Una novela al fondo
Ignoro qu¨¦ queda en las primorosas tacadas de im¨¢genes de Carne tr¨¦mula de la novela de Ruth Rendell en que se inspiran. No la he le¨ªdo, pero mientras vi esta hermosa, refinada y complej¨ªsima pel¨ªcula no tuve nunca la impresi¨®n de entrever bajo ella algo que me sonase a deuda con una composici¨®n novelesca:- es pura narraci¨®n cinematogr¨¢fica, cuya l¨®gica y din¨¢mica de composici¨®n poco o nada tienen que ver con la literaria. No se percibe detr¨¢s del relato de Carne tr¨¦mula su soporte novelesco, de la misma manera que no se percibe Crimen y castigo sumergida en el fondo del filme de Robert Bresson Pickpocket. Y no hay mejor indicio que ¨¦ste de que -como Bresson, que ni siquiera cit¨® a Dostoievski en los t¨ªtulos de cr¨¦dito- Pedro Almod¨®var y quienes han colaborado con ¨¦l en la escritura de Carne tr¨¦mula han logrado un modelo de conversi¨®n (o mejor, de mutaci¨®n) de literatura en cine: ¨¦ste ha devorado la urdimbre literaria de fondo, se ha tragado el libro y no ha dejado en la pantalla rastro de ¨¦l.Sostiene a Carne tr¨¦mula la armaz¨®n de un gui¨®n solid¨ªsimo y seguro que esta solidez procedo, al menos en parte, de un entramado argumental previo bien cerrado sobre s¨ª mismo, pero al que Almod¨®var ha dado la vuelta y su pantalla lo ha borrado del sue?o so?ado por el filme. Con exceso de autoconfianza, Almod¨®var sol¨ªa escribir sus pel¨ªculas en soledad: desplegaba una ocurrencia, casi siempre brillante, tiraba de ella y con su hilo tej¨ªa esa construcci¨®n de escritura (nada novelesca) que en la jerga del cine llaman gui¨®n. Pero la soledad del escritor de pel¨ªculas Almod¨®var no benefici¨® al director de pel¨ªculas Almod¨®var. Al contrario, su cine -incluido el mejor: Qu¨¦ he hecho yo para merecer esto, La ley del deseo, La flor de mi secreto- se resiente de una construcci¨®n debilitada por cojeras y vaivenes entre lo preciso y lo arbitrario, entre el bordado y la chapuza.
Nada de esto ocurre en Carne tr¨¦mula, primer gui¨®n de Almod¨®var no minado por este desequilibrio. Su dependencia de una construcci¨®n novelesca bien rematada le ha beneficiado, porque ha puesto freno a su inclinaci¨®n a escribir sin hacer distingos (con una criba despiadada) entre el oro y la ganga de lo que se le ocurre; pero su trituraci¨®n de los cap¨ªtulos en secuencias ha multiplicado ese beneficio. Porque s¨®lo cuando se traiciona, y a fondo, una novela se. est¨¢ en camino de extraer de ella una verdadera pel¨ªcula. Dijo Stanley Kubrick: "No se puede transmitir [a trav¨¦s del cine] el placer profundo, ¨²nico, que se experimenta al leer a Nabokov. Es imposible filmar el genio literario de un escritor", por lo que film¨® Lolita poniendo patas arriba y en sordina la voz incapturable del runr¨²n de la novela. Y lo sorprendente es que en este derrumbre del libro cont¨® no s¨®lo con el benepl¨¢cito, sino tambi¨¦n con la complicidad del padre de la criatura, el propio Nabokov, que escribi¨® el gui¨®n del filme y, sacudiendo su libro como se deshoja un ¨¢rbol, logr¨® una pel¨ªcula suya mediante su propia demolici¨®n (con un ir¨®nico deje suicida) de una novela suya.Ahora hay otra Lolita por ah¨ª y es chocante que ¨¦sta, que sigue casi al pie de la letra el discurrir y la composici¨®n de la novela de Nabokov, es infinitamente menos nabokoviana que aquella autotraici¨®n del guionista Nabokov al novelista Nabokov. Y a?os antes, en la ¨®rbita de otra leyenda del cine, se cuenta el enfado, que se tradujo en asombro, de Graham Greene cuando, en una sesi¨®n preparatoria del rodaje por Carol Reed de su gui¨®n de El tercer hombre, vio a Orson Welles abrir su pluma y comenzar a degollar con tachaduras salvajes p¨¢rrafos enteros de la formidable escena en que su personaje Harry Lime se esconde en un portal¨®n y es descubierto por un gatito negro frente a la ventana de Alida Valli. Un pu?etazo visual de Welles hizo saltar de la pantalla en unos segundos horas o d¨ªas del paciente trabajo que Greene dedic¨® a componer un trenzado literario miniaturesco. Y el novelista y autor del gui¨®n de aquella pel¨ªcula, aprendi¨® en un abrir y cerrar de ojos m¨¢s cine que en a?os agazapado en las sombras de las cinematecas: el (visto y no visto) instante que tarda una ventana en abrirse y arrojar un chorro de luz sobre la otra acera de una calle comprimi¨® en una l¨ªnea de escritura cinematogr¨¢fica un fajo de folios de escritura novelesca.
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