"El riesgo de desestabilizaci¨®n militar desapareci¨®, pero hay otros"
"Perdone, pero no le he entendido bien. Aunque parezca contradictorio con mi cargo, estoy un poco sordo". Uno no sabe si Javier Calder¨®n, director general del Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa (Cesid), tiene realmente problemas de o¨ªdo o se trata de una excusa para ganar tiempo mientras piensa la respuesta. Posiblemente, ambas cosas. Lo cierto es que, si no sordo, el jefe de los esp¨ªas espa?oles ha estado mudo desde su nombramiento, en mayo de 1996.Se decidi¨® a romper su silencio esta semana y lo hizo en Jaca (Huesca), donde pas¨® buena parte de su juventud, en un curso organizado por la Academia General Militar, de la que fue director. Su comparecencia, junto al presidente del servicio alem¨¢n de inteligencia exterior (BND), Hansj?rg Geiger, se produjo adem¨¢s en v¨ªsperas del 20 aniversario de la fundaci¨®n del Cesid, que se cumple el pr¨®ximo martes.
Calder¨®n, teniente general en la reserva, no s¨®lo es el m¨¢ximo responsable del servicio secreto desde hace 16 meses, sino que fue tambi¨¦n su n¨²mero dos durante los cinco primeros a?os de existencia del centro, entre 1977 y 1982. El pasado jueves, tras su conferencia, mantuvo un encuentro con los periodistas presentes, del que se ofrece un amplio extracto.
"Entre el Cesid de los primeros tiempos y el de hoy hay una diferencia abismal", explic¨® Calder¨®n. "Desde hace un a?o, la mayor¨ªa del personal est¨¢ profesionalizado, lo que asegura la permanencia en el centro hasta el final de su carrera. La dimensi¨®n es otro par¨¢metro. Yo dej¨¦ un servicio casi familiar, en periodo de formaci¨®n, donde la presencia de civiles y mujeres era escas¨ªsima, al contrario de lo que sucede actualmente. Y luego est¨¢ tambi¨¦n su enorme expansi¨®n internacional. ?sos son quiz¨¢ los mayores cambios que he encontrado a mi regreso".
Pregunta. La involuci¨®n era uno de los principales problemas cuando naci¨® el Cesid. ?Son hoy las instituciones democr¨¢ticas tan fuertes como para excluir cualquier riesgo de desestabilizaci¨®n? Y no me refiero s¨®lo a la de origen militar, sino a la que puedan provocar grupos de presi¨®n.
Respuesta. El riesgo de desestabilizaci¨®n militar ha desaparecido totalmente. Las Fuerzas Armadas han sido un ejemplo de modernizaci¨®n, han hecho su propia catarsis para integrarse al m¨¢ximo en la sociedad. Respecto a otros riesgos... En un mundo tan cambiante y con unas legislaciones tan abiertas, que defienden derechos y libertades, pero permiten a las mafias, a los grupos de presi¨®n o las personas aprovecharse de ellas para desestabilizar... No me atrever¨ªa a ser tan optimista.
P. ?Sigue siendo la protecci¨®n de las instituciones una de las preocupaciones del Cesid?
R. S¨ª. Tiene que serlo. Hay que empezar por la propia casa. De nada nos servir¨ªa saber lo que ocurre fuera si dentro est¨¢n trabajando los ratones. Proteger las instituciones, para que puedan cumplir su cometido, es una preocupaci¨®n como ciudadano, pero tambi¨¦n, l¨®gicamente, como persona con responsabilidades.
P. En los ¨²ltimos a?os se han dado varios intentos de obtener beneficios personales con la amenaza de difundir noticias que perjudicasen a las instituciones.
R. No deja de ser, al menos en su manifestaci¨®n externa, una especulaci¨®n period¨ªstica. No hay pruebas de que esto haya sucedido. En la medida en que estos hechos dejaran de ser especulaciones period¨ªsticas, un servicio que tiene como misi¨®n la defensa de las instituciones democr¨¢ticas podr¨ªa y deber¨ªa actuar.
P. Al margen de la responsabilidad personal de algunos de sus miembros, que deber¨¢n dilucidar los tribunales, ?cu¨¢l fue la actitud del Cesid ante la guerra sucia?
R. Era una ¨¦poca en que yo estaba fuera del centro y es una costumbre inveterada que, cuando lo abandonas, lo haces a todos los efectos. Por lo tanto, no tengo la menor referencia sobre este tema. Lo que s¨ª puedo decir es que, conociendo a las personas que dirig¨ªan el centro, cuesta mucho trabajo creer algunas de las informaciones que uno lee. Como el tema est¨¢ bajo investigaci¨®n judicial, el m¨ªnimo respeto exige esperar a que concluya. S¨ª quiero aclarar que en este momento no hay ning¨²n miembro del centro imputado, aunque pueda haber ex miembros. Conf¨ªo en que la averiguaci¨®n de los hechos ponga las cosas en sus justos t¨¦rminos.
