Triunfalismo
Dos d¨ªas quedan solamente para la reinauguraci¨®n del Real como teatro de ¨®pera y el ambiente que se respira es de triunfalismo. Existe la imperiosa necesidad de un ¨¦xito inicial que justifique las inversiones realizadas, los retrasos y el largo rosario de chismes e intrigas. Las aguas est¨¢n aparentemente en calma, sin pol¨¦micas como las de Flotats y el Teatro Nacional de Catalu?a o libros conflictivos como el del antrop¨®logo Joseba Zulaika (Cr¨®nica de una seducci¨®n) a prop¨®sito del Museo Guggenheim de Bilbao. Lo que del Real aparece por escrito -la Historia de Joaqu¨ªn Turina, por ejemplo- es prudente, objetivo, de buen tono. Por escepticismo o por abandono no se discute sobre la filosof¨ªa del teatro ni sobre el alcance de sus propuestas. Es un clima favorable para que los representantes del poder se exhiban. A la inauguraci¨®n del Liber no asistieron, pero dudo que falten a la primera cita del Real.Una de las comidillas de estos d¨ªas est¨¢ en la funci¨®n de gala de la inauguraci¨®n: esmoquin para los hombres, traje largo para las se?oras. Hay que dejar bien claro desde el principio que este teatro desborda distinci¨®n. Es un signo. Los Amigos de la Opera, con su desembarco en masa adjudicado a dedo en funci¨®n del supuesto inter¨¦s general, mantendr¨¢n la llama del glamour en las representaciones de abono. Es el teatro de sus sue?os. All¨ª encontrar¨¢n seguramente la est¨¦tica por la que suspiraban.
Las declaraciones de triunfalismo se administran con moderaci¨®n entre los pol¨ªticos, pero cuando surgen no tienen l¨ªmite. La ministra de Cultura y el presidente de la Comunidad de Madrid se llevan la palma. De la primera era previsible; el segundo dijo en una sorprendente entrevista a este peri¨®dico que la izquierda cultural no estaba siendo generosa con el Real antes de desglosar el retablo de sus maravillas (del Real, no de la izquierda). ?Qui¨¦n ha visto y qui¨¦n ve a Ruiz-Gallard¨®n! El oficio de la pol¨ªtica arrasa todo. "El mejor teatro de ¨®pera del mundo", como dicen, no puede detenerse en matices insignificantes.
Algunos van a¨²n m¨¢s lejos y afirman sin ning¨²n pudor que el Real es el proyecto m¨¢s revolucionario que se ha generado en d¨¦cadas para la m¨²sica en Espa?a. Los otros problemas de la vida musical son, evidentemente, m¨¢s complejos y no salen a escena durante estos d¨ªas de champa?a y rosas. La educaci¨®n musical en la escuela, o la situaci¨®n interpretativa del repertorio contempor¨¢neo, o la d¨ªficil integraci¨®n de la m¨²sica culta en la sociedad de finales de siglo, pueden esperar. El Real, a modo de nuevo mes¨ªas, resolver¨¢ el periodo de malos tiempos para la l¨ªrica. Lo dem¨¢s es accesorio.
?Qui¨¦n se acuerda a estas alturas de Lissner? Curiosamente, Jos¨¦ Mar¨ªa Cano. Habl¨® anteayer en el programa matinal de I?aki Gabilondo en la SER sobre su ¨®pera Luna, cantada, imag¨ªnense, por Domingo, Berganza, Fleming y Arteta. Cano, que empez¨® en la l¨ªrica de la mano de Caball¨¦, ha encontrado un fil¨®n de oro con los divos. Si la ¨®pera que ha compuesto est¨¢ al nivel de sus declaraciones es para ponerse a temblar. De Lissner afirm¨® que no ten¨ªa ni conciencia ni idea de la m¨²sica espa?ola. Present¨® su ¨®pera Luna como una alternativa aut¨¦nticamente espa?ola frente al falso espa?olismo que rezuman Carmen, Las bodas de F¨ªgaro, Fidelio o El barbero de Sevilla, y como una alternativa popular frente al elitismo de Parsifal o La traviata (s¨ª, no han le¨ªdo mal). No comprende Cano el porqu¨¦ de los libretistas y asegura que a los de Verdi tendr¨ªan que haberlos denunciado directamente ante el juzgado. ?Conocer¨¢ Cano los textos de Boito en Otello y Falstaff? Lo dudo. Cano, en cualquier caso, ha escrito los de Luna, de los que ¨²nicamente he logrado retener los versos del comienzo ("si no te casas conmigo me tiro al r¨ªo") y del final ("entre Triana y Sanl¨²car no hay r¨ªo para el cari?o m¨ªo") de Te quiero, morena, la canci¨®n que el programa de Gabilondo ofreci¨® como primicia. Habr¨¢ que esperar al libreto completo para una valoraci¨®n atinada.
En fin, entre declaraciones pintorescas y rumores de pasillo en voz baja, el Teatro Real se pone en marcha el s¨¢bado. A partir de entonces la calidad de los espect¨¢culos ser¨¢ su ¨²nica referencia. Sigo pensando que no es La vida breve la ¨®pera m¨¢s feliz para un despegue que tiene toda la carga simb¨®lica de una declaraci¨®n de intenciones. En contraposici¨®n al t¨ªtulo de Falla deseo para el Real justamente lo contrario: larga vida y muchos ¨¦xitos.
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