Ra¨²l mete al Valencia en una crisis hist¨®rica
El Madrid vence en Mestalla y deja al equipo de Ranieri con cero puntos
Cada vez que pisa Mestalla, Ra¨²l suele dejar regalos envenenados para el equipo propietario del estadio. El a?o pasado, obsequi¨® a su amigo Valdano, sentado en el banquillo local, con un gol. En esta ocasi¨®n, el delantero madridista se ha mostrado obsequioso con el sucesor de Valdano, Ranieri, que asume el mando de un equipo en direcci¨®n a ninguna parte. De este modo, el joven delantero deja al Valencia en una crisis de dimensiones hist¨®ricas, con la redondez estigmatizada del cero en su casillero de puntos despu¨¦s de cuatro jornadas (nada parecido en los 78 a?os de historia del club). Y siendo malo el resultado, probablemente sea peor que al presidente Roig no le quedan m¨¢s herejes que mandar a la hoguera. ?O s¨ª?El Valencia lo cambi¨® todo para obtener el mismo resultado: la derrota. El Madrid, en cambio, sigui¨® fiel, a s¨ª mismo: o sea a Ra¨²l, que surgi¨® en el momento justo para solucionar todas las deficiencias de su equipo, que ayer fueron muchas (otra vez Suker).
A falta de otro h¨¦roe de campo, Mestalla se rindi¨® al principal encargado de evitar que su equipo sumara su cuarta derrota consecutiva, Zubizarreta, que disfruta de una segunda juventud al frente de los tres palos del Valencia. En realidad, la primera parte fue un duelo de arqueros, los dos escogidos habitualmente por Javier Clemente, que hicieron m¨¦ritos suficientes para reservar sendos billetes para el Mundial de Francia.
Dice la maledicencia popular que la defensa del Valencia ya es conocida como Los Panchos (es muy mayor, pero canta muy bien). De hecho Suker se encontr¨® con un par de regalos que desperdici¨® en ocasiones por la grandeza de Zubizarreta y, en otros, por su propia crisis futbol¨ªstica. Bien es cierto, que con la mayor querencia defensiva de Ranieri se cerraron grietas de anteriores partidos.
En el otro lado, el equipo que estrenaba el italiano Ranieri en la direcci¨®n tambi¨¦n someti¨® a Santiago Ca?izares a un intenso interrogatorio, que ¨¦ste respondi¨® con una soltura ya esperada. Entre uno y otro, Zubizarreta y Ca?izares, evitaron descorchar el partido.
Y eso que el Valencia sali¨® de estampida. Impaciente por eliminar todo vestigio del anterior entrenador, Jorge Valdano, el equipo de Ranieri plante¨® un choque muy frontal, sin transiciones en el centro del campo, directo al grano. Suced¨ªa, sin embargo, que VIaovic, que no es Romario, se top¨® la mayor¨ªa de las veces con Ca?izares, en un estado enorme de forma.
El Real Madrid, en cambio, se tom¨® las cosas con cierta calma. Sin necesidad de aprietos. Convencido de poder atrapar el partido con el paso del tiempo. Pens¨® el grupo de Jupp Heynckes que el tiempo pondr¨ªa a cada cual en su sitio.
Llegaban noticias de los goles del Bar?a y el Madrid se hac¨ªa aparentemente el sueco, sin capacidad o intenci¨®n de forzar la m¨¢quina. Los contragolpes del Valencia eran cada vez m¨¢s previsibles, con Ortega perdido en redundantes regates sin el acompa?ante ideal para echarles el guante (otra vez Romario).
Transcurrida la primera parte, el partido segu¨ªa metido en tubo a presi¨®n, sin nadie capaz de desatascarlo. El ambiente estaba muy cargado y Ranieri afianz¨® sus ideales en el descanso: s¨®lo interesa la salida al contraataque.
A ¨¦l se aplicaron de nuevo Ortega y VIaovic, demasiado abandonados a su suerte ante la abundante zaga madridista. Mucho m¨¢s cuando se trata de traspasar a Roberto Carlos, ayer un b¨®lido insuperable.
El Madrid prosigui¨® presumiendo de posesi¨®n de bal¨®n, pero con la misma espesura. El juego qued¨® trabado y el ¨¢rbitro, superado por los acontecimientos (cuando hubo una jugada comprometida no quiso saber nada).
Con la expulsi¨®n de Javi Navarro, el Madrid adquiri¨® la responsabilidad ineludible de la victoria, mientras el Valencia se fi¨® al esp¨ªritu de supervivencia. O sea, el escenario ideal para que apareciera Ra¨²l, desmpolvara un par de regates y dejara al Valencia en una crisis de tintes hist¨®ricos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.