P. Durante su primera etapa en el Cesid se hizo alg¨²n estudio te¨®rico sobre la guerra sucia.
R. Siempre existe, en algunos, la hip¨®tesis de que fen¨®menos como el terrorismo pueden combatirse con procedimientos fuera de la legalidad. Es una constante en todo el mundo. Pero la experiencia demuestra que no dan buen resultado, acaban volvi¨¦ndose contra el Estado que los usa. Los estudios te¨®ricos que pudieron o no hacerse en aquella ¨¦poca no dejar¨ªan de ser especulaciones de sal¨®n, porque la l¨ªnea de pensamiento estaba muy clara: estos procedimientos, adem¨¢s de contrarios a la ley, que es lo principal, no conducen a nada. El Cesid no era partidario entonces, ni me consta que lo haya sido nunca.
P. El fiscal del caso de las escuchas sostiene que la interceptaci¨®n de tel¨¦fonos m¨®viles por el Cesid no era delito.
R. Repito lo mismo. Mientras el tema est¨¦ sub iudice, yo tengo mi opini¨®n, pero me la reservo.
P. Usted ha recordado en su conferencia que la interceptaci¨®n de esas conversaciones est¨¢ al alcance de cualquier particular.
R. Es un asunto que nos preocupa. La liberalizaci¨®n de las tecnolog¨ªas y las grandes sumas de dinero que manejan algunas mafias, junto a su falta de escr¨²pulos, les permiten tener acceso a determinados procedimientos con los que conseguir informaci¨®n para su propio beneficio. Los servicios de inteligencia no pueden utilizar tales procedimientos y eso, de alguna forma, pone al Estado en inferioridad de condiciones para combatir a dichas mafias.
P. ?Hay un vac¨ªo legal? La legislaci¨®n s¨®lo contempla la interceptaci¨®n de comunicaciones o el registro domiciliario cuando se investiga la comisi¨®n de un delito. Pero ¨¦sa no es funci¨®n de los servicios secretos, sino de la polic¨ªa.
R. Normalmente, los servicios de inteligencia no trabajan en la represi¨®n de un delito, sino en su prevenci¨®n. Ese es el motivo por el que queremos una regulaci¨®n legal que nos posibilite no s¨®lo la intervenci¨®n en el territorio nacional, bajo control judicial, sino tambi¨¦n en el extranjero, donde estamos al descubierto. Hay organismos, como el servicio franc¨¦s o la CIA, cuyas operaciones encubiertas en el extranjero est¨¢n protegidas por ley. Podr¨¢n cogerles all¨ª, pero lo que no pueden es penalizarlos en su propio pa¨ªs.
P. Sin embargo, las leyes de secretos oficiales y del Cesid han quedado aparcadas.
R. La ley sigue siendo una petici¨®n del centro, aunque entendemos que haya otras normas cuyo debate en las Cortes resulta m¨¢s urgente. Mientras tanto, seguimos trabajando y deseando, como es l¨®gico, que entre esas prioridades aparezcan las nuestras.
P. El Cesid est¨¢ a punto de concluir su proceso de profesionalizaci¨®n, que ha resultado traum¨¢tico.
R. ?Hombre! Es traum¨¢tico para algunos compa?eros que han tenido que dejar una actividad a la que han dedicado muchos a?os. En ning¨²n caso ha supuesto p¨¦rdida de trabajo con la Administraci¨®n, tanto civil como militar, y bastantes han sido abandonos voluntarios, por razones profesionales o familiares. La profesionalizaci¨®n garantiza estabilidad al personal, despejando incertidumbres de futuro, y el centro gana en eficacia al permitir una formaci¨®n m¨¢s completa.
P. S¨®lo 40 o 50 agentes no han sido profesionalizados, de un total de 1.800. Poca reducci¨®n es ¨¦sa.
R. Es que la profesionalizaci¨®n no est¨¢ vinculada a la reducci¨®n.
P. Y usted no es partidario de reducir...
R. Nadie es partidario de que le reduzcan. Ni presupuesto ni plantilla. Cuanto m¨¢s medios tengamos, m¨¢s y mejor trabajaremos. Pero comprendemos que el Gobierno nos da los medios que puede y nuestra obligaci¨®n es sacarles el mayor rendimiento.
P. ?Que garant¨ªas tiene la sociedad de que el Gobierno utiliza el servicio secreto en inter¨¦s del Estado y no en el suyo propio?
R. Yo entiendo que, en una democracia, un gobierno leg¨ªtimamente constituido tiene la confianza de la sociedad. Pero es que, adem¨¢s, la sociedad tiene suficientes mecanismos de control para saber que el Gobierno emplea los medios del Estado al servicio de esa sociedad. Los ministros de los que depende el Cesid comparecen peri¨®dicamente ante el Parlamento para dar cuentas de su gesti¨®n y rinden explicaciones exhaustivas, con car¨¢cter semestral, sobre el uso de los fondos reservados. Las dem¨¢s partidas del Cesid son fiscalizadas por el Tribunal de Cuentas, como cualquier otro ¨®rgano de la Administraci¨®n.
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