El aro de Pujol
EL DISCURSO de Jordi Pujol que abri¨® el debate de pol¨ªtica general en el parlamento catal¨¢n mezcl¨® dos mensajes, en buena parte contradictorios, que estaban destinados a dos clientelas distintas. Ante el electorado dom¨¦stico necesitaba presentar una brillante hoja de servicios; es decir, Catalu?a va bien. Pero no pod¨ªa desmovilizar el frente nacionalista dando la impresi¨®n de que hab¨ªan dejado de existir motivos de queja. El "cambio radical" en el sistema de financiaci¨®n auton¨®mico es la se?al que dirige a ese electorado, ofreci¨¦ndole una bandera de movilizaci¨®n y a la vez un remedio que resuelva su insatisfacci¨®n. Al poner una fecha tan lejana como el a?o 2001 para obtener un pacto fiscal similar al de Euskadi se instala en una cautelosa posici¨®n que le permite sortear a corto plazo el coste de la alianza con un PP cuyas actitudes en terrenos sensibles suscitan la desconfianza de un sector de su electorado tradicional.La idea de la dependencia de Aznar respecto a Pujol est¨¢ hoy menos clara que hace un a?o. CiU ha tenido que pasar por muchos aros que no estaban en su programa o en su estilo: de ah¨ª el ¨¦nfasis en la exigencia de un nuevo sistema de financiaci¨®n. Denunciar ahora que s¨®lo tiene un a?o de vigencia, vendido como gran ¨¦xito negociador, coloca a Pujol en una situaci¨®n vulnerable. El equilibrio es amagar con una exigencia fuerte, pero no imnediata: ni siquiera se sabe qui¨¦n gobernar¨¢ entonces. Las divergencias respecto a la lengua, la falta de cortes¨ªa del Gobierno al enviar al Congreso unos Presupuestos sin consensuar con su socio principal y los ¨¦xitos negociadores d¨¦ los nacionalistas vascos -percibidos casi como un agravio- alimentan un sordo descontento en las bases de CiU. Pujol trata de responder a esa situaci¨®n magnificando, los logros en otros terrenos. Europa, la econom¨ªa productiva y Catalu?a van bien.
El gran problema de Pujol es que si reivindica, como hace, la corresponsabilidad en la mejora econ¨®mica de Espa?a no puede olvidar esta misma corresponsabilidad en el actual Gobierno para lamentar todo aquello que no le gusta, ni su propia responsabilidad respecto a los rendimientos auton¨®micos -buenos o malos- del pacto con Aznar. Despedir el discurso lamentando la indiferencia de muchas capas de la poblaci¨®n respecto al "hecho nacional" es una forma de rehuir el debate sobre la gesti¨®n, incluyendo problemas como el de la enorme deuda de la Generalitat.
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