Dos compinches perseguidos por la ruina
La noticia era un secreto dif¨ªcil de guardar. Apenas 48 horas despu¨¦s de las detenciones de Francisco Yepes y Emilio Paloma, la ciudad se enteraba del suceso atropelladamente, con datos falsos que agrandaban el repeluco. La polic¨ªa telefone¨® a los familiares de algunos de los difuntos cuyos restos hab¨ªan aparecido en el garaje de Emilio. Uno de los que acudi¨® a comisar¨ªa fue F.G.C, el yerno de un anciano muerto seis a?os atr¨¢s. Y cont¨® que su suegro hab¨ªa dejado escrito que esparcieran sus cenizas por los montes de M¨¢laga. Y as¨ª lo hicieron sus familiares. S¨®lo que ahora acaban de comprobar que los restos del abuelo siguen en el garaje de La Popular, que les cobr¨® 70.000 pesetas por el servicio.Adem¨¢s del delito, a Francisco Yepes y a Emilio Paloma les persigue la ruina. A uno, por la grave enfermedad de su mujer; al otro -el due?o de la funeraria- por el desastre econ¨®mico de su empresa. Heredero de un negocio familiar fundado en 1905, Emilio Paloma cumpli¨® los 16 a?os llevando ata¨²des en una carretilla hasta el Hospital Civil de M¨¢laga. Quiso regatear a la quiebra recurriendo a triqui?uelas no siempre legales.
. La Popular ya fue denunciada en septiembre de 1994 por un malagueno que requino sus servicios para incinerar los restos de dos familiares. Cuando fue a recogerlos le dieron una urna que conten¨ªa las cenizas de tres personas, informa Jos¨¦ M. Atencia.
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