El pecado original del Congo de Kabila
El veto a la misi¨®n de la ONU sobre las matanzas mina el futuro del viejo Zaire
"En esta regi¨®n ha habido matanzas, hay matanzas y las seguir¨¢ habiendo, porque la vida humana vale muy poco". Las palabras de un diplom¨¢tico europeo muestran la desesperanza que inocula el aire viciado de Kinshasa, la capital de la nueva Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC). "El pecado original de Laurent Kabila", el nuevo presidente que derroc¨® a Mobutu y borr¨® el nombre de Zaire de la geograf¨ªa pol¨ªtica, "es que lleg¨® al poder con la ayuda interesada de la vecina Ruanda, que se dedic¨® a saldar cuentas y perseguir a las milicias y soldados hutus Zaire adentro", a?ade un funcionario de las Naciones Unidas. La decisi¨®n del nuevo poder en Kinshasa de plantar cara a la misi¨®n de: encuesta de la ONU sobre las supuestas matanzas de refugiados hutus ruandeses en su campa?a militar se ha convertido en un dram¨¢tico pulso que puede mantener al Congo en la condici¨®n de "apestado internacional" y hacer que se hunda todav¨ªa m¨¢s en el fango tras d¨¦cadas de una dictadura que saque¨® uno de los pa¨ªses potencialmente m¨¢s ricos de ?frica. "?C¨®mo es posible que en esta guerra no se haya hecho ni un solo prisionero?", se pregunta un funcionario internacional, celoso, como casi todos los que se manifiestan cr¨ªticamente en Kinshasa sobre el nuevo r¨¦gimen, de que su nombre salga a la luz. Y recalca: "Kabila sabe que ha habido matanzas, lo sabe todo. No ha dejado a la misi¨®n salir del hotel. La t¨¢ctica del Gobierno es ganar tiempo para limpiar las pruebas y que la misi¨®n. se descomponga". No es precisamente aire de libertad el que han desatado las autoridades de la Alianza de Fuerzas Democr¨¢ticas de Liberaci¨®n de Congo-Zaire (AFDL), que pusieron fin en mayo pasado, tras una campa?a rel¨¢mpago de poco m¨¢s de siete meses, a una de las dictaduras m¨¢s crueles y viciosas de la historia de ?frica, alimentada y protegida por Occidente mientras Mobutu, fue un agente ¨²til en la guerra fr¨ªa. Es precisamente ese argumento el que emplea el Gobierno de Kabila, con ?tienne-Richard Mbaya, ministro de Reconstrucci¨®n Nacional y encargado del dosier matanzas, a la cabeza. En un documento de 25 p¨¢ginas, Mbaya culpa a la ONU de no haber sabido prevenir el genocidio de Ruanda (que en tres meses de 1994 provoc¨® la muerte de casi un mill¨®n de personas, tutsis y hutus moderados en su mayor¨ªa), a su agencia en favor de los refugiados (ACNUR) y a la comunidad internacional de no haber separado a milicianos y soldados del m¨¢s de un mill¨®n de refugiados que en el verano de 1994 se instal¨® en el este de Zaire y de hablar sin pruebas de la "pretendida desaparici¨®n de unos 200.000 refugiados".Desde que Roberto Garreton, relator especial para Congo-Zaire de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU, hiciera p¨²blico en la primavera pasada un informe cargado de inquietantes indicios y testimonios sobre el avance de la Alianza, las aguas no han dejado de encresparse en el entorno de Kabila. Garreton fue declarado "persona no grata" y "jam¨¢s entrar¨¢ en Congo mientras gobierne Kabila", subraya un diplom¨¢tico. Tratando de esquivar los escollos que afloraban sin cesar, la ONU envi¨® a Kinshasa una nueva misi¨®n. Pero los desacuerdos surgieron de inmediato: el Gobierno pretend¨ªa que la investigaci¨®n se remontara a 1993 -en plena dictadura de Mobutu-, limitar la estancia y el territorio a rastrear y que en todo momento estuvieran acompa?ados por funcionarios de Kinshasa.
La misi¨®n fue llamada a evacuar consultas a Nueva York y para dentro de 10 d¨ªas se espera una decisi¨®n del secretario general de la ONU, Kofi Annan, convertido en objeto de menosprecio y mofa en la televisi¨®n congole?a y en medios period¨ªsticos afines al Gobierno.
Las andanadas contra la comunidad internacional han acabado por acertar en la cabeza del ACNUR, que a principios de esta semana fue expulsado de la regi¨®n de Kivu, lim¨ªtrofe con Ruanda, acusado de "armar y transportar a refugiados hutus de un lado a otro de la frontera". Sadako Ogata, cabeza visible del ACNUR, destaca que s¨ª entre 1994 y 1996 no se hizo nada por desarmar a los hutus radicales que utilizaban los campos de refugiados como escudo fue porque la comunidad intemacional no se empe?¨® en ello, "y al final fueron los propios refugiados, tras la victoria de la Alianza apoyada por tropas ruandesas y ugandesas, los que volvieron masivamente a casa por sus medicis", en aquel formidable movimiento humano de centenares de miles de personas que regresaron a Ruanda en cuatro d¨ªas de noviembre de 1996.
El Gobierno de Kabila se ampara hasta el momento en el apoyo m¨¢s o menos t¨¢cito que ha recibido de Estados Unidos para desafiar a la ONU, pero a un diplom¨¢tico europeo no le cabe duda de que Washington no se desmarcar¨¢ de la postura de la Uni¨®n Europea de respaldar la encuesta de la ONU. "Ellos tienen mucho m¨¢s que perder. El mundo puede pasar sin Congo, pero Congo no saldr¨¢ del atraso y no dejar¨¢ de ser un paria internacional sin una ingente, ayuda exterior. Y los derechos humanos son indispensables".
"La t¨¢ctica del Gobierno es ganar tiempo para limpiar las pruebas"
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.