a que el aeropuerto est¨¦ construido sobre el itsmo que los brit¨¢nicos ocuparon ilegalmente y pese a que los mandos de cuarto nivel est¨¦n, en cualquier caso, llamados a desaparecer. La salida al respecto poco cort¨¦s en la cumbre de la OTAN de Madrid en julio del ministro brit¨¢nico de Asuntos Exteriores, Robin Cook, no parece haber servido para facilitar las cosas. En tales circunstancias, de no llegarse a una deseable soluci¨®n pactada que salve los intereses de todas las partes, caben dos preguntas: ?Est¨¢ Espa?a dispuesta a no entrar en la estructura militar para no levantar las restricciones sobre el pe?¨®n, una pol¨ªtica que ha dado pocos resultados. pero frente a la que no se ha formulado alternativa? ?Est¨¢ el Reino Unido dispuesto a impedir que Espa?a se integre plenamente en la OTAN si Madrid no levanta las restricciones? La respuesta, de aqu¨ª a diciembre.
En un segundo plano queda un tema que no se suele poner de relieve pero que indica que ¨¦ste no es un asunto puramente bilateral, sino que interesa tambi¨¦n a Estados Unidos. En efecto, EE UU utiliza tambi¨¦n Gibraltar para reparar buques, y especialmente submarinos nucleares, por cierto, a precios mucho m¨¢s competitivos de los ofrecidos en Rota.
M¨¢s all¨¢ de la actual situaci¨®n, para contrarrestar las nuevas ambiciones gibraltera?as, parecer¨ªa adecuado que desde Espa?a se vuelva a poner sobre la mesa una oferta imaginativa de futuro que acabe resultando atractiva a los propios gibralternos, y que ayude a que cale en el ¨¢nimo de ¨¦stos que tal futuro no est¨¢ mal, y que las alternativas pueden ser peores. Especialmente cuando Espa?a tiene en la mano la capacidad de hacer inviable una econom¨ªa de Gibraltar que vive, en gran parte, de ser un para¨ªso financiero, del contrabando y del blanqueo de dinero.
Una oferta de este calibre debe ser oportuna y reiterarse de forma insistente y p¨²blica, pues de otra forma se filtrar¨¢ su contenido de manera interesada. Fue un grave error sondearlas, como se hizo en enero pasado, en secreto con la parte brit¨¢nica, menos a¨²n cuando se trataba de un Gobierno predestinado a perder en mayo las elecciones. Pero el contenido de la propuesta de Abel Matutes parec¨ªa correctamente encaminado. Una soberan¨ªa compartida, o devuelta a Espa?a al cabo de un largo periodo -50 o 100 a?os-, con un estatuto especial garantizado a los gibraltare?os parece una f¨®rmula sensata. Aunque Londres siga dando largas al tema de la soberan¨ªa.
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