Acoso y derribo
A trav¨¦s de Luis Y¨¢?ez, su portavoz en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores, el Partido Socialista (PSOE) ha presentado en el Congreso una propuesta para que Espa?a asuma en la Uni¨®n Europea, en lo que concierne al r¨¦gimen autoritario peruano de Fujimori, el mismo liderazgo que ha tenido en coordinar con sus socios europeos una pol¨ªtica de presi¨®n a la dictadura cubana de Fidel Castro en favor de los derechos humanos y la democratizaci¨®n. Se trata de una iniciativa loable, que ha respaldado ya Izquierda Unida, y que los dem¨®cratas peruanos y espa?oles esperamos que obtenga el apoyo un¨¢nime de las fuerzas pol¨ªticas representadas en las Cortes, en especial, del Partido Popular de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que, conviene recordarlo, fue uno de los primeros en condenar, en t¨¦rminos inequ¨ªvocos, el golpe militar del 5 de abril de 1992 que destruy¨®, a los 12 a?os de recobrada, la democracia en el Per¨².La propuesta es impecable, desde los puntos de vista jur¨ªdico y ¨¦tico, adem¨¢s del pol¨ªtico. Ella recuerda que el 17 de julio de este a?o el Parlamento Europeo conden¨® al r¨¦gimen peruano por sus repetidas violaciones a los derechos humanos y pide que Bruselas, actuando de manera consecuente, aplique a la dictadura de Fujimori, Montesinos y Bari Hermoza la misma pol¨ªtica que ha adoptado, gracias a Espa?a, frente a la dictadura cubana, supeditando la ayuda y colaboraci¨®n europeas a los progresos que haga en los dominios de la libertad y la legalidad.
En el Per¨², no hay progreso alguno en estos dos campos, m¨¢s bien -sobre todo, en las ¨²ltimas semanas- violentos retrocesos. Como si el gobierno se empe?ara en dar la raz¨®n a Amnist¨ªa Internacional, que, en su ¨²ltimo informe, se?ala que el r¨¦gimen autoritario peruano comparte el deshonroso palmar¨¦s de los cr¨ªmenes pol¨ªticos, torturas, ejecuciones sumarias, detenciones ilegales, atropellos contra la libertad de prensa, interferencias telef¨®nicas, envilecimiento de la Justicia, expropiaci¨®n de la correspondencia, etc¨¦tera, con satrap¨ªas tan flagrantes como las de Niger¨ªa, Birmania, Corea del Norte o Libia. A ra¨ªz de su iniciativa, el diputado Y¨¢?ez fue amenazado de muerte por un supuesto Comando Cinco de Abril, que llam¨® tambi¨¦n a diversos medios de comunicaci¨®n espa?oles. Las llamadas, hechas desde tel¨¦fonos de Lima, delatan la mano sucia del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional), los predios desde los que Montesinos, Bari Hermoza y dem¨¢s miembros de la c¨²pula castrense que detenta el poder urden las grandes operaciones represivas y "psico -sociales" del r¨¦gimen.
La ¨²ltima de estas operaciones se consum¨® al amanecer del 19 de septiembre, cuando las fuerzas policiales ocuparon Frecuencia Latina, canal de televisi¨®n de Baruch Ivcher al que, mediante triqui?uelas jur¨ªdicas de grotesca factura, el r¨¦gimen despoj¨® de la nacionalidad peruana primero, para arrebatarle luego su empresa y entreg¨¢rsela a unos accionistas minoritarios, c¨®mplices del desafuero. La raz¨®n de ser de este despojo, perpetrado como un verdadero desafio a la comunidad internacional -pues, desde el Congreso de Estados Unidos hasta la Agencia Jud¨ªa, pasando por todas las asociaciones de prensa del mundo, hab¨ªan protestado contra el atropello- es alinear a Frecuencia Latina con la pol¨ªtica de servilismo al gobierno que es la norma entre los grandes medios de comunicaci¨®n desde el 5 de abril del 92. Lo era tambi¨¦n la del Canal de Baruch Ivcher hasta hace unos meses, en que denunci¨® la colusi¨®n de jerarcas militares del r¨¦gimen con el narcotr¨¢fico y los millonarios ingresos de Montesinos, asesor supuestamente ad honorem de Fujirnori. Por este atrevimiento ha sido ahora castigado.
