Verdugos
No s¨¦ que hac¨ªa Emma Bonino, consejera -ministra- de la Uni¨®n Europea, muy conocida aqu¨ª, en Afganist¨¢n, tan lejos de su esfera; no se qu¨¦ hac¨ªa fotografiando mujeres, cosa que el Cor¨¢n proh¨ªbe. Mujeres y cualquier figura humana o animal: por eso los ¨¢rabes se ilustraron con maravillosas pinturas, geom¨¦tricas, y de la escritura c¨²fica hizo un arte. Otros pa¨ªses isl¨¢micos lo admiten por corrupci¨®n. No los integristas. No los talibanes. La palabra viene de taleb o talib, estudiante del Cor¨¢n, y nada m¨¢s que del Cor¨¢n: creen que la p¨¦rdida de su mundo se debe m¨¢s que a los infieles, a los musulmanes que no cumplen con su fe. Algunas de las matanzas de Argelia son la venganza de los integristas sobre mujeres sin velo y sobre hombres sin fe, contra costumbres corrompidas. En Ir¨¢n se lapida a hombres y mujeres.Y en Arabia Saud¨ª van a cortar la cabeza a una enfermera brit¨¢nica que, con la complicidad de otra, mat¨® a una tercera. Hay que distinguir: este acto no es m¨¢s medieval ni m¨¢s brutal que los cientos de ejecuciones al a?o en Estados Unidos por muy diversos medios, o en China por la pistola en la nuca. Puede salvarse la condenada si paga una compensaci¨®n -sharia, se llama- al heredero de la v¨ªctima: en Occidente no existe ni siquiera esa posibilidad para un crimen as¨ª. Los que tienen una edad no muy avanzada pueden recordar el garrote vil, especialmente siniestro y m¨¢s medieval que nada, que utilizaba Franco antes de morir. Y el verdugo en N¨²remberg, de Estados Unidos, cuenta que arregl¨® el tama?o de la cuerda, la forma del nudo y el mecanismo de la trampilla para que la muerte de los nazis fuera m¨¢s larga y angustiosa: el que menos dur¨® un cuarto de hora sufriendo atrozmente.Todo lo que ahora utilizamos contra nuestros nuevos enemigos los ¨¢rabes, porque ya todos somos jud¨ªos inspirados as¨ª por el "pensamiento ¨²nico" que brota de Estados Unidos, es naturalmente horrible. Todas las penas de muerte, por cualquiera de los sistemas, contra cualquiera de los culpables, contra ni?os, adultos, viejos o mujeres, es sencillamente detestable y califica, empezando por ETA y terminando por el monarca saud¨ª, nuestro primo. Y los que piden pena de muerte en Espa?a son iguales que el verdugo de N¨²remberg o el de Arabia.
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