Una guerrilla ultracat¨®lica ugandesa secuestra a 8.000 ni?os
La guerra civil que libran el Gobierno islamista de Sud¨¢n y la guerrilla cristiana de John Garang est¨¢ complicando la vida a la vecina Uganda, al traladarse el conflicto a la zona norte de este pa¨ªs aliado de EE UU en ?frica Central. Un reciente informe de Amnist¨ªa Internacional (Al) da cuenta de que unos 8.000 ni?os han sido secuestrados y obligados, "por los medios m¨¢s brutales imaginables", a convertirse en soldados y esclavos en el norte de Uganda.En los ¨²ltimos tres a?os, estos ni?os, algunos de tan s¨®lo 11 a?os, han sido capturados por el Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (ERS) y obligados a combatir contra el Ej¨¦rcito ugand¨¦s. El ERS, un movimiento ultracat¨®lico encabezado por el visionario Joseph Kony, que dice seguir ¨®rdenes divinas, est¨¢ financiado por el r¨¦gimen de Jartum. Los combates en el norte de Uganda han provocado el desplazamiento de m¨¢s de 200.000 personas. Al tambi¨¦n dio cuenta con anterioridad de violaciones cometidas por el Ej¨¦rcito ugand¨¦s.
Seg¨²n las pruebas de que dispone Al, los comandantes del ERS obligan a los ni?os reci¨¦n capturados a participar en el asesinato ritual de otros ni?os, aparentemente con la intenci¨®n de romper sus resistencias frente al grupo, destruir tab¨²es sobre el homicidio, implicarlos en actos criminales y aterrorizarlos. En agosto de 1996, tres ni?os recibieron la orden de matar a otro ni?o con un hachazo cada uno. La violaci¨®n de las ni?as en matrimonios forzados es fundamental para la organizaci¨®n del grupo. Las ni?as son asignadas a los soldados de m¨¢s antig¨¹edad como recompensa e incentivo.
Los comandantes de Kony han promulgado edictos en las aldeas que controlan y que proh¨ªben montar en bicicleta_y vivir cerca de las carreteras (por temor a los esp¨ªas), y de criar cerdos (en aparente deferencia hacia sus proveedores de armas sudaneses). Los castigos son implacables. En octubre de 1996, una ni?a soldado presenci¨® c¨®mo mataban a un hombre por montar en bicicleta, le cortaban los pies y obligaban a su esposa a comerse una de las extremidades bajo amenaza de muerte.
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