La enigm¨¢tica luz de La Tour se expone en Par¨ªs
La mayor retrospectiva del mal conocido pintor franc¨¦s se abre en el Grand Palais
La pr¨¢ctica totalidad de la obra conocida de Georges de La Tour -s¨®lo falta un Saint J¨¦r?me de la colecci¨®n de la reina de Inglaterra- permanecer¨¢ expuesta desde el 3 de octubre y hasta el, pr¨®ximo 26 de enero en el Grand Palais de Par¨ªs. Se trata de 42 telas originales, de 33 copias antiguas y de cuatro grabados, am¨¦n de dos obras de Caravaggio que, por su tem¨¢tica, es ineresante comparar con otras dos de La Tour. La muestra, visitada ayer por el presidente Jacques Chirac, recupera as¨ª a un gran artista que estuvo olvidado durante siglos.
La ¨²ltima gran retrospectiva dedicada a Georges de La Tour (1593-1652) en Francia data de 1972. Desde entonces han reaparecido siete obras originales y un n¨²mero importante de copias o de telas del taller del artista. Adem¨¢s, el mito de un La Tour encerrado en su Lorena nata, pintando ajeno a todo, se ha derrumbado. Los expertos afirman ahora que el rey Luis XIII, por ejemplo, hizo retirar de su habitaci¨®n todas las dem¨¢s telas que pose¨ªa para disfrutar del Saint S¨¦bastien ¨¤ la lanterne cuando La Tour se la present¨®. Este fue pintor oficial de la Corte y ahora hay constancia documental de que ya en 1623 -a los 30 a?os- vend¨ªa su obra a la nobleza. Y no s¨®lo eso, sino que tambi¨¦n parece demostrada la existencia del taller y el peso de Etienne, el hijo de Georges de La Tour, en los cuadros de la ¨²ltima ¨¦poca.Sin embargo, la vida de este pintor sigue teniendo puntos oscuros. Despu¨¦s de permanecer en el olvido durante m¨¢s de dos siglos, y gracias a la labor de un erudito loren¨¦s a finales del XIX y a un alem¨¢n a principios de la Primera Guerra Mundial, se empez¨® a dar nombre, a reunir obras dispersas y a trazar la trayectoria de un artista entonces totalmente ignorado, que fue creciendo a medida que se identificaban sus pinturas. Las escasas telas aparec¨ªan en desvanes, graneros o en el almac¨¦n de alg¨²n viejo marchante. La salida clandestina de Francia de la Diseuse de bonne aventure y su posterior compra por el Metropolitan Museum de Nueva York le vali¨® al entonces ministro de Cultura, Andr¨¦ Malraux, una interpelaci¨®n en el Congreso. Para entonces La Tour se hab¨ªa convertido ya en una de las m¨¢s apreciadas figuras del arte franc¨¦s.La idea misma de dividir la trayectoria de La Tour en dos etapas muy claras, una primera realista y una segunda obsesionada por el tratamiento de la luz, tampoco sobrevivir¨¢ a la exposici¨®n. L'argent vers¨¦, una pintura nocturna de juventud procedente de un museo de Ucrania, desmiente esa idea de sucesi¨®n perfecta. La comparaci¨®n con los caravaggios es tambi¨¦n poco concluyente: las escenas picarescas est¨¢n tratadas de maneras muy distintas. Lo cierto es que las obras diurnas de La Tour son extremadamente crueles y duras.
Cuatro 'Madeleine'
La posibilidad de ver cuatro Madeleines reunidas, con la calavera, la vela y el espejo, es una oportunidad tan extraordinaria -una est¨¢ en Los Angeles, otra en Washington, una tercera en Nueva York y la cuarta, en Par¨ªs- como lo son los propios cuadros, pero puede que el punto culminante de la exposici¨®n est¨¦ montado en tomo a una ausencia: la del ya citado Saint S¨¦bastien ¨¤ la lanterne. A falta de ese original que dejara boquiabierto al rey, el Grand Palais propone ocho copias distintas de esa maravilla, una serie de peque?as variaciones que, contrastadas con el resto de la exposici¨®n, permiten que el visitante haga en su mente una especie de retrato-robot de la tela perdida.
Las f¨®rmidables Le Tricheur y La Diseuse de bonne aventure remiten a una reinterpretaci¨®n de la pintura de g¨¦nero. En ellas, como en otros retratos, sorprende que La Tour opte por presentar algunas figuras de modo totalmente frontal, algo infrecuente, seg¨²n constantan los comisarios de la exposici¨®n.
Babelia
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