La misma pel¨ªcula
M¨¢s defensas. Van Gaal decidi¨® reforzar su sistema defensivo colocando a cuatro defensas. Esta nueva disposici¨®n t¨¢ctica no le evit¨® sufrir un acoso continuo sobre su porter¨ªa. Demostr¨® poca capacidad para destruir o, cuando menos dificultar el juego del Mallorca en el centro del campo. ?ste fue uno de sus numerosos problemas.F¨²tbol directo. El Mallorca, sin bal¨®n, se replegaba hasta el centro del campo para juntar sus l¨ªneas e iniciar la presi¨®n. Cuando robaba la pelota, realizaba un f¨²tbol muy directo, apoyado en la velocidad y perpendicularidad de Valer¨®n, Stankovic, Moya y Amato. Se iniciaba el juego desde atr¨¢s, utilizaba b¨¢sicamente la banda izquierda para progresar con Romero y, sobre todo, Stankovic o con pases a la ca¨ªda a esa banda de Moya, Amato o Valer¨®n.
Buena imagen. El conjunto mallorqu¨ªn dio una buena imagen y no mereci¨® perder. Es un equipo equilibrado aunque sus mayores valores est¨¢n en el ataque. Practica un f¨²tbol ofensivo y crea numerosas ocasiones de, gol. Incorpora muchos jugadores arriba y en las penetraciones por banda siempre dispone de m¨²ltiples opciones de remate. Tiene jugadores desequilibrantes en el uno contra uno, y en la estrategia, cuenta con un buen recurso. Ciertamente; su segunda plaza en la clasificaci¨®n no es producto de la casualidad.
Especular. En la segunda parte el Barcelona se dedic¨® a especular con la posesi¨®n del bal¨®n. Demostr¨® una total falta de inspiraci¨®n. Figo y Rivaldo estuvieron ausentes en muchos momentos. La falta de ideas, consecuencia de la inmovilidad, atasc¨® su juego desde el inicio. El gran momento de Luis Enrique y la buena intervenci¨®n de Hesp paliaron el p¨¦simo partido del Barcelona.
Dieciocho de seis. Otra vez la misma pel¨ªcula. El Barcelona repite lo que ya le hemos visto los cinco partidos anteriores: una falta total de identidad en su juego, le crean infinidad de ocasiones e incluso le cuesta sacar con claridad el bal¨®n de su campo. A pesar de todo ello lleva 18 puntos en seis partidos. Sin duda tanta suerte tiene que menoscabar la moral de sus perseguidores.
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