Traducciones
En el suplemento Babelia del pasado 20 de septiembre hab¨ªa una secci¨®n dedicada a William Faulkner escrita por diversos intelectuales espa?oles. Tres de los art¨ªculos -de tres autores diferentes- conten¨ªan alusiones despectivas a las traducciones de Faulkner publicadas en Argentina entre las d¨¦cadas de 1940 y 1950. No era algo deliberado, sino una coincidencia, pero significativa. Quiero comentarla en tanto que argentino y traductor.Haro Tecglen dice que esas traducciones eran "duras" porque los argentinos a¨²n no hab¨ªamos aprendido ingl¨¦s. Es falso; era en Espa?a donde entonces nadie estudiaba ingl¨¦s, sino franc¨¦s. ?C¨®mo adivinar que al cabo de 20 a?os el ingl¨¦s ser¨ªa el idioma franco universal y que el franc¨¦s estar¨ªa en retirada? En Argentina y en M¨¦xico se public¨® en espa?ol todo lo que val¨ªa la pena de las literaturas extranjeras; as¨ª las conoci¨® Espa?a durante sus a?os negros; Garc¨ªa M¨¢rquez y otros literatos dicen que se formaron con libros argentinos.
J. F. Beaumont califica las traducciones argentinas de "malas", sin m¨¢s. No hubo tantas traducciones malas como las hay hoy en Espa?a, pero hubo muchas excelentes como la de ?Absal¨®n, Absal¨®n! de Faulkner, precisamente. En todo caso nunca se cometi¨® la torpeza de traducir The sound and de fury como El ruido y la furia, t¨ªtulo que rompe los o¨ªdos y que, para colmo, es inexacto.
Por fin, el joven Mar¨ªas encuentra que Jorge Luis Borges tradujo "bastante mal" a Faulkner. Lo m¨ªnimo que se puede decir de esta afirmaci¨®n es que no conviene al propio Mar¨ªas: al despachar tan alegremente a un gran escritor muerto se expone a que los que vienen detr¨¢s le canibalicen muy pronto a ¨¦l, y con la misma insolencia.
Pero lo interesante es observar desde qu¨¦ perspectiva hablan esos intelectuales. Es la perspectiva metropolitana, centralista y rancia del espa?ol peninsular, de los castellanos viejos. El centro de gravedad de esta lengua ya no est¨¢ en Espa?a: de los m¨¢s de 300 millones los hombres y mujeres que hablamos y pensamos en espa?ol, el 90% est¨¢ en Latinoam¨¦rica. En consecuencia, Espa?a no es central sino perif¨¦rica, y no es metropolitana sino provinciana. El 10% escaso de los hablantes de una lengua de ning¨²n modo pueden considerarse sus modelos ni sus due?os. Pues, si desapareciera Espa?a, el espa?ol seguir¨ªa viviendo en Latinoam¨¦rica; pero, si se hundiera Latinoam¨¦rica, pasar¨ªa inmediatamente a ser un idioma amenazado y de quinta categor¨ªa, como el urdu o el finland¨¦s, aunque en ¨¦l hayan escrito Cervantes... y Javier Mar¨ªas. Esta es la realidad, y todo lo dem¨¢s es ingenuidad y soberbia.
Comparo el sentimiento popular hacia la lengua que tienen los latinoamericanos y los peninsulares. Para los de Am¨¦rica, el castellano es como una guitarra familiar y querida: con ella haces m¨²sica, tu m¨²sica; y mientras mejor sea esa m¨²sica, mejor eres t¨². Eso es literatura. En Espa?a no veo nada semejante. Veo estudiar, disecar y reglamentar el castellano, pero jam¨¢s amarlo. Y lo que no se ama, no se cuida. Mucho me temo que con estos fr¨ªvolos se?oritismos y con tanto desprecio hacia sus parientes ayude Espa?a a destruir a la vez nuestra lengua y nuestra herencia cultural com¨²n.-
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