lan Gibson: "Dal¨ª y Gala solo cre¨ªan en ellos, no les importaba nada, eran monstruos"
El investigador publica en ingl¨¦s una biograf¨ªa del pintor tras cinco a?os de trabajo
Un hombre avergonzado, un t¨ªmido patol¨®gico tras una m¨¢scara que le impidi¨® ser ¨¦l mismo. Este es el retrato que se muestra en The shameful life of Salvador Dal¨ª (La vergonzosa vida de Salvador Dal¨ª), la extensa biograf¨ªa del pintor escrita por lan Gibson, fruto de cinco a?os de trabajo, cuya versi¨®n en ingl¨¦s saldr¨¢ la semana pr¨®xima. "Dal¨ª y Gala crearon un mundo marcado por su af¨¢n de dinero. S¨®lo cre¨ªan en s¨ª mismos, no les importaban los dem¨¢s, eran monstruos. ?l creaba corrupci¨®n firmando hojas en blanco. Ahora el mercado est¨¢ lleno de falsificaciones" se?ala.
Con motivo de la publicaci¨®n del libro en Faber and Faber la cadena BBC emitir¨¢ dos documentales de una hora sobre Dal¨ª y la dificultad que entra?a escribir acerca de su vida. "Ha sido un trabajo detectivesco, apasionante y dif¨ªcil. Para preparar su biograf¨ªa he tenido que desconfiar profundamente de Dal¨ª y de Bu?uel. La verdad hist¨®rica no les importaba nada. La vida secreta de Dal¨ª es una hilera de medias verdades que escribi¨® Dal¨ª para despistar a sus bi¨®grafos", sostiene Gibson, que ahora revisa la traducci¨®n espa?ola que saldr¨¢ el a?o que viene en Anagrama.El origen de la biograf¨ªa del pintor catal¨¢n est¨¢ en la que Gibson public¨® de Garc¨ªa Lorca. "Me interesaba Dal¨ª, me apasionaba el surrealismo, pero no lo conoc¨ªa. Cuando sali¨® el primer tomo de la biograf¨ªa de Lorca, Antoni Pitxot le ley¨® a Dal¨ª las partes donde describo su relaci¨®n con Federico. Dal¨ª me mand¨® llamar. Corr¨ªa 1984. Dal¨ª estaba muy mal, era un ser pat¨¦tico con los ojos desva¨ªdos, entubado. Para ¨¦l era muy importante su f¨ªsico, su m¨¢scara. No recib¨ªa a los amigos para que no lo vieran as¨ª. Dal¨ª era m¨¢scara, exhibicionismo y su final fue repelente y desastroso", explica Gibson. La conversaci¨®n dur¨® hora y media. El, pintor habl¨® de su relaci¨®n con Garc¨ªa Lorca.
La amistad con Lorca
"Federico estuvo siempre presente en ¨¦l. Fue su ¨²ltimo amigo, el gran amigo a?orado. ?l conoc¨ªa la obsesi¨®n de Lorca por la muerte, hab¨ªa asistido a las ceremonias que Federico montaba en la Residencia de Estudiantes en las que escenificaba su entierro y su putrefacci¨®n".La relaci¨®n amorosa con Lorca no fructific¨® en un contacto carnal. Seg¨²n Gibson, Dal¨ª tem¨ªa que su amigo lo quisiera poseer porque era un modo de reconocer su homosexualidad "Dal¨ª quer¨ªa ser mujeriego, pero ten¨ªa un gran problema con su padre, un tipo capaz de mucha violencia. No sabemos qu¨¦ cosas ocurrieron . entre ellos pero el padre era tremendo cuando perd¨ªa los estribos", se?ala.
Ambos se conocieron en la Residencia de Estudiantes en 1923, aunque las primeras referencias le llegaron posiblemente un a?o antes, cuando se afinc¨® en Madrid, a trav¨¦s de otros dos residentes: Luis Bu?uel y Pep¨ªn Bello. Dal¨ª cuenta en su autobiograf¨ªa que la ¨²nica vez que sinti¨® la envidia fue cuando conoci¨® a Lorca. Sab¨ªa que no pod¨ªa competir con ¨¦l. "Es lo peor que le puede ocurrir a un ser humano, dijo, as¨ª que decidi¨® marcharse antes que percibir el triunfo de Lorca", recuerda Gibson.
Los diarios del Dal¨ª adolescente, publicados en catal¨¢n en 1994, son un documento fundamental. "Dal¨ª habla de sus ideas, de sus amigos, de sus simpat¨ªas pol¨ªticas, afines al comunismo. Es el Dal¨ª m¨¢s puro. All¨ª est¨¢n las pistas fundamentales para valorar su vida y su obra posterior", explica Gibson. En esos diarios, titulados Impresiones y recuerdos ¨ªntimos, Dal¨ª traza ya el proyecto de su vida: Ir¨¢ a Madrid a estudiar, luego a Roma y despu¨¦s ser¨¢ un genio. S¨®lo fall¨® el proyecto intermedio. "A los 16 a?os, para combatir su impotencia -tiene el pene tan peque?o que cree que no va a servir para nada- decide convertirse en Dal¨ª. Sexualmente fue un gran voyeur. Gala, su gran amor, era una mujer experimentada. Hab¨ªa mantenido relaciones con Giorgio de Chirico, Max Ernst y, poco antes, con Paul Eluard. Ella fue quien inici¨® a Dal¨ª: hubo algo al principio, pero no mucho. A Dal¨ª le gustaba organizar ceremonias er¨®ticas, teatrales, con luces y ¨¦l en un rinc¨®n se masturbaba. No tocaba a nadie, le daba horror el contacto f¨ªsico", relata Gibson.
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