De retablos, bre?as y aguas
El ta?ido de las campanas de la iglesia de San Vicente M¨¢rtir queda suspendido en el aire y, en el tiempo, se cuela por las ventanas del colegio y se prolonga milagrosamente sobre las bre?as de la sierra. El nombre de Braojos es de posible origen celta, dice Jim¨¦nez de Gregorio, el prefijo "bra" tendr¨ªa en este caso la significaci¨®n de "broza de ¨¢rboles", de robles como los que rodean este municipio ganadero de la comarca de Buitrago y de Lozoya, de la "sierra pobre", "un territorio", sigue escribiendo el ilustrado cronista de la Comunidad de Madrid, "perfectamente definido por factores geogr¨¢ficos..., la comarca m¨¢s completa, unitaria y original de cuantas integran el ser comarcal de la provincia". El ta?ido del carrill¨®n se cuela por las ventanas del colegio, avisando a los siete alumnos, ni?as y ni?os de muy corta edad, de que ha finalizado su periodo de clase, su l¨²dico y pedag¨®gico encierro que anima, como un chaval m¨¢s, un maestro con barba de ermita?o, enmara?ada calva y gafas profesorales, don Apuleyo, Apu para el alumnado que dibuja, recorta o moldea plastilina mientras escucha las coplas y los decires que su profesor enlaza e improvisa para que la ense?anza sea cosa de "coser y cantar".
Apuleyo Soto, escritor, periodista, poeta y librero, record¨® que era maestro cuando la crisis amenaz¨® su negocio de libre r¨ªa y escogi¨® la escondida senda de Horacio y de fray Luis, el beatus ille, en esta beat¨ªfica villa cuyo censo apenas sobrepasa los cien habitantes. Como pregonero, de las ¨²ltimas fiestas, don Apuleyo hil¨® sus ver sos de arte menor y amor gran de para definir a sus convecinos y escribi¨®: "Pues sois vecinos queridos / y sois caballeros natos / uncidos a la herramienta / como la madera al clavo, / frutos duros de una tierra / de endrinos de tronco amargo, / de huertecillos verdosos, / de eras, eriales y prados, / de encinas como mujeres / y robles como muchachos...Esta sierra, pobre de suelo y rica de agua, constituye la principal reserva hidr¨¢ulica de la siempre sedienta capital y sus congestionados contornos, un destino que vela por la pureza de estos montes y valles casi intactos donde no llegaron las urbanizaciones ni las industrias de los hombres. Un clestino al que se resignaron relativamente sus habitantes, celosos conservadores de su patrimonio rural, de sus bosques, sus r¨ªos y sus regatos, que sin embargo se sienten injustamente relegados en su papel por obra de cierto fundamentalismo ecologista, sin mucho fundamento, que pretende aclararles c¨®mo de podarse o no podarse los brotes de los robles y otras menudencias a las que llevan entregados los vecinos de Briaojos varios siglos, sin merma ni da?o de sus reservas paisajistas o cineg¨¦ticas.Dos hermosas y fieras cabezas de jabal¨ª decoran los muros del mes¨®n Los Tres Hermanos, cuyos clientes hacen c¨¢balas hoy sobre las pr¨®ximas jornadas de caza, limitada y controlada de esta especie, hu¨¦sped habitual con el zorro y el ciervo de los bosques cercanos. Mientras, Vicente, el mesonero, asa rotundos y jugosos chuletones de ternera criada en los pastos locales, exquisita como la ensalada que elabora con productos de su huerta. En la sobremesa, con aroma de Farias y rumor de naipes, se habla de toros y de toreros, como Jos¨¦ Tom¨¢s, diestro de Galapagar pero tambi¨¦n de Braojos donde a¨²n viven varios miembros de su familia. No hay mejor credencial para d¨¢rselas de conocedor de estos montes, trochas y veredas que la que exhibe Juli¨¢n, gu¨ªa espont¨¢neo y erudito del cronista viajero, que se extravi¨® y qued¨® "arrecido" (aterido en el diccionario de Mar¨ªa Moliner) en sus bra?as a los 22 meses de edad. En la torre del campanario a la que se accede por una l¨®brega escalera de caracol tallada en la piedra corre una brisa fresca que alivia los rigores de un d¨ªa retardado del verano. Brisa que se convierte en fr¨ªo vendaval con las primeras nieves. Cuenta Juli¨¢n que cuando la guerra instalaron una ametralladora en el campanario, pero que tuvieron que desmontarla porque sus servidores quedaban r¨¢pidamente entumecidos, "arrecidos".
La iglesia de San Vicente M¨¢rtir es una joya que contiene otras joyas" una joya restaurada por los vecinos de la localidad con esmero, una iglesia construida a finales del siglo XV y principios del XVI, recia como una fortaleza, guarecida de g¨¢rgolas y con b¨®veda de crucer¨ªa en la capilla bautismal. El templo guarda en su interior varios retablos de inmenso valor, recientemente recuperados y restaurados, entre los que destaca especialmente el de la capilla de los Vargas, ejecutado entre 1628 y 1633 por el ensamblador Juan Vel¨¢zquez, disc¨ªpulo del imaginario y escultor vallisoletano Gregorio Fern¨¢ndez, autor de las esculturas. Las pinturas son obras del italo-madrile?o Vicente Carducho y el policromado y estofado de la obra del pintor Pedro Fuertes. La coincidencia de Fern¨¢ndez, primer escultor de Castilla de origen gallego y del madrile?izado Carducho, que fue el pintor m¨¢s influyente en los medios eclesi¨¢sticos de la corte, hacen de este retablo una obra singular cuya importancia ha glosado Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez, director del Museo del Prado, autor de un art¨ªculo sobre la feliz restauraci¨®n de los retablos de Braojos, efectuada por la Comunidad de Madrid.
"Casi olvidado en la belleza salvaje de la sierra madrile?a, el peque?o pueblo ha conservado en su iglesia un conjunto notable de retablos de los siglos XVII y XVIII milagrosamente salvados de las vicisitudes de la historia pasada y reciente", escribe P¨¦rez S¨¢nchez, que en un, p¨¢rrafo anterior resalta: "La restauraci¨®n devuelve nueva vida a lo habitual y proyecta sobre ello una viv¨ªsima luz, reencuentro y descubrimiento que lo convierte en nuevo y, a veces, incluso, en ins¨®lito". Adem¨¢s de las mencionadas obras de Fern¨¢ndez y Carducho hay otras an¨®nimas de no menos valor, como los lienzos del retablo del Rosario y las dos tablitas pintadas de finales del siglo XV, empotradas en un retablo muy posterior, y que por su estilo enlazan con las del llamado maestro de los Luna. La iglesia de Braojos constituye un grat¨ªsimo e "ins¨®lito" descubrimiento para los viajeros que en estas comarcas s¨®lo buscan las bellezas naturales de un paisaje, tan hermoso como el que rodea a este singular, hist¨®rico, pintoresco y hospitalario pueblo de Braojos que, fiel a sus tradiciones, sigue bailando y cantando delante del Sant¨ªsimo al llegar las Navidades una pastorela" popular del siglo XV Entre villancicos castellanos y parrafadas en lat¨ªn macarr¨®nico, vestidos con el sencillo traje t¨ªpico de la comarca serrana, los de Braojos enlazan un pasado glorioso con un presente esperanzado en uno de los rincones m¨¢s bellos de la Comunidad.
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