Veinticinco periodistas de Canal 2 renunciaron a sus cargos en el instante mismo que la polic¨ªa ocup¨® el canal, neg¨¢ndose a trabajar con los usurpadores. Antes hab¨ªan librado una valerosa batalla, encerr¨¢ndose en el local e informando sobre lo que ocurr¨ªa, con verdadera temeridad. Quiero destacarlo -mencionando a los cuatro mosqueteros de la resistencia: Fernando Via?a, Gonzalo Quijandr¨ªa, Iv¨¢n Garc¨ªa y Luis Ib¨¦rico- no s¨®lo porque esas actitudes son infrecuentes en el periodismo peruano, donde las ¨²ltimas dictaduras -la de Velasco y la actual- han contado con la complicidad activa de buen n¨²mero de hombres de prensa, sino porque, esas actitudes de independencia y decencia, en el Per¨² de hoy se pueden pagar caras. Precisamente tina de las explosivas denuncias que hizo conocer Canal 2, en su efimero par¨¦ntesis de libertad, fue la de un ex agente del SIN, Leonor La Rosa, revelando que este organismo ten¨ªa preparado un "Plan Bermuda" contra la prensa ind¨®cil, que inclu¨ªa el asesinato, de un periodista de oposici¨®n, C¨¦sar Hildebrandt, simulando un accidente.
Los pa¨ªses que gozan de reg¨ªmenes democr¨¢ticos, y, sobre todo, aquellos que, como Espa?a, han conquistado sus libertades y el imperio de la ley luego de padecer el agobio de una dictadura, tienen la obligaci¨®n de ayudar a los que no est¨¢n en esta situaci¨®n a librarse de reg¨ªmenes que, aunque de distintos signos ideol¨®gicos, como los de Fidel Castro y Fujimori, se asemejan porque pisotean los derechos humanos, privan a sus pueblos de las m¨¢s elementales garant¨ªas y prolongan, en nuestro tiempo, aquella tradici¨®n de oscurantismo, prepotencia y abyecci¨®n moral de la que la cultura democr¨¢tica arranc¨® a la humanidad. ?sta es una pol¨ªtica que, por supuesto, no deber¨ªa ser asumida con cortapisas ideol¨®gicas ni hemiplej¨ªas pragm¨¢ticas. Si el r¨¦gimen del general C¨¦drars, en Hait¨ª, o el del apartheid en ?frica del Sur, eran condenables y merecieron un repudio de la comunidad internacional que facilit¨® su ca¨ªda ?por qu¨¦ apuntalar al de China Popular, que trata a sus disidentes como aqu¨¦llos trataban a los suyos?
El argumento que suelen oponer los adversarios de una pol¨ªtica de acoso y derribo a las dictaduras por parte de las democracias es el especioso de la soberan¨ªa: habr¨ªa que respetar ¨¦sta como un tab¨² sagrado, aun cuando, a su amparo, d¨¦spotas y rufianes amparados en la fuerza bruta perpetraran los m¨¢s ignominiosos cr¨ªmenes contra sus pueblos. El argumento era falaz ya en el pasado, pero lo es mucho m¨¢s ahora cuando, a ra¨ªz de la globalizaci¨®n y la interdependencia irremediable en que se hallan todas las sociedades unas de otras, la soberan¨ªa es cada vez m¨¢s una f¨®rmula ret¨®rica y cada vez menos una realidad sustantiva. Lo cierto es que debido a esta estrecha interdependencia resultante de la internacionalizaci¨®n de los mercados, los capitales, las empresas, las t¨¦cnicas, las comunicaciones, cuando las grandes sociedades democr¨¢ticas no hostilizan a las dictaduras, las ayudan a perennizarse. ?sa es la funci¨®n que tienen las inversiones de capitales o las ayudas humanitarias o de cooperaci¨®n t¨¦cnica, que los gobiernos autoritarios autom¨¢ticamente canalizan en su provecho, a veces, a la manera de un Mobutu, para llenarse los bolsillos, y, siempre, para fortalecer su poder y negociar la anuencia de la comunidad internacional con sus excesos.
