La nube
Hasta hace poco se hablaba sin reservas del bullir econ¨®mico del su reste asi¨¢tico. Ahora arde adem¨¢s su realidad. En s¨®lo este a?o, m¨¢s, de 750.000 hect¨¢reas de bosque, lo equivalente a la superficie del Pa¨ªs Vasco, han sucumbido en Indonesia por obra de la codicia incendiaria de compa?¨ªas madereras unidas a grupos pol¨ªticos y financieros. Ese humo y su causa se expanden ahora densamente por los cielos de Malaisia, Filipinas, Tailandia o Singapur. El cataclismo que la naturaleza so porta en esas tierras coincide con la simult¨¢nea hecatombe de sus des equilibrios morales y los de sus monedas, desde el ringgit malaisio a la rupia indonesia, el peso filipino o el bath tailand¨¦s. La solidez de esa zona, en apariencia tan fulgente, de pende s¨®lo de la voluntad de sus explotadores y su seguridad procede de los caprichos en el pu?o de la especulaci¨®n. Pol¨ªticos, jefes militares, ricos locales junto a los capitales menos escrupulosos del mundo han acampado en el sureste asi¨¢tico al costado de las mafias, las bandas, los guanxis y la corrupci¨®n total. Desde Filipinas a Corea, desde Singapur a China, en ese flanco se cuece desde hace a?os el mayor proceso de depravaci¨®n social y econ¨®mica que ha conocido la humanidad; un sistema de capitalismo pervertido mediante la complicidad de las dictaduras, fermentado en la pasiva miseria de la poblaci¨®n y potencia do por la gigantesca fuerza de los carteles mundiales. ?ste es el nuevo modelo de "globalidad" con el que se trata el subdesarrollo. M¨¢s de 3.000 millones de personas viven actualmente en la pobreza; seguramente ser¨¢n 5.000 millones en 30 a?os. Lo pronostica el mismo Banco Mundial desde Hong Kong, sobrecogido por la propia estrategia de la desigualdad liberal y echando un vistazo alrededor donde la t¨®xica nube, saqueando vidas, esparce el aroma de la putrefacci¨®n.
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