Islamistas,todav¨ªa hace falta otro esfuerzo...
El anuncio de una tregua unilateral hecho p¨²blico por el EIS, brazo armado del Frente Isl¨¢mico de Salvaci¨®n, constituye sin lugar a dudas un giro positivo aunque insuficiente y ambiguo: Argelia no ha salido todav¨ªa del infierno. 1. Por fin se ha dado un peque?o paso hacia la verdad: los integristas ya no niegan su responsabilidad y proceden a reconocer- (parcialmente) su paternidad. Hace tan s¨®lo 15 d¨ªas, un mont¨®n de gente bienintencionada y de expertos con patente en Par¨ªs, se mareaban hablando de "grupos que se identifican abusivamente con el islamismo". El emir nacional del AIS les ense?a que no existe tal abuso, que las recientes "masacres horribles" son, en efecto, obra de criminales" surgidos de los residuos extremistas del GIA" (Grupos Islamistas Armados).
Nunca es demasiado tarde ra llamar al pan, pan y ver en garganta degollada de las v¨ªctimas el ritual de un loco de Dios cuyo cuchillo de Abraham no se abate sobre un cordero no sobre un beb¨¦. No hay que olvidar que el m¨¦todo inaugurado y popularizado por el FIS contagioso y que algunos pueden apropi¨¢rselo por motivos extrarreligiosos, familiares, crapulosos o pol¨ªticos. Raz¨®n e m¨¢s para exigir a los islamistas la condena sin paliativos de tales m¨¦todos. ?Hay que recordar que, desde hace a?os, las masacres se suceden unas a tras en Argelia en nombre del Cor¨¢n? ?Hay que recordar que ninguna autoridad pol¨ªtica o moral que se llame seguidora de ese santo libro -por lo dem¨¢s tan digno como otro cualquiera- se ha atrevido a anatematiar el asesinato deliberado de inocentes, con el pretexto que ea? Ruslidie, debido a algunas p¨¢ginas volterianas, no se ha beneficiado de la mansedumbre que rodea los asesinatos fan¨¢ticos.
1. Por fin se ha dado un peque?o paso en el sentido de tener en cuenta el sentimiento de abominaci¨®n y rechazo que sacude a la poblaci¨®n argelina. Los integristas perciben que su popularidad ya no es la que era: han mostrado lo que eran capaces de hacer antes de tomar el poder. Una parte de ellos se precipita a condenar unas "masacres horribles", continuaci¨®n otras fechor¨ªas no menos horribles que con frecuencia reivindican y cuyo principio no rechazan en bloque y de manera definitiva.
Tras tantos horrores, los familiares de los degollados y los hijos de los asesinados no pueden por menos de estar habitados por una desconfianza leg¨ªtima cuando no, y demasiado a menudo pero es humano, por una sed de venganza. Para la paz, para restablecer ese m¨ªn?mo de confianza necesaria, los islamistas deben interrogarse sobre s¨ª mismos p¨²blicamente de un modo m¨¢s franco.No basta con llamarna tregua,de las operaciones combatientes"; hay que declarar en voz, aIta y clara que esta guerra, llevada a cabo contra los civiles es un crimen absoluto, y en ning¨²n caso deber¨ªa ser considerada como una "operaci¨®n combatiente", incluso bajo los colores del islam. Ha llegado la hora de afirmar solemnemente que nada puede justificar que se corte a un ni?o en rodajas. Nada, ni la interrupci¨®n de un proceso electoral. Y que un combatiente dispuesto a masacrar al primero que se le ponga por delante no es m¨¢s que un criminal abominable al que hay ue tratar como tal. Una vez sustituida la interdicci¨®n en la que se basa toda civilizaci¨®n -la prohibici¨®n de la violencia absoluta, del asesinato de no importa qui¨¦n por no importa qui¨¦n- es cuando la paz civil vuelve a ser posible; no antes.
3. ?0 s¨®lo se trata de un paso hacia un lado? ?Se trata de una ficci¨®n? Es sabido que una parte de los militares en el poder -y ello explicar¨ªa su escandalosa pasividad tras las recientes masacres- se plantea la posibilidad de una soluci¨®n basada en el modelo de Sud¨¢n o del Yemen: para los integristas, la gesti¨®n totalitaria de la sociedad civil; para el Ej¨¦rcito, el monopolio del uso de la fuerza. Se supone que este reparto de tareas facilita el reparto de la tarta (los beneficios de la corrupci¨®n y de la renta del petr¨®leo). -Una fracci¨®n islamista se ha visto seducida por esta idea, de ah¨ª la tregua. Otra, ambiciona un poder no compartido y opta por un terrorismo total. Mucho menos residual de lo que se dice, esta facci¨®n, m¨¢s o menos afgana, opta por una estrategia inhumana pero coherente: vaciar mediante el asesinato, el p¨¢nico y el terror, el campo y los suburbios, superpoblar Argel hasta ' lograr que la capital sea una ciudad incontrolable e inflamable a voluntad, deslegitimizar al poder y lograr de una conferencia internacional el estatus de beligerante honesto. No ser¨ªa la primera vez que la ONU trasfigura a unos abominables incendiarios coron¨¢ndoles como respetables y em¨¦ritos bomberos
.Pero Argelia no es Sud¨¢n, Ir¨¢n o Afganist¨¢n. Son numerosas las argelinas que ponen en peligro su vida al negarse a velarse o enclaustrarse; son numerosos los periodistas, los cantantes y los escritores que no quieren dejarse amordazar; numerosos los j¨®venes enamorados de la libertad. Toda capa de plomo que cae sobre la sociedad civil argelina suscita invenciblemente resistencias y rebeliones. La ¨²nica salida razonable pasa por condenar y abjurar sin reservas del terrorismo. integrista.
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