Baker y el S¨¢hara Occidental Una nueva din¨¢mica
Las perspectivas de una soluci¨®n justa y definitiva en el S¨¢hara Occidental, tras las negociaciones de Houston y sus resultados, son reales. Y aunque la prudencia es de rigor, se puede decir que a finales del pr¨®ximo a?o se celebrar¨¢ el tantas veces aplazado refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, que debe culminar o con la emergencia de un nuevo Estado en el norte de ?frica o con la extensi¨®n hacia el sur de la frontera marroqu¨ª. No hay duda alguna de que un refer¨¦ndum justo y libre, condiciones sobre las que ha insistido de manera incansable el mediador Jarnes Baker, conducir¨¢ a lo primero.Houston fue la etapa final de una serie de negociaciones directas entre Marruecos y el Frente Polisario que se hab¨ªan iniciado el 23 de junio en Lisboa, continuaron en Londres y de nuevo en Lisboa, concluyendo el 16 de septiembre en la capital del Estado de Tejas. Esta ¨²ltima ronda ten¨ªa una importancia crucial no s¨®lo por el tema central de la agenda -c¨®digo de conducta y periodo transitorio-, sino tambi¨¦n por el hecho de que de sus resultados depend¨ªa la convalidaci¨®n de los acuerdos anteriores. A su vez, de esta convalidaci¨®n depend¨ªa la continuidad o no del esfuerzo de las Naciones Unidas para culminar su misi¨®n en el S¨¢hara Occidental.
Las negociaciones de Houston no fueron f¨¢ciles. Conocieron momentos de tensi¨®n muy serios que fueron superados por el mediador s¨®lo en las ¨²ltimas horas del ¨²ltimo d¨ªa.
Las declaraciones de James Baker a la prensa internacional, anunciando que las dos partes hab¨ªan alcanzado un acuerdo general que incluye los temas de Houston y todos los anteriores, dieron la vuelta al mundo. Sin infravalorar la inteligencia desplegada por los negociadores marroqu¨ªes y saharauis, el ¨¦xito hubiera sido imposible de no haber sido por la capacidad, experiencia y peso pol¨ªtico del mediador.
El camino hacia el refer¨¦ndum queda en principio allanado. Hay una nueva din¨¢mica. Del peligroso estancamiento se pasa al movimiento sobre la base de una serie de acuerdos que conllevan una triple fuerza. La de haber sido: a) aceptados por las dos partes, b) firmados ante Baker, y c) negociados en nombre del secretario general de la ONU, que cuenta con el apoyo del Consejo de Seguridad.
Un m¨ªnimo de prudencia es, sin embargo, aconsejable, ya que en todo acuerdo de naturaleza pol¨ªtico-diplom¨¢tica que implica a varios actores habr¨¢ siempre problemas en el momento de la aplicaci¨®n. El grado de complicaci¨®n de dichos problemas est¨¢ en una relaci¨®n directamente proporcional con la mayor o menor voluntad de obstrucci¨®n de una u otra parte. A su vez, la mayor o menor inclinaci¨®n de las partes a obstaculizar estar¨¢ en una relaci¨®n inversamente proporcional al menor o mayor grado de despliegue de autoridad, medios y firmeza de las Naciones Unidas.
Los acuerdos logrados, contrariamente a lo que algunos medios insinuaron, no dejaron plantadas "manzanas de discordia". No reemplazan ni modifican la esencia del plan de paz. Lo hacen aplicable. La pregunta del refer¨¦ndum sigue siendo la misma: independencia del S¨¢hara Occidental o su integraci¨®n en la potencia ocupante. De entre los acuerdos, unos resuelven divergencias conocidas, como el espinoso problema de los votantes del refer¨¦ndum. Otros abarcan campos y temas que podr¨ªan ser causa o motivo de divergencias que podr¨ªan paralizar de nuevo la aplicaci¨®n del plan de paz, como es el problema del confinamiento de tropas de las dos partes, el c¨®digo de conducta, los poderes de la ONU en el periodo transitorio, la presencia de observadores y de los medios de prensa durante dicho periodo... La negociaci¨®n abord¨® cada problema concreto, pero dentro de un enfoque global bajo el principio de que "nada est¨¢ acordado mientras todo no haya sido acordado".
La nueva din¨¢mica que descansa sobre ese tr¨ªpode de fuerza permite decir que lo que fue imposible durante seis a?os ya no lo es hoy. Pero el cambio en la perspectiva no fue s¨²bito. Fue el resultado de dos factores y de un an¨¢lisis realista de la situaci¨®n. Un nuevo secretario general distinto al anterior. Un mediador de gran envergadura al que resulta dif¨ªcil decirle no sin convencerle. Y un an¨¢lisis.
