Ustedes perdonen
La Iglesia pide perd¨®n por errores de su pasado, comenta un sabio y oportuno editorial de este peri¨®dico que, sin embargo, reprocha que no pida perd¨®n por el holocausto. La doctrina oficial de la Iglesia es que no tuvo culpa ninguna. Pero hay dudas, sospechas. Veo al Papa en Brasil: me parece que est¨¢ m¨¢s viejecito que antes: es natural. Pero a ¨¦l no le importa serlo: se deja ir. Otros disimulan: ¨¦l no lo necesita. Es un tipo de viejecito de los que inspiran ternura y simpat¨ªa, no como los vagabundos o como los pesados suegros jubilados. 0 padres. El aumentar la caracterizaci¨®n natural de la vejez no le perjudica en su trabajo, como a los trabajadores normales. A Brasil le recuerda el Papa sus miserias, sus ni?os asesinados: s¨®lo el hombre que pide perd¨®n puede tener esa libertad de reprochar a quienes le invitan. Tambi¨¦n los Reyes de Espa?a han pedido perd¨®n una vez a los flamencos, por lo que hicieron con ellos nuestros tercios y a los jud¨ªos por la expulsi¨®n, la Inquisici¨®n en general. Se pide perd¨®n por cosas que hoy no convendr¨ªa que hubieran hecho los antepasados. Se pide poco perd¨®n a los contempor¨¢neos: por los errores del d¨ªa. No s¨¦ si en alg¨²n punto del futuro u n papa pedir¨¢ perd¨®n por la COPE, emisora episcopal y agresiva, con habladores groseros a veces, zafios muchas. L¨¢stima: ya no viviremos los ofendidos, los que ya perdonamos cada d¨ªa. Como somos ateos y esc¨¦pticos y distanciados, no tenemos ninguna dificultad en olvidar. Estamos hechos a las ofensas: qu¨¦ m¨¢s nos, dan.Este Papa ha beatificado, santificado, a los m¨¢rtires de la Cruzada: pero no ha pedido perd¨®n a Espa?a por la proclamaci¨®n, precisamente, de Cruzada que se hizo con el alzamiento fascista de Franco, ni por la inolvidable carta colectiva de los obispos contra la Rep¨²blica, ni por las conspiraciones e incitaciones a la rebeli¨®n. Ni creo que vaya a beatificar, ni siquiera a recordar, a los sacerdotes vascos fusilados por Franco, a los cat¨®licos de izquierdas -y hasta de derechasasesinados en cualquier cuneta; o condenados a muerte por los "consejos de guerra sumar¨ªsimos de urgencia": urgencia por ir matando r¨¢pidamente, antes de que se acumularan muchos. Y porque era una f¨®rmula militar que dejaba en la indefensi¨®n a los acusados. 0 por el padre F¨¦lix Garc¨ªa, especializado en conversiones y confesiones de rojos moribundos, o en capilla. Sin duda suceder¨¢: pero dentro de siglos.
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