Apoyar una dictadura no es s¨®lo inmoral para un gobierno democr¨¢tico; puede ser tambi¨¦n un p¨¦simo negocio para aquellos
empresarios del mundo occidental que, seducidos por los cantos de sirena con que los atraen los reg¨ªmenes autoritarios, invierten en ellos y descubren, de pronto, como Baruch Ivcher, que la falta de estabilidad jur¨ªdica y la arbitrariedad que caracterizan a un gobierno de fuerza, pueden golpearlos tambi¨¦n, el d¨ªa menos pensado, despoj¨¢ndolos de todo lo que tienen. Y, viceversa, que la democracia, incluso imperfecta, garantiza a las empresas una permanencia y seguridad para trabajar impensables bajo una dictadura. Es el caso de Chile, por ejemplo, donde, bajo los gobiernos de Aylwyn y de Frei, los inversores extranjeros han obtenido beneficios mucho m¨¢s elevados que cuando Pinochet. Y algo m¨¢s importante: la seguridad de que ning¨²n gobierno futuro vendr¨¢ a tomarles cuentas por lo que hicieron o dejaron de hacer al amparo del oprobio pol¨ªtico.
As¨ª lo entendi¨® el presidente R¨®mulo Betancourt, de Venezuela, en los a?os sesenta, cuando, trat¨® de persuadir a toda la comunidad democr¨¢tica de una pol¨ªtica coordinada para socavar a las dictaduras, de cualquier signo ideol¨®gico, y de apoyo activo a los dem¨®cratas que luchaban por derribarlas. La doctrina-Betancourt propon¨ªa que los gobiernos democr¨¢ticos rompieran relaciones diplom¨¢ticas de ma?era autom¨¢tica con todo gobierno resultante de un golpe de Estado, sanciones econ¨®micas y una acci¨®n de denuncia y acoso en los organismos internacionales contra los reg¨ªmenes de facto. Durante algunos a?os, de manera quijotesca, Venezuela practic¨® esta pol¨ªtica, pero no tuvo seguidores, y por razones obvias: en Am¨¦rica Latina proliferaban entonces las dictaduras. Hoy d¨ªa las cosas han cambiado, reg¨ªmenes ,como los de Castro y Fujimori son la excepci¨®n, no la regla, y quiz¨¢ la admirable iniciativa de R¨®mulo Betancourt pueda ser resucitada y puesta en pr¨¢ctica. Si ella dio resultados en Sud¨¢frica y Hait¨ª, podr¨ªa darlos tambi¨¦n en todos aquellos pa¨ªses sobre los que se abata la peste autoritaria.
S¨¦ muy bien que esto es dif¨ªcil, porque, amparando su pusilanimidad o su falta de principios tras la cortina de humo del "respeto a la soberan¨ªa", muchos gobiernos democr¨¢ticos latinoamericanos mantienen con la dictadura peruana una tolerancia y complicidad tan repugnantes como las que guardan con la de Fidel Castro. Piensan que as¨ª se evitan problemas. Se equivocan garrafalmente. La existencia de un r¨¦gimen como el de Fujimori, una dictadura militar con el semblante formal de la democracia -gracias al fantoche civil que tiene al frente, a las rituales mojigangas electorales, y a los manipulados poderes legislativo y judicial- es un grav¨ªsimo riesgo para la democratizaci¨®n del continente, a¨²n en pa?ales y precaria. Pues ha inaugurado un nuevo modelo autoritario, adaptado a estos tiempos, irrespirables para el cl¨¢sico tiranuelo con entorchados, tipo Trujillo, Somoza, Rojas Pinilla o Batista, que guarda ciertas apariencias democr¨¢ticas, pero conserva los mismos h¨¢bitos y prohija la misma corrupci¨®n y brutalidad que las de anta?o. Desenmascararlo y combatirlo hasta que se desplome y la democracia retorne al Per¨² es, tambi¨¦n, una manera de impedir que el mal ejemplo cunda.Ojal¨¢ los diputados espa?oles tengan presentes estas razones cuando debatan el proyecto del PSOE. Y ojal¨¢ Espa?a, que ya dio un ejemplo a Am¨¦rica Latina de exitosa transici¨®n pac¨ªfica de una dictadura a una democracia, algo que reverber¨® felizmente en las transiciones equivalentes de Chile, Nicaragua, El Salvador, Guatem¨¢la, lo d¨¦, tambi¨¦n, de una movilizaci¨®n activa de toda la clase pol¨ªtica de una democracia moderna en favor de quienes, all¨¢ lejos, en el antiguo Per¨², como los 25 periodistas de Frecuencia Latina que se han quedado sin trabajo y expuestos a todos los percances por su sentido del deber, resisten el renacer de la barbarie.
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