En mayo del a?o pasado, Butros-Gali decidi¨® arrojar la toalla y retirar a la comisi¨®n de identificaci¨®n del territorio. El proceso quedaba de esta manera paralizado. El diplom¨¢tico egipcio se apresur¨® a informar al Consejo de Seguridad de que Ias fuerzas de las dos partes se preparaban visiblemente al combate". El retorno de los combates supone el estallido del conflicto, el cual, en t¨¦rminos militares, se dirigir¨ªa a una prolongaci¨®n de la guerra de desgaste o se descarrilar¨ªa de una manera provocada o casual hacia un enfrentamiento regional, cuya onda de expansi¨®n implicar¨ªa, en la terminolog¨ªa del autor de Choque de civilizaciones, al nivel "terciario", a trav¨¦s de la venta de armamento, injerencias contenidas e intervenciones extranjeras.
Es dif¨ªcil saber si los dirigentes marroqu¨ªes habr¨ªan retenido alg¨²n d¨ªa esta arriesgada estrategia, cuya finalidad sena complicar el cuadro para complicar la soluci¨®n. Llevarla a cabo supondr¨ªa que la luz verde de las grandes potencias habr¨ªa sido dada. Las consecuencias para la regi¨®n y para Europa habr¨ªan sido imprevisibles si se hubiera desembocado en un conflicto.
En cuanto al primer escenario, tanto saharauis como marroqu¨ªes tienen puntos de fuerza y de debilidad de distinta naturaleza que en su enfrentamiento global se dirimir¨ªan a corto o medio plazo contra la parte que tendr¨ªa, adem¨¢s de la legitimaci¨®n o no internacional, mayores problemas o urgencias socio-pol¨ªticas internas.
En este contexto, si las fuerzas saharauis no pudieran desgastar a las marroqu¨ªes en la intensidad que quisieran, la imposici¨®n de una guerra de desgaste afectar¨ªa, sin embargo, a las arcas del pa¨ªs en un momento en el que las finanzas y las fuerzas armadas son claves para todo proyecto que sirva para responder a las necesidades de una sociedad de 29 millones de habitantes.
A principios de 1996, la diplomacia marroqu¨ª tom¨® nota de la imposibilidad de implicar a la ONU en un refer¨¦ndum fraudulento. La opci¨®n retenida por este pa¨ªs fue la de continuar implicando a las Naciones Unidas en la protecci¨®n del alto el fuego desvinculado de un proceso pol¨ªtico de aplicaci¨®n del plan de paz. En otros t¨¦rminos, intentar desgastar al contrario sin ser desgastado. Paralizar el refer¨¦ndum, culpar a la otra parte de ello y marcar, con el apoyo de la diplomacia francesa, algunos puntos en ciertos pa¨ªses franc¨®fonos de ?frica mientras se disfruta de la protecci¨®n del alto el fuego era algo que no s¨®lo compromet¨ªa gravemente a la ONU, sino tambi¨¦n absolutamente inaceptable. El punto de vista. saharaui fue explicado de manera reiterada a Butros-Gali y al Consejo de Seguridad.
Butros-Gali no volvi¨® a mostrar inter¨¦s por el tema ante la cercan¨ªa del fin de su mandato. Hab¨ªa que esperar a enero de 1997. La llegada de un nuevo secretario general de las Naciones Unidas fue la ocasi¨®n para una evaluaci¨®n en profundidad del tema del S¨¢hara Occidental. En su primer informe al Consejo de Seguridad, Kofi Annan llega a dos conclusiones. De un lado, la ONU no puede abandonar el territorio y proclamar el fracaso, al igual que en Somalia. De otro, la ONU no puede seguir indefinidamente en el S¨¢hara Occidental sin un objetivo claro, sin una perspectiva de refer¨¦ndum, que es la raz¨®n de ser de su presencia. Las dos conclusiones configuran aspectos de un dilema shakespeariano. Salir de ¨¦l requiere una renovada autoridad de la ONU y un mediador de grueso calibre. En este sentido, la decisi¨®n del secretario general de nombrar a Baker fue acertada.
Vuelvo a repetir que la prudencia no debe ser abandonada. No todo est¨¢. definitivamente resuelto, pero el movimiento ha reemplazado a la par¨¢lisis anterior. Si el proceso culmina sin mayores problemas, las ventajas de una paz justa e irreversible en el S¨¢hara Occidental son de una incalculable repercusi¨®n positiva, no s¨®lo para el pueblo saharaui, que demostr¨®, desde la dignidad, que merece esa paz, sino tambi¨¦n para el Magreb y su vecindad geopol¨ªtica. Por este solo objetivo merece el respaldo sincero de todos; de unos m¨¢s que otros... por la cuenta que les trae este asunto.
Ahmed Bujari es miembro de la delegaci¨®n negociadora y representante del Frente Polisario en la ONU.
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