El Gobierno canario acusa a la empresa del agua de Las Palmas de arruinar la agricultura
Emalsa compra a los pozos privados porque le sale m¨¢s barato que la desalaci¨®n
Gumersindo de Urquiza, director general de Aguas de Canarias, arremeti¨® ayer en Madrid contra la empresa encargada de potabilizar el agua de Las Palmas, y la acus¨® de arruinar la agricultura de la isla. Seg¨²n el alto cargo canario, la empresa que debe desalar el agua -Emalsa- prefiere comprarla a los aguatenientes que poseen pozos o corrientes subterr¨¢neas, porque de ese modo le sale m¨¢s barata. As¨ª, paga 100 pesetas por metro c¨²bico, un precio con el que los agricultores no pueden competir (han venido pagando 60) y que les deja sin el agua para sus riegos.
"Canarias tiene la raz¨®n. Emalsa, el dinero. Si tienes dinero eres el poderoso. Y frente al poderoso, la raz¨®n nada puede hacer", dijo De Urquiza.Los regantes, la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG) y nueve municipios ya se han movilizado para rescatar su agua.
El director general hizo estas declaraciones a EL PA¨ªS en el congreso mundial sobre desalaci¨®n y reutilizaci¨®n del agua que re¨²ne en Madrid esta semana a casi 800 expertos y muestra los espectacurales avances que la tecnolog¨ªa ofrece para rebajar el coste energ¨¦tico de la desalaci¨®n all¨ª donde es imprescindible. En los ¨²ltimos cinco a?os se ha reducido a la mitad, seg¨²n Miguel Torres, jefe de Calidad de las Aguas del Centro de Estudios Hidrogr¨¢ficos y miembro del comit¨¦ espa?ol del congreso.
Las primeras desaladoras no dispon¨ªan de esa tecnolog¨ªa de ¨²ltima hora, como es el caso de algunas de las instaladas en Las Palmas. El Ayuntamiento privatiz¨® en 1993 el abastecimiento de la ciudad -las desaladoras datan de 1970- y se lo otorg¨® a Emalsa (un 33% propiedad de la el¨¦ctrica UNELCO -filial de Endesa-, un 34% del propio Ayuntamiento y un 33% de SAUR, subsidiaria del grupo franc¨¦s Bouyges).
Excesiva salinidad
La fuente principal del agua que suministra Emalsa es la desalaci¨®n. Y por diversas vicisitudes, entre ellas la proximidad de las tomas de agua de zonas de mar contaminadas, el mantenimiento de las plantas sale caro y la calidad de los 60.000 metros c¨²bicos de agua diarios que vierte a la red deja que desear. Ni siquiera cumple los par¨¢metros m¨ªnimos que exige la legislaci¨®n sanitaria, seg¨²n reconoce la propia empresa. Emalsa ha solicitado en varias ocasiones a la Direcci¨®n General de la Salud P¨²blica de Canarias que se le concedan excepciones en el cumplimiento de estos par¨¢metros. La ¨²ltima, el 7 de mayo ¨²ltimo.Seg¨²n informes del Ministerio de Medio Ambiente, mientras que la legislaci¨®n no permite ¨ªndices de salinidad para el agua de grifo por encima de 0,4 gramos por litro, la que Emalsa distribuye a los 369.152 habitantes de Las Palmas y su zona de influencia supera los 1,2 gramos, al precio m¨¢s alto de Espa?a. Y afecta tambi¨¦n, seg¨²n admite la empresa ante el Servicio Canario de Salud, a universidades, colegios, hoteles y hospitales. La direcci¨®n de Emalsa ha rehusado expresar su versi¨®n ante reiteradas peticiones para que as¨ª lo hiciera.
En estas circunstancias, en lugar de invertir para mejorar la calidad del agua desalada, Emalsa la mezcla con agua de pozo -no se ha precisado en qu¨¦ porcentaje- y compite con los agricultores en la compra a los aguatenientes de las corrientes subterr¨¢rteas (un recurso aqu¨ª de propiedad privada).
Los agricultores la adquieren a 50 o 60 pesetas el metro c¨²bico en el periodo de riego; Emalsa la paga todo el a?o a 100. "Por motivos puramente mercantilistas ha reventado el mercado interior y condenado al paro a multitud de familias", dice Rafael Hern¨¢ndez Reyes, presidente instilar de la COAG.
Gumersindo de Urquiza, miembro de Coalici¨®n Canaria como el consejero que le nombr¨®, est¨¢ con los agricultores: "El dinero gana a la pol¨ªtica. ?sa es la libertad de mercado: no gastar en las desaladoras porque supone gastar dinero. Que se prepraren en la Pen¨ªnsu la con las privatizaciones".
El Gobierno de Canarias ha conminado al Cabildo Insular de Gran Canaria a que ponga freno a esta situaci¨®n, pero Gumersindo de Urquiza reconoce resignado que da la batalla por perdida.
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